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Catalunya en el corazón (I) Ensanchar libertades

Colección de artículos de reflexión sobre la apuesta firme del pueblo catalán por las libertades  
Vivimos tiempos afortunados. Ya nunca más será como antes. Ya la violencia injusta y desproporcionada del Estado no sale gratis. Las nuevas tecnologías suman a los nuevos vientos. Soplan en el mismo y emancipador sentido. Miles de teléfonos y cámaras sacan la verdad a la luz, la verdad de unas gentes sensibles, movilizadas por nobles ideales. Miles de pequeños aparatos están logrando con sus imágenes la reprobación mundial de la agresividad desatada por el Gobierno de Rajoy contra la pacífica y cívica ciudadanía que simplemente deseaba ejercitar el derecho de votar.

La creciente mundial reprobación a la indigna actuación del Gobierno de España, traiga su debida recompensa en forma de superación de su actitud inmovilista e irresponsable, así como de apertura al diálogo y el acuerdo imprescindibles. Nunca es tarde para adecuar las leyes y Constitución a los nuevos tiempos, nunca es tarde para nuevos consensos y anhelada concordia, siempre es tarde para la porra y las pelotas de goma contra la ciudadanía desarmada.

1 de Octubre

Sentimos esos zarandeos como si fueran en nosotros. Somos también uno con el policía que cumple la orden de actuar. Por más que nos cueste, somos uno también con el irresponsable juez y político que le ordena actuar.

Gracias a Dios para cuando llegó el momento ya no éramos los mismos. Cuando llegó la hora ya nos habíamos dado cuenta de que más importante que denunciar a un Estado autoritario que muestra su cara más incongruente, ignorante y cruda; más urgente incluso que conquistar las libertades cívicas negadas..., era lograr amar hoy a quienes en estos momentos están cometiendo unos atropellos que jamás, ni en película, imaginaríamos; por supuesto también a quienes están detrás de este abuso. Todo el jaleo en torno a unas legítimas urnas era seguramente para mantenernos firmes en nuestros principios y valores, pero también para lograr fulminar en nosotros todo resabio de rencor.

Hay escrutinio también dentro. En realidad, tal como nos temíamos, las más fuertes pruebas eran en el asfalto interior. Aquel primer domingo de otoño nos dimos cuenta de que encarnar amor incondicional era nuestro verdadero reto, el mayor desafío íntimo por tanto tiempo aguardado. El problema no eran ellos, los de la porra en ristre, ni siquiera los que ordenaban tan burdas acciones. El desafío mayor era el nuestro, por encima de todo, el de ser y encarnar ese amor que alcanza a los adversarios, ese amor llamado a no conocer límite. Si en verdad un día lo encarnamos nada podrá detenernos…
Mientras tanto el Estado Español se quita la máscara y muestra con vergüenza y sin pudor ante el mundo su faz arbitraria. Ya ha triunfado la Catalunya valiente, resuelta, empoderada. Ya han ganado la civilidad y la no violencia, ya han ganado los pacíficos defensores de las libertades .




Entera verdad

Nos debemos a la entera, a la absoluta verdad. Sólo en su compañía progresaremos. En los innumerables vídeos que hoy he visionado sobre esta histórica jornada, he contemplado las cargas a veces contundentes de una policía obligada a obedecer unas órdenes absolutamente irresponsables, con el más que triste resultado hasta el momento de 465 contusionados y heridos.

Pero también he contemplado dos gestos de humanidad en dos policías que me siento también obligado a compartir, porque creo en la entera verdad y porque creo también en la humanidad de cada uno de los que hoy visten uniforme y duermen en el trasatlántico de Piolín. El primero era el de un policía nacional que en medio de la trifulca ha sujetado a un niño que en hombros de su padre perdía estabilidad, la segunda es la de otro policía que en medio, de otra escena de tensión, ayudaba a un manifestante caído a levantarse. 
Me ha emocionado también esa humanidad de los uniformados. En realidad es en estos momentos de crisis y particular tensión, cuando se pone a prueba nuestra humanidad. Hoy nos jugamos especialmente nuestra humanidad en su más elevado sentido, humanidad venga del lado que venga; humanidad asociada a los valores superiores de mutua comprensión, diálogo, acuerdo, concordia, democracia, libertad... Más allá de la ideología y el bando en particular, es el rescate del noble valor de humanidad lo que nos interesa, el que anhelamos en todas partes encontrar.

