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Camina conmigo

No paraba de recibir mensajes invitando a visionar la película de los monjes de la orden de Thich Nhat Hanh que, Dios mediante, se estrenará en las pantallas españolas mañana viernes día 15. “Walk with me…”, “Walk with me…”*, rezaba cado uno de los múltiples whasaps que desembarcaban en mi móvil. Uno ha de aprender a leer las señales aparentemente corrientes de la vida, sobre todo cuando llegan de forma tan inusualmente repetida.

Ese monje que acaba de retornar a su anhelada patria vietnamita, ese santo ahora ya muy anciano que tuvimos en suerte conocer en su comunidad de Plum Village cerca de Burdeos y que nos reveló una nueva dimensión de la vida, sobre todo de la comprensión y de la compasión, desde su aparente debilidad, se hacía otra vez presente con fuerza. De alguna forma nos invitaba por medio de esos insistentes whasaps a caminar de nuevo, a ponernos otra vez en marcha. En medio de este presente nuestro tan agitado y convulso, sentía que su invitación no era ya de aventurarnos de nuevo por la amable campiña y bosques franceses. Sentía que su sugerencia iba más allá de los paseos sobre el asfalto que con él y su grupo de entrañables monjes hemos tenido en suerte realizar en el corazón de las ciudades de Madrid y Barcelona.

“Walk with me…”, “Walk with me…”, pareciera la más inocente invitación, pero sin embargo no tardé en darme cuenta de se trataba probablemente de la más desafiante, quizás mayúscula de las propuestas. Quizás por eso no me la quitaba de la cabeza. Lo más imperioso a veces se disfraza de lo aparentemente más inocuo. ¿A qué me invitaba el título de una película que me llegaba por tierra, mar y aire? Tres sencillas palabras encarnando seguramente el más difícil reto que uno se pueda encontrar por delante: caminar con el adversario, con quien en principio no iría ni hasta la esquina. El anuncio reiterado de la peli bien podía representar sugerencia a extraer del interior todo nuestro inmenso potencial de perdón y reconciliación y así poder emprender en verdad un sendero de unión sin ninguna separación.

Al final pude comprender que en realidad era invitado a caminar con ellos, con los últimos con los que la antojadiza personalidad quisiera caminar, con los que ponía en la diana de mis palabras, con quienes se precipitó la ruptura, con quienes se abrió un distante silencio… Es probable que haya llegado el momento, que nos haya alcanzado la prueba de las pruebas una y otra vez postergada, que consiste sencillamente en caminar con los de la otra orilla, con quienes consideramos tan ajenos, con los que nunca hemos caminado...

“Walk with me…”, “Walk with me…” El mantram me ha ido persiguiendo a lo largo de todos estos días y a estas alturas bien sé que me encuentro “acorralado”, que ya no le podré dar la espalda. En algún momento nos habremos de conjurar para caminar hacia dónde nunca hemos ido, pero sobre todo con quién nunca lo hemos intentado. Llevo a la pequeña pantalla de mi imaginación a las personas que debería coger de la mano. Es ya el momento de buscar la compañía andarina de quien mandé a freír espárragos, de quién no quise volver a ver, de quien le “regalé” mis menos luminoso sentimientos…
No cayó la película en mi ciudad. Aún no la podremos ver por ahora en la pantalla grande. Mi compañera sugiere volar a Canarias a disfrutarla, pero ya guardamos en el trastero sombrilla y bronceador. Aguardo la hora de gozar de tan bello placer visual, pero mientras tanto seguiré por aquí buscando con quién habré de caminar…
Pongo en mi ordenador la canción del Namo Avalokiteshvara (Bodhisattva de la compasión) elevada por la comunidad de Plum Village y ya estoy en verdad caminando por un sendero de gloria. Voy libre de toda carga del pasado, avanzo en paz y pido a Dios coraje y fuerza para poder caminar también con quién nunca he caminado, por lo menos para intentar mirar juntos el horizonte, para ensayar dejar atrás los motivos que sólo, sólo aparentemente nos separan.

• La película “Walk with me” que se estrena mañana en muchas pantallas españolas se adentra en la comunidad budista de Plum Village, Francia, en la que sus integrantes renuncian a todas sus pertenencias con un propósito común: transformar el sufrimiento y poner en práctica el arte del “mindfulness” bajo la tutela de Thich Nhat Hanh, maestro zen y activista por la paz mundialmente famoso. “Camina conmigo” supone una meditación sobre la comunión con las cuestiones existenciales y la búsqueda de una conexión más profunda con uno mismo y el mundo. Las bellas imágenes filmadas a lo largo de tres años y las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, narradas por la singular voz del actor Benedict Cumberbatch (protagonista de “The Imitation Game” y “Sherlock”), convierten este documental en una obra sin precedentes. (Fuente de información “Karma Films”)

Arteixo 14 de Septiembre de 2017


 
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