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Carta abierta a Joxe Arregi

“Tiempos de ancha fe”  
Amigo Joxe:El aprecio que te profeso creo que da oportunidad para un sano diálogo público, garantía para un fraterna reflexión en voz alta en torno a las cuestiones que planteas en tu reciente y controvertido artículo “Tiempos crédulos” (http://www.atrio.org/2012/02/tiempos-credulos). Me pongo a la pantalla en el convencimiento de que éste no es un debate personalizado, sino una reflexión que habita en el interior de sinceros buscadores en nuestro entorno. Escribo porque a la vuelta de nuestros disensos, de seguro que siempre nos encontraremos “en ese barro que nos amalgama, en esa ceniza que nos libera”, en la variada geografía de una fe que pretendemos más y más ancha.

Joxe, amigo, no nos quedaba otra. Sólo podíamos salir a los mil y un caminos que mentas en tu carta, sólo podíamos errar una y mil veces. Sólo nos quedaba buscar y en esa búsqueda padecer todos los extravíos... Había que salir de la casa de la Iglesia. No podíamos repetir eternamente las mismas letanías; encerrarnos de por vida en las mismas, limitadas y claustrofóbicas verdades. Teníamos que salir Joxe y perdernos y conocer muchas de las opciones que tú mentas, debíamos explorar e intentar digerir esas teorías también dentro de nosotros mismos. Teníamos que aprender a distinguir lo genuino de lo falso…

Dicho sea con todos los respetos, nos terminó agotando aquel Jesús derrotado, crucificado, monopolizado por una Iglesia que sentíamos más y más ajena. Nos terminó saturando aquel Jesús tan cargado de espinas y preceptos, tan secuestrado por los purpurados. Ni siquiera nos podíamos quedar con un Jesús comprometido, sin Iglesia, un Jesús latinoamericano de liberación, ni con la sola teología de la Tierra… Necesitábamos cerrar todos los misales, los catecismos, incluso los manuales más o menos avanzados que ponían límites a la búsqueda, al viaje vital, seguramente también desorientado, de nuestra conciencia. Necesitábamos de un Jesús que nos acompañara hasta el límite de nuestros interrogantes, que fuera nuestro guía en una encrucijada más de ahora que de la Galilea de entonces. Necesitábamos de un Jesús que nos hablara de quiénes somos en realidad, de dónde venimos, de a dónde vamos…; que nos presentara una revelación más actual, nos diera la mano y nos llevara hasta la misma puerta de los grandes misterios. Un Jesús que de vuelta nos condujera hacia espacios más plurales, más compartidos y menos exclusivos...

Con mayor o menor acierto salimos al paso de un Maestro Jesús más cercano, más unido a una humanidad crecida en 2000 años de historia, a una cristiandad heterodoxa que se formula cuestiones existenciales que quizás no se hacían los pescadores del Tiberíades, ni los pastores de Galilea. En realidad, siempre desearemos salir al paso de las últimas verdades. No nos podíamos quedar con el manual del catecismo del cole, pero tampoco nos colmaban de forma definitiva, dicho con todo el cariño y afecto, los superventas clandestinos que nos acercan un Cristo meramente histórico. Nos apasiona la historia, pero es que ya se ha abierto para la humanidad la ventana de un cosmos infinito. Con mayor o menor atino salimos al paso de un Jesús enmarcado en un contexto más universal. Quizás Jesús tenga otro rostro, como el que nos muestra por ejemplo la tradición esotérica, o la tradición oculta del propio cristianismo. Algo de lo que nos pueda acercar Madame Blavatsy, Annie Bessant, Alice Bailey, Josefa Rosalía Luque de Alvarez, Daniel Meurois Givaudan… El Jesús miembro de una Jerarquía de Luz y por lo tanto de servicio, Él que habló con diferentes labios en razón de a quien se dirigiera, esbozando diferentes iniciaciones, sugiriendo diferentes compromisos, Él que jamás creó institución alguna, el Jesús vinculado a los Misterios Mayores, el reverenciador de la energía femenina, el que recorrió medio mundo en busca de atisbos de mayor sabiduría, Él que amó también como hombre en el más elevado sentido, Él que se dio por entero a una humanidad, conociera ésta o no su nombre…, no es un Jesús necesariamente preso de los superventas norteamericanos.