He visto océanos de humanidad hoy en las calles de Catalunya, humanidad de un pueblo pacífico y valiente que no se arredra ante los atropellos de un Estado autoritario, humanidad también en esos policías nacionales mencionados obligados a cumplir tan triste roll.

Queda sólo por constatar la humanidad de quien vienen años negando esos valores superiores mencionados, la humanidad de quienes desde el Gobierno y Judicatura del Estado creen que con porras, en vez de con nuevas leyes y nueva política, se solucionará todo; la humanidad de quienes desde el ordeno y mando nos han conducido a esta dura situación. Más pronto que tarde podamos ver encarnada humanidad también en esos hermanos, en esos políticos y jueces tan faltos de la debida ponderación, anchura de miras y tacto.

La fuerza de la imagen

Las imágenes y vídeos que ya se difunden por todos los medios, dan prueba de la dignidad y del nivel de conciencia de la ciudadanía catalana hoy movilizada. Han aguantado lluvia, colas interminables, cargas policiales... y siguen ahí sencillamente porque aman la libertad. No se han movilizado necesariamente por la independencia, sino por su derecho a decidir.

Ni un insulto vaciado, ni una sola piedra al aire, ni un solo puño desatado, ni una sola ira soliviantada... Esas incontestables pruebas de contención, de fuerza y firmeza, de creatividad y de no violencia de esa ciudadanía despierta y valiente, quedarán en nosotros/as grabadas para siempre. Más allá del ámbito, a veces confuso, de la política, hoy en el más que significativo terreno de la sencilla y palmaria ética queda sobradamente claro lo que ya ha triunfado. ¡Moltes gracies Catalunya!



No estoy en medio

Bienvenida la invitación a meditar por la paz que nos esté llegando estos días por whashap. Todos los esfuerzos en ese sentido son de agradecer. Esta hora tensa y trascendente reclama especialmente recogimiento y aunamiento de buenas voluntades en favor de la concordia y la armonía entre las partes. Ahora bien uno no puede comulgar con su prólogo en el que se profesa equidistancia. Caro lujo ese que ya quisiéramos adisfrutar, pero que no nos podemos permitir. Lo hemos intentado, pero el ensayo se frustra nada más encender las noticias.

Estamos llamados a encarnar, por más que a veces nos cueste tanto, amor incondicional, a abrazar a todos los humanos por igual. He ahí nuestra meta evolutiva, no hay otra. Sin embargo en un mundo en el que prevalece la injusticia, ello no implico silencio ante el exceso, ello no conlleva equidistancia entre quienes abusan y padecen ese abuso, entre la víctima y el victimario. No, yo no me encuentro a igual distancia entre quienes conculcan los derechos civiles y quienes se ven privados de ellos, entre quienes tratan de ensanchar democracia y libertades y quienes las cercenen. No estoy en el punto de en medio de entre quienes el domingo ordenarán cerrar, prohibir, identificar, perseguir… y de quienes serán perseguidos, represalidados, identificados, multados…

Yo no puedo ser equidistante entre quienes llevan años pidiendo diálogo sin cortapisas para llegar acuerdos y quien ya anuncian que ni siquiera el 2 de Octubre se sentarán a negociar con los legítimos representantes del pueblo catalán. No puedo ser equidistante cuando el Estado se quita la máscara y muestra su faz autoritaria, amedrentando a la población con fortísimas multas por el “delito” de participar en una mesa electoral. No hay punto de en medio entre quienes quieren llevar adelante un acto civil no-violento y democrático y quienes lo prohíben.

