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Huracanes, devas y corrientes de vida elemental

Restablecer la alianza con la vida  
Vengo de la orilla donde las olas rompen sin tragedia, donde el viento seca el sudor del paseo y no arrasa. Vengo de preguntar a las olas, de interrogar a la suave brisa cantábrica, ¿qué podemos hacer para mitigar el dolor del mundo? La pregunta nos perseguirá allí donde vayamos. ¿Qué podemos hacer para que la tormenta no monte en cólera, para que la Madre Tierra no se desperece violenta? ¿Qué podemos hacer para que Irma, José… sigan siendo nombres de inocente pila, no de desoladora destrucción? ¿Cómo podemos solidarizarnos con cuántos temen que en estos mismos instantes sus casas salgan volando? ¿Qué podemos hacer para apaciguar el sufrimiento de nuestros hermanos encerrados en búnkeres y sintiendo amenazados sus hogares, sus cultivos, sus arboledas, sus paisajes…?

La realidad de la Naturaleza oculta y sus sorpresivos fenómenos se nos irá revelando en el curso de los próximos tiempos. Por lo que sabemos y sabemos muy poco el mundo angélico o dévico está detrás de todos los fenómenos atmosféricos. Podemos realizar sencillas prácticas de invocación de las entidades dévicas, establecer un diálogo de amor con el viento, con el fuego, con la lluvia…, pero sobre todo podemos establecer un permanente relación de amor con la Madre Tierra y con el reino dévico creador y sostenedor de todas las formas y fenómenos.
Ya el discípulo español Vicente Beltrán Anglada en el libro “Los Ángeles en la vida social humana”, nos ha revelado importante información a propósito de la acción los ángeles o devas: “Les hemos visto crear en la atmósfera de la Tierra todos los fenómenos de carácter eléctrico conocidos, como el viento, la lluvia, las tormentas, los huracanes, los rayos, los truenos, etc. Otros de carácter ígneo, como los terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, etc., tan impresionantes desde el ángulo kármico, ya que suelen producir grandes destrucciones geológicas, profundas alteraciones del suelo terrestre y una serie impredecible de víctimas humanas...”

Bajo el gobierno de los grandes devas encontraríamos las corrientes de vida elemental que cuidan, organizan y manipulan los cuatro elementos. En el caso del aire los silfos en su parte masculina y las sílfides en su parte femenina, en el caso del agua los electrones vitales en su parte masculina y las ondinas o nereidas en su parte femenina. En el elemento fuego, encontramos en el aspecto masculino a las salamandras, y en el aspecto femenino a las salamandrinas, (muy diferentes de los pequeños reptiles conocidos con el mismo nombres).

Tal como señala el discípulo español cuya gran misión fue revelar a la humanidad el misterio del mundo dévico, todos estos elementales en gran número trabajando grupalmente serían los responsables de los temidos fenómenos atmosféricos: “Las fuerzas elementales de la Naturaleza tienen una labor oculta y definida que realizan en orden a la evolución planetaria, descubriéndolas en su acción coordinada para producir todos los fenómenos llamados naturales, desde el simple movimiento que produce la brisa hasta la alta concentración de sílfides y ondinas trabajando mancomunadamente para producir las grandes tormentas y huracanes.”

Nada sabemos de las concretas razones evidentemente kármicas de esa naturaleza revolucionada, poco sabemos del origen del accionar dévico con tan calamitosas consecuencias, más sabemos al contrario de una armonía que hemos en demasiada medida desbaratado. Todo apunta a que la furia que desatan los devas y las corrientes elementales tiene que ver con nuestra falta de debida consideración y a menudo abuso con respecto a la Madre Tierra y sus reinos. Cuanto acontece en estos momentos en Centroamérica y el Caribe tampoco sería ajeno a ello.

Recomponer nuestra alianza con la Creación en todas sus manifestaciones es el gran reto del humano en los albores del siglo XXI. Poco sabemos del porqué de tanto dolor y destrucción que se ceba sobre nuestros hermanos estos días, pero podemos, comenzar a adherirnos a una nueva conciencia, arrancarnos en una nueva era de cuidado y ternura para con la Tierra nuestra Madre. Con el nuevo Sol, con la vida en comunión, con la extensa hermandad de nuevo restablecida, amainará también la furia de los elementales.

Por supuesto, somos uno con los hermanos de Cuba, Florida, México, Italia..., que ahora pasan calamidades. No se apague la luz de la esperanza en la oscuridad de sus refugios. Como no podía ser de otra forma, nuestras oraciones, nuestros pensamientos están con ellos. Somos uno con el mundo angélico con el que estamos destinados a hermanarnos y fundirnos en pendiente abrazo. ¡En medio de la desolación al otro lado del ancho y revuelto océano, el dolor traiga una vez más su debida recompensa de luz y de amor!

Arteixo 11 de Septiembre de 2017
www.koldoaldai.org

* La primera fotografía corresponde al huracán Irma en plena acción. Los tres dibujos siguientes son del teósofo australiano, George Hodson, que al igual que Vicente Beltrán Anglada tuvo por excelsa misión revelar a la humanidad detalles del mundo dévico y promover el acercamiento humano-dévico. Los dibujos, que pudo realizar gracias a su facultades sensitivas, corresponden concretamente a un gran deva del mar, a un silfo del aire y a un espíritu marino, entidades dévicas todas que ponen en acción los huracanes.

 
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