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Ceder las riendas

No deseo un gobierno del Partido Popular. Pierde la Madre Tierra, pierden las libertades, pierde la neutralidad del poder judicial, la independencia de los medios de comunicación públicos, pierde el derecho de los pueblos a decidir sobre su futuro... Perdemos en limpieza y transparencia de la administración…, pero el PP es la lista más votada y quienes dicen abanderar progreso no logran aunar corazones y voluntades.

Fuera sólo ven lo que somos. No hay que temer al desnudo. No nos debiera preocupar la imagen de España en el exterior, sino inquietar las dificultades de nuestros líderes para alcanzar acuerdos. Dice mucho de nuestros recelos para unirnos más allá de nuestras diferencias en pos de objetivos compartidos. Si no es posible aunar esfuerzos y votos en favor de la otra España posible, habrá que ceder las riendas a los de siempre. Así hasta que primen los valores e ideales sobre las marcas y los intereses partidistas, así hasta que, la importante porción de ciudadanía que desea iniciar una etapa diferente, deje a un lado sus diferencias y apueste por la unidad, no frente a nada ni nadie, ni siquiera frente a los populares, sino unidad por las correctas y generosas relaciones humanas, por la Tierra y la solidaridad, por el futuro y las nuevas generaciones.

En el camino está la meta, en el fracaso bien asumido nace la fuerza para la victoria. Nuestros gestos y comportamientos dibujan horizontes. En la política como en la vida, hay que saber perder; hay que abrazar al adversario, cuando éste se lleva la mayor parte del pastel electoral, por mucho que duela su interesado ejercicio del poder. Hay que saber perder a sabiendas de que la liza es a largo plazo y más pronto que tarde la confianza y los votos serán para la política honrada, noble, desprendida, para las políticas sostenibles, solidarias.

No, no queremos volver a las urnas. No se tostará mañana mismo el verde de nuestros jardines. La madre naturaleza nos explica con soberana claridad que los colores no cambian de un día para otro. No lo hacen los de fuera, tampoco los de dentro. Las conciencias no mutan de otoño a navidad. Las conciencias progresan poco a poco cuando sabemos encender y hacer brillar los horizontes; cuando somos capaces de demostrar que el otro mundo posible funciona y lo hace de forma eficaz y desinteresada y lo hace para todos y no deja a nadie en la estacada. Deje el señor Sánchez la batuta a don Mariano, si no ha sabido o no ha querido gestar esa unidad necesaria; mientras tanto sigamos fuera de las urnas y su alboroto, sin desaliento, con alegría, fe y determinación ganando corazones y voluntades para ese ya cercano alba.

A la postre seguramente no era tan importante una papeleta electoral u otra, sino la otra papeleta más cotidiana, la responsabilidad que personal y colectivamente deseamos abrazar ante nuestra comunidad, nuestro país, nuestro planeta y su amenazado futuro. No conviene abrirse paso a codazos hasta la Moncloa. El poder no ha de ser a cualquier precio. A la postre el otro mundo puede esperar a estar más ubicados, más entrenados para un día tomar sin apegos, con inquebrantable ánimo de servicio, esas codiciadas riendas.

 
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