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Nostalgia de Pandora

Dicen sus colaboradores que en realidad Jim, en alusión a James Cameron, venía ya de vuelta; que ya había estado allí, en Pandora, una luna con ambiente similar a la Tierra que orbita en un planeta gaseoso gigante llamado Polifemo, en el sistema estelar Alfa Centauro, situado a 4,4 años luz de distancia. Dicen que conocía su geografía exuberante, cada una de sus plantas y animales; que sabía con todo detalle la fisonomía, hábitos y costumbres de la gente na'vi, una raza humanoide de piel azul y con algunos rasgos felinos que pueblan Pandora.

Dicen los diseñadores gráficos de “Avatar” que su director y a la vez guionista y productor, parecía haber caminado ese planeta satélite, tomado notas y por eso podía describirlo con tal precisión. El propio Cameron comparte su experiencia: “Yo había soñado con crear una película como ésta, ubicada en otro mundo, de grandes peligros y bellezas, desde que era un niño…. Con ‘Avatar’, por fin tuve mi oportunidad”.

A fe que lo ha conseguido él y su equipo, que su empeño de años no ha sido en balde: Pandora, forma parte ya de nuestro más bello imaginario colectivo. En todos los países hay gentes cabalgando, siquiera con la imaginación, las aves gigantes de Pandora, saboreando sus jugosas frutas, colgándose de las lianas de sus árboles majestuosos… El futuro ya nos ha alcanzado, aunque para ello tengamos que vestir aún gafas de plástico. Merced a visionarios como Cameron, hay una belleza de otros mundos superiores que ya encarna en las pantallas inmensas de los cinco continentes. Hay una hermosura excelsa que creíamos reservada para el mañana y que ya nos es proyectada, siquiera en pequeñas dosis, como prueba incontestable de su existencia.

Hay otros mundos, hay más maravilla de la que podamos soñar, nos está diciendo con “Avatar” su esmerado director. Para que no haya duda alguna, nos muestra la luna de Polifemo y su asombrosa biodiversidad. Pandora está ahí, a nuestro alcance. Podremos un día remontar sus montañas flotantes, pasear sus bosques de ensueño, unirnos en sentido abrazo al árbol Madre, a los árboles de las almas, de las voces…

La película “Avatar” canta a la vida en todas sus formas inimaginables, por supuesto a los árboles a quienes tanto debemos. La admiración de Jake, el protagonista, por la cultura y las capacidades de los na’vi, en realidad de otras civilizaciones más allá de la Tierra, es también nuestra. ¿Quién no quisiera, al igual que el marine inválido, encerrarse en esas “cabinas de enlace” que nos permiten dejar automáticamente el cuerpo? ¿Quién no compraría billete a Pandora y su naturaleza pura? ¿No será “Avatar” la expresión colectiva de una irrefrenable nostalgia por un planeta virgen? ¿Y si el amor intergaláctico que se profesan Jake y Neytiri estuviera destinado a hacer germinar la posibilidad de futuros y semejantes vínculos, que ahora nos parecen imposibles?

“Avatar” no es una mera película con alarde de efectos especiales y mensaje ecologista, “Avatar” es un firme alegato contra el expolio. Nos habla de una vida que es sagrada aquí y en el otro extremo del universo, en Pandora y en todas partes y lo hace con una genialidad sin precedentes. Su pensamiento-fuerza ha corrido como la pólvora de un extremo a otro del planeta. La vida es sublime y bendita y es preciso defenderla, nos susurra el protagonista de “Avatar” y la gente na'vi.

Sí, hay un antes y un después de este alarde extraordinario en 3D. Hay quien teme y así lo ha expresado, que nos arrodillemos ante el gigantesco árbol Madre; que rindamos suprema admiración por toda la creación; que nos unamos al Cielo por un simple cordón sin necesidad de intermediarios; que el mismo Dios de todo el universo en cada planeta cobre un nombre diferente, Eywa por ejemplo en Pandora. Parece que “Avatar” viniera a clausurar esos y otros dominios fuera ya de tiempo, como los de quienes degradan la naturaleza y cercenan libertades. Es curioso observar en la hemeroteca la extraña alianza de quienes arremeten contra la película “Avatar”.

A la oscarizada empresa de efectos visuales de Peter Jackson, Weta Digital le hizo falta más de un Petabyte (mil terabytes) de almacenamiento digital para todos los “activos” creados por ordenador de la película… El mundo virtual se acerca a las realidades superiores, alertándonos de que éstas están ahí, en alguna parte, cada vez más próximas. El ser humano comienza a percibirlas y a animarlas, a conservarlas y reproducirlas.

Aún con sus dosis de batalla inherentes a una superproducción norteamericana, “Avatar” es un canto al amor y a la hermandad, es una invitación a soñar con la vida en otras dimensiones más luminosas, es un argumento por la unión de las civilizaciones, en contra del choque de mundos diferentes. La película, con diferencia, más vista de todos los tiempos, está cargada de mensaje y de esperanza. ¡Ojalá que con todo lo recaudado podamos proseguir esta exploración intergaláctica de la mano de este guía excepcional, por nombre James Cameron!

“Avatar” es más que una película y por ello tiemblan los defensores de un paradigma de privilegios caducos. “Avatar” es todo un fenómeno social cuyo alcance todavía es aventurado vaticinar. Puede ser un avance en la evolución colectiva hacia horizontes más anchos y trascendentes. Puede ayudar al progreso de las conciencias a favor de la sacralidad de cuanto existe. ¡Ojalá así sea!

No, nosotr@s no hemos estado en Pandora, pero Cameron nos lo ha contado y además con toda suerte de detalle, con el mayor alarde de medios y técnicas hasta el presente imaginables. Por eso nosotr@s estamos decididos a quitarnos las gafas de plástico y a que realmente cobre tres dimensiones todo ese alarde de belleza; estamos decididos a hacer de la Tierra un planeta también desbordante de armonía, color y paz; un astro, al igual que luna de Polifemo, íntimamente unido al sublime Origen de todo lo creado.

 
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