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Sabiduría compartida

Cuando estudio me sumerjo en una sabiduría compartida y en mi interior no puede brotar sino un sentimiento de profundo agradecimiento para quienes sumaron a esa sabiduría de todos y de nadie, para quienes contribuyeron desde tantas escuelas, circunstancias y geografías a engrandecer nuestro acerbo colectivo, para quienes en definitiva lo dieron todo para que no se apagara jamás la llama del Conocimiento y el amor fraterno.

En mi voluntad no puede estar sino el alentar hoy también esa sabiduría sin dueño. En mi ánimo pujaré igualmente por el principio de socializar, de compartir, de incluir, que subyace a esa sabiduría sin tiempo. He conocido muchas escuelas serias, muchos grupos, muchos maestros. Siempre he deseado y desearé fervientemente que sumen, que dejen de trabajar para su particular progreso, que atiendan al llamado superior de empezar a trabajar unidos. Cada vez somos más los que no nos adherimos a una escuela concreta, pero sí nos casamos, si estamos firmemente comprometidos con la suma, con las diversidades que conforman unidad.

No sólo fecundar, sino dejarnos ser fecundados. No sólo en pos de lo que yo puedo aportar, sino en pos de lo que mi alma anhela también escuchar. No sólo activos en comunicar, sino también receptivos a la sabiduría de la que el otro, su maestro y su escuela son portadores. No es la hora de un grupo, de una filosofía en particular, es la hora de nuestra sabiduría y afanes sumados, compartidos, es la hora de nuestra apuesta común, de la creación de espacios y proyectos cada vez más colaborativos.

Somos porque sumaron, serán si seguimos sumando. Todo es compartir en la órbita de los universos evolucionados. Nuestra evolución depende de nuestra creciente adhesión a estos principios universales, al principio de Comunión con todo lo creado, de identificación por supuesto con el resto de servidores del mundo.

No sólo mi escuela, mi maestro, mi grupo, sino la unión de los maestros, de las escuelas, de los grupos… Ellos, nuestros Hermanos avanzados siempre sumaron, nunca trabajaron para su exclusiva cuota de seguidores, para su asrham, para su escuela o tradición. Sirvieron a un Plan global que desbordaba los límites de su ámbito de actuación. Arriba todas las Grandes Almas trabajan en perfecta sincronía y cooperación, ¿podemos albergar entonces alguna duda con respecto a nuestro camino?, ¿seguiremos pensando que mi escuela, mi grupo, mi movimiento es el mejor, el más apropiado para toda la humanidad, o concluiremos por fin que hemos de establecer ahora, aquí en la Tierra la alianza que ya opera en los universos evolucionados?

Demasiadas escuelas espirituales piensan aún que se hallan en posición preferente con respecto a la posesión de la verdad, pero ese peligro ya lo debiéramos haber superado. