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Trompas al viento

Hay valores que pareciera ajara el tiempo y sin embargo hoy se manifiestan más necesarios que nunca. ¿En nuestros tiempos del “casi todo vale”, quién osa evocar la virtud en los diferentes ámbitos de la actividad humana? ¿Desde tan lejos habremos de rescatar valores como la nobleza, la pureza de móviles, de ideales…? Quienes rigen nuestros destinos políticos deberían estar en la delantera para abrazarlos. La eterna sabiduría reza que la virtud ha de ser alcanzada antes de despertar al poder.

Es de ley aceptar las disculpas, pero también es preciso comprender que el debate abierto desborda ampliamente el hecho de tan desafortunada cacería. En una sociedad madura, la herencia de sangre ya no debería ser motivo para ocupar la Jefatura de un Estado. La sangre no otorga jerarquía. La autoridad por linaje es una lotería que ya cada vez menos ciudadanos/as están dispuestos a aceptar. En el siglo XXI el poder ya no ha de tener que ver con la cuna. Es la cara virtud, no la sangre, unida a la capacitación, la que ha de propender a los humanos a las más altas esferas del poder. Tumbar grandes paquidermos representa la antítesis de la virtud.

Como es arriba es abajo. Huelga demandar en superiores instancias un civismo, un altruismo que previamente no hemos asumido. La civilización progresa con una exigencia ética cuyo punto de partida ha de ser siempre nosotros mismos, pero en segundo lugar ha de abarcar también a los cargos y representantes públicos. Quienes aún defienden la monarquía en España argumentan su capacidad cohesionadora, pero para cada vez más amplios sectores, la monarquía es, en buena medida, una foto, una imagen, un símbolo que recién se termina de vaciar. Porque sólo hay vacío donde no hay virtud, donde hay falta de merecimiento.

La unidad en la diversidad debiera instalarse en nuestro ámbito político sobre bases más libres, al tiempo que sólidas, ya no sobre medias imposiciones y una simbología tan carente de genuinos significados. Erraríamos de personalizar el debate. Tan sólo nos resistimos a que la mediocridad impere en Palacio. No hay en ello nada personal, tan sólo el derecho de la ciudadanía a que la impecabilidad escale las más altas cimas del liderazgo. La jefatura de la excelencia puede un día llegar si logramos dejar a un lado la mecánica de la herencia. La regencia de mayor virtud y capacidad vendrá si logramos superar el marco tan adolecido en este sentido al que nos habíamos acostumbrado, si de forma armónica y ordenada abandonamos una institución monárquica que definitivamente ya no se aviene con nuestros tiempos y su clara vocación emancipadora.

Raya ya alto el descrédito. Yerno y África dilapidaron lo poco que al rey le quedaba. Las escopetas no son para la primavera, ni para las monarquías en franco deterioro. Todo era falso. El esfuerzo colectivo que el monarca pedía a la ciudadanía, él no estaba dispuesto a hacerlo. Mientras se difundían sus discursos apelando a la austeridad, él maquinaba carísimos safaris al corazón de África. Quien de día en los salones evocaba la civilización a la noche engrasaba sus escopetas para matar tan grandes, como entrañables animales.

Habla de apretarnos todos el cinturón, quien no se priva de sus safaris en el continente negro. Ha llegado el momento de la emancipación. Botswana la ha propiciado. No es el ejercicio de evidente falta de mínima coherencia y responsabilidad de "Su Majestad", somos nosotros quienes seguimos asumiendo nuestra subordinación, quienes seguimos aceptando semejante anacronismo.

Por las trompas al viento, por los marfiles que brillan a la carrera en las sabanas africanas; para que la conciencia alcance a los reyes y demás humanos que derrumban a cobardes tiros majestuosos elefantes Por el derecho de nuestros hermanos de cuatro patas a corretear libres por sus praderas sin amenaza de plomo borbón, de hierro de ningún tipo.

Para que más pronto que tarde los más altos dignatarios sean vivo ejemplo de pureza, de nobleza, de genuino servicio a la humanidad, de auténtico amor a la Madre Naturaleza y sus reinos. Por la República de hombres y mujeres libres y autoempoderados en el marco de un país y de un mundo libre.

 
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