Política y paz | Una sola humanidad | Espiritualidad | Sociedad | Tierra sagrada

No sé bordar, pero…

Antes teníamos un poco de jardín y huerta y ella cuidaba las flores. Siempre quise tener una casa rodeada de flores. Yo cavaba la huerta. Ella era feliz cuando le llevaba los calabacines a la cocina. Nunca me pidió que susurrara a las flores como ella solo sabía; nunca le pedí que cogiera la azada y dejara sobre la tierra sus limitadas fuerzas.

De pequeños, ver a mi padre cocinar los domingos era digno de la mejor película de humor. Antes de la misa se adueñaba de la cocina y hacía una singular paella con olla express. Era un arroz que quedaba como un puré y que todos lo comíamos felices, pero hubiera sido fatal que mi padre hubiera cocinado todos los días. Coger la olla express era una forma de expresar todo lo que le quería a mi madre, que era un infinito. El arroz era un desastre, pero poco importaba, estábamos acostumbrados a ello. Además le echaba muchos ingredientes y al arroz-puré no le faltaba sabor.

Claro que los hombres podemos y debemos hacer la colada, la comida, la compra, la limpieza y mucho más… Por supuesto que las labores han de ser compartidas. Claro que hemos de implicarnos plenamente en las tareas domésticas…, pero que las huelgas no sean contra nadie, sino en pos de una conciencia mutuamente solidaria, yo no diría igualitaria.

La cuestión quizás no es tanto hacer el hombre y la mujer de todo, sino estar del todo entregados al otro/a. No sé bordar, no sé dar pecho, peinar, tricotar, cuidar flores…; pero me encanta comprar, cocinar, fregar…, disfruto cogiendo el hacha o la azada y vaciando la fuerza acumulada después de horas al ordenador. Los dos en la pareja no tenemos por qué hacer de todo, ni lo mismo. Podemos hacer cosas diferentes, pero estar fuertemente unidos, sobre todo complementados. Sí hay tareas que son más propias de la mujer y otras más propias del hombre. Esto no es una anatema, esto es la ley del género, de la complementariedad, ambas subsidiarias de la ley del amor. Nunca deberíamos hacer huelga de amor.

No hay que por qué traerle necesariamente muñecas al niño, ni coches a la niña. Todo era más fácil, todo era sencillamente dejarles ser, dejarles jugar, crecer y crear, sin mediar. No queremos un mundo totalmente masculinizado, ni totalmente feminizado; queremos las dos fuerzas reunidas, encontradas, fecundadas...; las dos creando, brotando, germinando… Hay un pecho que los varones nunca podremos dar, hay una ternura en la que por supuesto nos hemos de ensayar, pero que nunca podremos plenamente desarrollar. Hay una fuerza física que vosotras hermanas, compañeras, podréis desplegar, pero seguramente con dificultad la nuestra emular. Esta bien así, no será preciso pelear contra ello. Por supuesto nadie es mejor, ni peor, somos maravillosamente diferentes y complementarios.

Todas las tareas no son igualmente aptas para uno y otro género, por más que no debe de haber diferencias de oportunidades a la hora de acceder al mercado laboral. La diferenciación de tareas no es otra anatema, el escaqueo, la insolidaridad puertas adentro por supuesto que sí. Nunca dejar al compañero/a solo/a, no significa tener que hacer los dos lo mismo. ¡Adelante ese 8 de Marzo! Ninguna vergonzosa mano levantada sobre ninguna sagrada mujer. ¡Adelante las huelgas si son ante la insolidaridad, ante la diferencia salarial, por supuesto ante las ofensas y los maltratos! En realidad sobrarían todas las huelgas si reinara el amor, si ellas sintieran que siempre estamos con ellas, si ellas no nos vieran nunca ausentes, nunca ajenos, ni lejanos. No importa tanto quién vista más veces el delantal, lo que importa es que la hora del sofá llegue para los dos al mismo tiempo, que los hombres estemos siempre alertas, voluntariosos, siempre abrigando, sumando.

Vamos rotando. Unas veces venimos como hombres al mundo, porque hemos de aprender unas lecciones de fuerza, de valor, de coraje…; otras veces venimos como mujeres porque hemos de ganar en sensibilidad, en ternura, en acogida… No levantemos por lo tanto nueva trinchera. No somos ni hombres, ni mujeres, somos almas sin género que toman vestidura de uno u otro signo según la conveniencia evolutiva.

 
   |<  <<    >>  >|
NUEVO COMENTARIO SERVICIO DE AVISOS

 
  LISTA DE COMENTARIOS