Hemos tratado de encontrar ese rostro más contemporáneo. En realidad la revelación ocurre a cada instante. Seguramente no se acabó en aquel madero del Gólgota, no la sellaron sus clavos. La revelación quizás ocurra a nada que nos abramos a ella, aún corriendo el riesgo de equivocarnos. Hay importantes revelaciones en las disciplinas, caminos y opciones que mentas, Joxe. Por supuesto que es la hora de aguzar la mirada, por supuesto la era de la información es también la de la gran confusión. Pero ya, por nada del mundo, la humanidad puede volver a los púlpitos de la verdad única, a los confesionarios de peaje desmedido. En los confesionarios hubimos de abandonar lo más preciado: nuestra dignidad, nuestro derecho a comunicarnos directamente con el Origen. Tras los tiempos de las doctrinas únicas, vienen los tiempos de la sobre-oferta y las rebajas, pero eso ya es inevitable.

El misterio nos llama en su aspecto vivencial y práctico. No estamos embarcados en ninguna aventura intelectual. El misterio nos atrae en la medida que nos ayuda a situarnos, que nos coloca más ubicadamente antes nuestros desafíos últimos. En las disciplinas y teorías que has mentado hay respetables respuestas a esos misterios insondables de la vida.

Primen los caminos responsables. En la búsqueda del misterio, el amor y la entrega a los semejantes deberán estar a la vuelta de todos los interrogantes. La exploración de las preguntas esenciales, no podrá ser a costa del abandono de un mundo necesitado. No hay progreso en la vertical sin compromiso en la horizontal. Probablemente una asignatura pendiente del conglomerado “nueva era” es un mayor acento en el aspecto servicio, en el compromiso más expreso con la humanidad y sus grandes causas. No podemos caer en el tremendo error de creer que nos podemos “iluminar”, con un poco de suerte en una sesión de apertura de “chacras” de fin de semana. No hay apuesta de crecimiento espiritual que no pase por intentar mermar el dolor del mundo. No hay evolución posible que no implique donación a nuestros semejantes y a la vida en general.

El hacer valer nuestro discernimiento no nos empuje a cerrarnos en banda a la nueva conciencia que baña nuestro mundo. Permíteme por lo tanto la osadía de sugerir alguna asignatura pendiente en el ámbito de los cristianos de progreso, como pudiera ser la de la flexibilidad, la de la apertura mental, la de la superación por ejemplo de los dogmas que acompañan a la Iglesia y su entorno desde que en el siglo IV, el Concilio de Nicea suprimió la creencia en la reencarnación.

Esta flexibilidad puede acercarnos entre nosotros. Flexibilidad para comprender que es difícil en una única vida física completar nuestra carrera evolutiva; para concluir que en una sola vida no nos podemos jugar la eternidad; para intuir que necesitaremos muchos, muchos intentos para alcanzar la pureza y perfección que nos asegure un lugar a la diestra del Padre-Madre; para vislumbrar que, sólo a la luz de la reencarnación, se puede entender la abismal diferencia de condiciones en las que nacen unos y otros niños a lo largo del mundo… Una mayor flexibilidad para abrirnos a otras Leyes, más allá de la de la reencarnación, pautas superiores que nos introducen también en una vida superior…

