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Orando en la arena

Agradezco los millones de moluscos que se inmolaron para que ahora se hundan nuestros pies en la arena gozosa.
Atrás queda el ruido de la ciudad a la que siempre retorno. Oro con las plantas. Caminan silentes los pies por la arena templada, al tiempo que expresan inmenso agradecimiento.
Agradezco esta dulce brisa marina, este verano fuera del tiempo. La cálida arena es ahora mi refugio, también el Dios de generosidad infinita que la sembró por nuestras costas.
El rumor de las olas acerca a su forma el recuerdo del mundo. Pido igualmente para que callen las llamas en la Galicia querida. Para que que amaine el fuego no menos voraz de la confrontación en el otro extremo de la península; para que termine de llegar el bálsamo de la concordia, para que por fin se instale el urgente cortafuegos del diálogo y el acuerdo.
¡Así sea!

 
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