No estoy a igual distancia de quienes han ordenado detener y de quienes son detenidos; de quienes juzgan por consultar a la ciudadanía y de quienes son juzgados y multados por ello con saña. No estoy a igual distancia de quienes clausuran mitines, webs… de quienes requisan papeles, carteles, urnas, sobres… con respecto a quienes padecen esos atropellos.

Creo que no es lo mismo “A por ellos. Oe…” que “Votarem”. No es lo mismo un grito de guerra que la proclamación de un anhelo democrático. No es lo mismo el puerto de Barcelona con o sin Piolín…. Podríamos seguir con un larga lista de ejemplos para simplemente concluir que en este momento importante en el que nos jugamos tanto de nuestro futuro, no somos neutrales. No podríamos serlo. A veces, por más que cueste, hay que tomar partido, no por una marca en concreto, no necesariamente por uno de los bandos en liza, sino por unos valores y principios democráticos que son puestos en cuestión y amenazados.

No estoy en medio de quienes dicen “sí” a la independencia y de quienes dicen “no”. Yo opto claramente por el “no”. Deseo ver encarnada en España la unidad diversa. No creo que necesitemos más fronteras, más bien al contrario. Aspiro a seguir con los hermanos catalanes en un mismo Estado en el que por fin se consagren las relaciones fraternas y de igual a igual, pero trabajaré por supuesto por su legítimo e incontestable derecho a decidir libremente sobre su futuro.

No estar en medio no significa no apostar por el consenso, por el acuerdo, por el diálogo entre las dos partes en conflicto hasta el último aliento. Eso es lo que habrá que intentar, sin cortapisas de ningún orden, por todos los medios antes y después del domingo.

Semana decisiva

Comienza una semana de gran importancia para nuestro futuro. En el arranque de estos días definitivos que las espadas se bajen, que las locomotoras se detengan, que los orgullos se apeen. Que nadie imponga la fuerza, ni la ley del más poderoso. Que las dos partes sacudan de sus mentes la triste, engañosa y fatal idea de derrota del adversario, que alcancen a comprender su cuota a ceder para así poder todos reencontrarnos. Que se instale el diálogo de igual a igual sin ninguna cortapisa; que se imponga la concordia y finalmente el acuerdo.

Se consagre la sana y fraterna convivencia en libertad. Que nadie tenga que marchar. Que todos finalmente encontremos encaje en una gran nación, que respeta sentires e identidades que no retiene las competencias que reclaman las naciones más pequeñas. Que las leyes, las pequeña y las grandes, caminen con los tiempos y el latido de las almas, que no se queden atrás. Que recordemos esta hora como la del desafío en el que pudimos estar al nivel que nos reclamaba la historia, a la altura del respeto y la consideración que siempre merecerá el otro.

Esta es mi sentida oración en el arranque de este otoño, que si Dios quiere y nosotros cumplimos nuestra parte, será de seguro primavera.


Amistad en tiempos de crisis

La oración del “poverino de Asís” me alcanza estos días los labios silenciosos con toda su fuerza desafiante: “Que yo no busque tanto ser comprendido, sino comprender…” ¿Cómo desapegarme de la razón? ¿Cómo preocuparme menos de que triunfe mi argumento y más de comprender el del otro? Están saltando muchos tapetes estos días, resituando nuestras geografías no sólo de fuera, sino también de dentro. Están emergiendo montañas y cordilleras donde había antes valle fértil y encuentro. ¿Podremos alcanzar los collados imprescindibles del abrazo? Deberemos cuanto menos, por todos los medios, intentarlo.

Las crisis nos ponen a prueba con toda su tormenta de emociones. Están viéndose afectados viejos lazos de amistad. España no se rompe o por lo menos no se romperá más allá de lo por ahora necesario. España se reencontrará en su verdadera y olvidada dimensión de unidad diversa, desde un sentimiento genuino y espontáneo de hermandad que dejará atrás todo atisbo de imposición. Sin embargo sí se están resintiendo en algo nuestros pequeños mundos. ¿Qué podremos hacer para evitar ese desgaste entre los amigos que pensamos diferente?

