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Humo al Alba

No es preciso ser un agudo analista para observar en nuestros días los más evidentes síntomas de una civilización en franca decadencia. Los espectáculos dantescos, que contemplamos diariamente en las pantallas de cientos de animales colgados y consumidos en llamas, así como de enormes fosas de enterramiento, son ilustrativas imágenes de un modelo de sociedad que definitivamente expira.

El inmenso humo que se eleva sobre multitud de granjas, mayormente británicas, contiene un crudo simbolismo sobre el que es preciso reflexionar. ¿No será toda una civilización la que cruje al tiempo que los inocentes huesos de las reses incineradas?
Las decenas de miles de animales que están siendo sacrificados durante todos estos días en Inglaterra, Francia, AlemaniaS, cuestionan no sólo nuestra forma de alimentación, sino en definitiva la relación productivista y lucrativa que el ser humano ha mantenido con el medio y sus "pobladores". El holocausto masivo de vacas, cerdos, ovejasS coloca uno de los más serios interrogantes de los últimos años a nuestro actual modo de civilización. Las epidemias animales afloradas y por aflorar cuestionan seriamente los hábitos y pautas de una sociedad desconcertada.
La vida social, cultural y hasta deportiva de Inglaterra se ha visto seriamente afectada por esta crisis. Como si de un alarde de metáforas se tratara, Blaire ordenó el cierre de los caminos rurales para evitar la propagación de la fiebre aftosa. Algo invita a inaugurar nuevas sendas, nuevas sensibilidades y comportamientos sociales, nuevos destinos colectivos diferentes a los del pasado. La fiebre aftosa y la encefalopatía espongiforme no se pueden combatir sólo con fuego y piensos más sanos. La crisis invita a una reflexión más profunda, a una exploración de formas de vida y economía alternativas, sostenibles y solidarias en su más amplio sentido. ¿No serán las reses masivamente sacrificadas el corolario que nos urge a replantearnos tantas pautas e inercias imperantes?

Se agota el modelo de pensar que para alimentarnos es preciso matar animales, de que el "filete" es imprescindible para mantener un tono saludable, de que el dolor, cuando no  tortura, que infringimos a vacas, ovejas, pollos, cerdosS es algo inevitable.
Surge con fuerza un nueva cultura que contempla una alimentación sana y completa a base de cereales, legumbres, frutas y verdura frescasS cargados de color, salud y vida y que interpreta la sangre roja animal como inconfundible señal de "stop" que es preciso respetar.
Cobran fuerza modelos de alimentación diferentes, fundados en la constatación de que la Madre Tierra nos colma generosamente con sus frutos, sin necesidad alguna de recurrir al dolor y sacrificio de seres, cuya sensibilidad está científicamente comprobada.
Más allá de lo que el problema conlleva en cuanto a pérdida de puestos de trabajo, no hay tragedia en el adiós al "chuletón" decretado el día pasado, en el supuesto declive de una industria basada en la explotación de los animales, en su exclusiva consideración como objetos de consumo.
Se agota también  el paradigma de explotación de la Madre Tierra por medio de una agricultura agresiva e industrializada que arroja sobre el suelo toneladas de insecticidas y abonos químicos. Emerge una nueva agricultura sensible, cuidadosa y respetuosa con ella. Emerge una relación con la Tierra no marcada por el abuso y productivismo desaforado, sino atenta a su capacidades y peculiaridades, a sus ritmos y necesidades. Se abren las puertas y vallas de granjas y mataderos y el futuro es un campo abierto donde disfrutar de la compañía animal, sin necesidad de afilar ningún cuchillo, privador de vida para nutrirnos.
Se agota una civilización en buena medida basada en la explotación del hombre por el hombre, en forma de trabajo mal pagado o poco considerado. Emerge una actividad laboral basada en la mutua confianza, en la corresponsabilidad y en la repartición cada vez más equitativa de los beneficios.
Se agota un modelo de salud permanente y fieramente enfrentado a la enfermedad y emergen otros que la consideran una bendición en la medida de que nos avisa de que estamos tratando el cuerpo de forma indebida.
Se agota la lógica de la violencia bruta, de la confrontación, de las leyes y mecanismos impuestos por el más fuerteS Emerge el paradigma del mutuo acuerdo y el consenso entre seres maduros y de buena voluntad; emerge el modelo de resolución dialogada y pacífica de los conflictos.  
Se agota en definitiva un paradigma materialista, una filosofía depredadora, una cultura saturada de deseos y ahogada en consumo. Emerge una visión más cálida, profunda y espiritual de la vida, una conducta más agradecida para con ella y sus infinitos, gratuitos y diarios dones.  
En realidad se acaban muchos caminos pero al tiempo se están inaugurando otros. Emerge un paradigma basado en el gozo de compartir por encima  del de acaparar; de cooperar por encima del de competir, de corresponder y no de despojar; de confiar y no de controlarSEn definitiva se trata de una mayúscula disyuntiva ante la que es preciso optar. Desde cientos de granjas europeas se elevan fumarolas invitando a que cada quien tome partido.

Humo sobre las praderas del viejo continente, humo al alaba de un nuevo y más elevado tiempo, exequias del modelo dominante. Quizá el fuego tan sólo lance sus primeros avisos, quizá su poder purificador apenas se haya desencadenado, dispuesto a consumir el cúmulo de errores de una civilización de fantasía. Comienzan ya sus llamas a lamer la quimera de creernos separados, de sentirnos alejados de nuestros propios semejantes, de la Tierra, de sus reinos animal y vegetalS
Son las cenizas buen abono en la tarea de recrear una civilización diferente. Es el momento de soñar un mundo sin mataderos, unos campos sin química, un hogares sin cerrojos, unas calles sin violencia, unas ciudades sin jaquecas, unos ríos y montañas sin basura, un futuro sin desaliento, unas relaciones sin rencorS
Es el momento de trocar abusivo y ficticio confort, por creativa y bella sencillez, en el compromiso urgente de legar a nuestras futuras generaciones una tierra sana y habitable. Es la oportunidad adecuada para replantearse una civilización basada, ya nunca más en el temor, sino en el humor y en el amor como las más elevadas expresiones que albergamos dentro.
Una nueva civilización está emergiendo en el omega de la anterior. Se trata de la revolución más silenciosa en la que jamás se haya involucrado el ser humano. Nos referimos a esa conspiración interior y a la vez planetaria, tan callada como efectiva, tan colorida y original como desapercibidaS, que sacude todas sus geografías. Estamos hablando de esa cultura emergente que inyecta otra calidad a nuestros vínculos humanos, a nuestros vínculos con cuanto nos rodea. Su marca, el entusiasmo, la cordialidad, el servicioS; su nombre, lo de menos. Hay quien habla de nueva era, nueva conciencia, nuevo paradigmaS Lo importante es esa unión de corazones y voluntades por encima de todas las fronteras, resueltas a cambiar la faz del planeta; resueltas a que calle el dolor, la injusticia y el hambre, decididas a que sonría la Tierra y todos los seres, ya de dos, ya de cuatro, ya de más o menos patas, que la habitamos.

 
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