¿Y si los registros akhasicos añadieran poco más misterio a la hora de acumular información que el del “pen drive” que cuelga del ordenador? ¿Y si la Atlántida no fuera un enigma ya ni para los científicos que comienzan a avalar su existencia, ni para la tradición esotérica que siempre ha postulado que un día fue? ¿Y si el euskera que gozan nuestros labios pudiera tener que ver más que lo que nos pensamos con el continente perdido? ¿Y si una Jerarquía de servicio y absoluta donación sí fuera, sí reinara; y si un conjunto de Gran Seres sí tutelara, con pleno respeto del libre albedrío, la evolución del planeta...? Es difícil imaginar hasta dónde habrá de ancharse nuestra pobre mente finita en los próximos años. Y si comenzamos a ejercitarnos, si comenzamos a abandonar verdades inamovibles... Cada quien ensancha su mente a voluntad, pero en ello consiste la libertad. Huelga criticar el ancho de banda de otros. No hay una anchura estándar. Cada quien imprime a sus creencias de la flexibilidad que considera oportuna. Al fin y al cabo, todos somos dotados de la facultad de discernimiento.

Los monopolios de Dios se acabaron un poco antes que los de las grandes compañías. Otras “ofertas” espirituales también han entrado en el escaparate, que no en liza. Ceden ya monopolios del infinito, porque Él, Ella sería Quien primero rechazaría el camino único.

Se está dando ya un encuentro con una Iglesia más auténtica que tú y otros buenos hermanos católicos, encarnáis. Presiento que es sólo el comienzo. Te escribo y lo hago públicamente, porque confío en ese mayor acercamiento. El “activismo interreligioso” en el que estamos inmersos en los últimos tiempos, apenas nos ha permitido abordar estas cuestiones necesarias, esos disensos que apuntas. Hemos de manifestarnos como quienes realmente somos para poder progresar en ese camino conjunto. Al fin y al cabo tenemos la garantía que siempre nos reencontraremos, más allá de nuestros disensos, en torno a un altar universal, en torno a la llama de la unidad que crepitará en nuestros corazones, o en medio de prados ceremoniales. Al fin y al cabo nos seguirá uniendo también “el canto de la malviz en la punta del aliso”...

Una de las grandes esperanzas para la humanidad estriba en esa progresiva unión entre los seguidores del Cristo de dentro y de fuera del cristianismo. Así ha sido ya anunciado. En ello creemos y para ello trabajamos. Por eso, estas palabras lejos de ser arrojadizas, pretenden ser nutrientes. Resta mucho de mutuo aprendizaje. Estas palabras nacen del convencimiento de que esos lazos incipientes está llamados a consolidarse, de la seguridad de somos llamados a testimoniar más y más unidad por encima de nuestras diversidades.

Creo que sí vivimos tiempos de fe, pero de una fe más policroma, más sin dueño, más de todos y de nadie. Yo no diría, Joxe, que son tiempos crédulos, pues ello puede interpretarse como infravaloración de otras creencias. Cierto, reina la confusión, pero ella no es sino fruto, consecuencia de tan largos tiempos de pensamiento único. Merece la pena pagar la broma de todos esos “cursos de tantra” que se nos cuelan en la bandeja de entrada de nuestro correo, merece la pena el peaje de la confusión, incluso la oportunidad abierta a los mercaderes sin escrúpulos... Es algo del precio de nuestra libertad.

Estella, Zumaia, Donosti... y sus foros y sus espacios de encuentro plurales nos han unido, pero seguramente estamos en los comienzos de alianzas de más largo recorrido. Por ello hacemos votos. Éstas y otras plazas sigan brindado sus espacios de unión en la diversidad, de apertura a lo nuevo que por doquier nos está alcanzando.

Hayan podido contribuir humildemente estas letras a un diálogo latente y pendiente. Ahora y siempre por encima de puntuales y virtuales disensos nuestro profundo sentido de agradecimiento, Joxe, por tu testimonio valiente de vida, por tu donación y entrega en los espacios de encuentro que hemos promovido, por tus presencia siempre solícita, alegre y desinteresada, por tu aportación siempre creativa, poética y trabajada, por tus palabras siempre arraigadas en una profunda fe.

Por ello y por mucho más que aquí no cabría mentar, siempre gracias Joxe. Fuerte y fraterno abrazo.

 
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