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Liderazgo planetario

“El liderazgo no les llega a quienes ponen su yo personal, posición y poder, antes que el bien del grupo”. Líder es quien “no busca nada para el yo separado y es absorbido por la búsqueda del bien para todos”, dice la escritora inglesa ya fallecida, Alice A. Bailey, alentadora del movimiento de “Buena Voluntad Mundial” (www.lucistrust.org). Líder planetario es quien es capaz de comprender la magnitud de la tarea no ya nacional, sino planetaria, y de persuadir a buena parte de la humanidad para atender y superar los grandes y urgentes desafíos comunes.

Líder es quien es capaz de concitar voluntades, estimular las almas y levantar las miradas. Su visión alcanza más allá de lo común, su amor se derrocha en un servicio impersonal, su voluntad abre caminos colectivos. A gran escala, el líder planetario es quien es capaz de promover una gran acción concertada, aunando a las naciones, a los credos, a las razas…, porque no vela exclusivamente por el bien de su nación, credo o raza…, sino por el de todas.

No mira, por lo tanto, para sí, sino que atiende los intereses de todos. Su liderazgo legítimo se sustenta en la entrega a la humanidad, muy por encima de todo egoísmo ya nacional, racial, político, religioso e individual. Su voluntad y coraje frente a los retos globales irradia a través de los medios de comunicación a todos los ciudadanos del mundo. Líder planetario es quien con su mirada aérea detecta y señala los objetivos más urgentes, quien sabe jerarquizar los retos y en razón de su importancia no escatima esfuerzos. Sabe ordenar las urgencias y en esa medida establecer calendarios.

En todos los países hombres y mujeres de buena voluntad estábamos dispuestos a responder a un claro llamado, a un liderazgo inspirado, inteligente y desinteresado. El llamado ya ha sido realizado. Ese hombre llegó en el instante preciso, respondiendo a su misión titánica y a la urgente necesidad del momento. Cuando en los albores del siglo XXI el túnel se alargaba y la luz no se apercibía, llegó sin prisas, a la hora convenida por la historia. Se acercó a la tribuna con humildad y comenzó reconociendo los errores de su propia nación, la más poderosa del mundo. Ese hombre sereno y a la vez henchido de fe, consciente de la magnitud de la obra colectiva, se comprometió a “dirigir desde el ejemplo” e invitó a todos los líderes del mundo a compartir un futuro común, ya que “los intereses de las naciones y de los pueblos están compartidos.”

Barack Obama habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 24 de Septiembre, ante los dignatarios del mundo entero, pero en realidad su discurso entusiasmante de “cambio real posible”, de paz y cooperación, de inclusividad y solidaridad se había paseado ya por muchos países. El presidente de los EEUU trazó cuatro objetivos globales: la no proliferación y el desarme, la promoción de la paz y la seguridad, la preservación de nuestro planeta y una economía mundial que promueva oportunidades para todos los pueblos. Inyectó raudales de coraje para poder atender a esos grandes desafíos (Discurso entero en www.america.gov). Exhibió músculo, no de acero y misiles, sino de interna nobleza: “El arma más poderosa de nuestro arsenal es la esperanza de los seres humanos, la convicción de que el futuro pertenece a quienes desean crear y no destruir, la confianza de que los conflictos pueden acabarse y que llegará un nuevo día.”

Nuestros mundos eran hasta el presente muy pequeños para albergar líderes grandes. El acentuado sentimiento patrio no daba para reconocer una identidad planetaria. El liderazgo se limitaba a los territorios nacionales. El desarrollo de los medios de comunicación y transporte ha hecho nacer un sentimiento planetario. Sin embargo hacía falta un sólido liderazgo para alentar ese sentimiento y para impulsarlo hacia la consecución de las elevadas aspiraciones globales. Por primera vez en la historia de la humanidad contamos con liderazgo planetario. Nunca un dirigente había concitado tanto apoyo a lo largo de todo el planeta, ni capacidad de aunar tantas voluntades. Hombres y mujeres de todas las latitudes se reconocen en este hombre íntegro, amable, servidor y con clara visión de futuro.

En el momento en que llegábamos a una situación límite y la continuidad de la vida en el planeta entraba en peligro, en el momento en que las especies se extinguían y los polos se derretían, en el momento en que feroces cataclismos generados por el cambio climático se desataban en tantos lugares, cuando las grandes lacras del hambre y las nuevas enfermedades azotaban a la humanidad, cuando el afán de lucro desmedido de los pocos sumía en una crisis que castigaba a los muchos y más necesitados, cuando grupos y dictadores fanáticos, auspiciadores del odio, exhibían todo su armamento destructor…, se yergue una figura capaz de aunar a la humanidad entera. 


Obama sabe bien que la responsabilidad y el liderazgo exigen mucho más en el siglo XXI: “Los pueblos del mundo desean un cambio y han dejado de tolerar a quienes están en el lado equivocado de la historia.” El presidente Obama ha declarado que ellos, los EEUU, no podrán solos combatir esas lacras: “Juntos debemos construir nuevas coaliciones para poner puentes sobre las viejas divisiones, coaliciones con diferentes religiones y credos, de norte y sur, este y oeste, negros y morenos.” 


Seguramente no será el único, pero sí el primero. Una nueva y oportuna generación de líderes verdaderamente imbuidos de espíritu de servicio está naciendo. Emerge un liderazgo planetario inspirado en el principio de compartir, tan necesario en el mundo actual. Emerge, sobre todo en Europa y América, un liderazgo que cree y confía en que no hay problemas ni condiciones que no puedan ser resueltos por la voluntad hacia el bien, que a su vez nutre el espíritu de compren¬sión y fomenta la manifestación del principio de cooperación. Emerge por fin un liderazgo consciente de hay un vínculo fraterno entre los humanos y que cuando sea finalmente reconocido, derribará todas las barreras y pondrá fin al espíritu de confrontación y odio.

Una gran ovación de los dirigentes de muchas naciones cerró el mensaje de Obama en Nueva York. Las necesidades planetarias se evidenciaron, los objetivos fueron trazados, el liderazgo planetario es. El guante fue lanzado a los líderes y ciudadan@s de buena voluntad del mundo entero. Sólo nos resta recogerlo. Enfrentemos, pues, con valor y optimismo el desafío de construir la nueva civilización.


Koldo Aldai

 
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