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Ancha compasión

Apostaría que ya nos lo advirtieron, que al otro lado del velo nuestros guías y protectores no nos escondieron información alguna. Juraría que nos insistieron que bajábamos a un mundo en que moran hombres que nunca se afeitan y que al alba son capaces de disparar en una escuela a centenares de niños indefensos. Aún con todo el panorama que con detalle nos dibujaron, nosotros debimos decir que sí. Ahora estamos precisamente en ese mundo extraño de escuelas ametralladas. Ahora es cuando los cargadores ya se han vaciado, la escuela que rebosaba vida se ha convertido en un cementerio y la barbarie se cuela en los periódicos de todo el mundo.

Ahora es cuando ya no se admiten renuncias. Ahora es cuando hemos de decir que éste y no otro es por ahora nuestro planeta, ésta es nuestra querida humanidad aún con sus abismales diferencias evolutivas. Ahora es cuando hemos de afirmar, sin sombra de duda, que los talibanes que han ametrallado hoy a la mañana un colegio de Peshawar (Pakistán) dejando un saldo de 148 muertos de los cuales 132 son niños, también son nuestros hermanos, infinitamente equivocados, pero nuestros hermanos… Seguramente estamos aquí porque nuestra compasión era aún de brazos muy estrechos, porque aún no alcanzaba a esos barbudos capaces de una atrocidad sin precedentes.

Aceleren los padres, corran lejos esas motos. Hasta el oasis de perenne paz no les alcancen las balas. Pronto pizarras sin sangre, escuelas sin luto, familias y pueblos sin tamaña carga de dolor en sus corazones. Pronto éste traiga su debida recompensa en forma de paz, amor y fraternidad.

* En la imagen, algunos de los niños que han escapado del ataque en la escuela, huyen de la zona con sus padres. Agencia: A MAJEED (AFP). Imagen extraída de El País

 
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