Intentar mirar por sus ojos, intentar respirar su aire, situarme en sus circunstancias, zambullirme en su pasado…, a la postre intentar comprender donde arrancan las raíces profundas de su postulado. El amigo/a no me podrá pedir que piense como él/ella, pero tendré que hacer un esfuerzo para ponerme en su lugar, para intentar hacerme con su mundo, por supuesto para incluir en mi mente la parte de verdad de la que él o ella también puede ser portador.

Cada amigo que discrepa conmigo, es una invitación a revisarme, a interrogarme, a replantearme una y otra vez mi posición, a buscar la ecuanimidad por encima de toda tentación personalista. La prueba no es sólo a nivel de las emociones; el desafío se libra también en el plano de la mente. ¿Quién se acerca más a la correcta interpretación de los hechos? ¿Quién es capaz de vislumbrar la verdadera salida a la crisis que han generado “proces” e inmovilismo ? Hoy no pretendo abordar tanto el tema de Catalunya y de la defensa del referéndum y las libertades, hoy va más sobre las amistades y su flexibilidad en los momentos de crisis.

Casi una docena de buenos amigos piensa diametralmente diferente a lo que yo pienso sobre la situación en Catalunya hoy, sobre las cuotas de responsabilidades a repartir ante todo lo que está ocurriendo. Una y otra vez me pregunto qué es lo que piensan Arriba sobre este contencioso las Grandes Almas, los Seres ya realizados que saben ver más allá de las circunstancias y los intereses partidarios de unos y otros. ¿Cuál es la interpretación de los Maestros de Sabiduría y Amor sobre lo que estamos viviendo? Una y otra vez me interrogo también por lo que el Cielo pide de mí en esta hora. Indudablemente me pregunto, como no podía ser de otra forma, si mis palabras son las acertadas. Una y otra vez me planteo qué es lo que hace que difiera con respecto al sentir y pensar de mi hermano.

Nacer, crecer y vivir Madrid implica a menudo una visión diferente a la hora de visionar las relaciones del centro y la periferia de quien lo hace en Euskadi o Catalunya. Indudablemente he de hacer un esfuerzo para ponerme en el medio de esa meseta castellana, pero lo ideal es que también haya viceversa. La inmensa mayoría de los amigos que rechazan frontalmente la demanda de "referéndum" no viven en Catalunya.

Nuestra mente y corazón están muy condicionadas por nuestro pasado, por nuestras circunstancia. Somos invitados a saltar de nuestra casilla y visualizar ese pasado, esas circunstancias en principio ajenas. Somos animados no sólo a colocarnos las lentes del otro para intentar ver con imparcialidad, sino también a calzar su piel e intentar sentir su atmósfera y universo.

Ojalá de toda esta crisis en la Catalunya de fuera y de adentro salgamos madurados, ojalá traiga su debida recompensa en forma de un acrecentamiento de nuestra capacidad de comprensión del otro, en forma de una mirada más afinada y próxima a la realidad objetiva.

El fin de las fronteras por el que trabajaremos mientras Dios nos dé aliento, la hermandad entre los pueblos a la que con todo nuestro alma aspiramos, surgirá de la libre voluntad, jamás desde la imposición. La imposición sólo frena el aflorar del espíritu de la unidad en diversidad al que estamos abocados. Los atropellos de un Estado autoritario sólo fomentan separatismo y heridas que costará curar.

Los abusos de estos días en Catalunya, desde ningún punto de vista aceptables, llevados a cabo por parte de un Estado arbitrario, muy lejos de solucionar el problema, sólo echan más gasolina al fuego; sólo nos hacen retroceder en la senda hacia la confraternización, nuestro único destino; sólo contribuyen a fomentar distancia y enajenación.

La historia no tardará en levantar acta de todo este sinsentido. La represión es gesto torpe y señal claramente involutiva. Es habitualmente ejercida por dirigentes sin necesaria altura, ni visión de futuro. La represión pura y dura de un clamor tan extendido jamás es la solución. El diálogo y el acuerdo entre las partes en conflicto son excelso patrimonio de nuestra civilización.

 
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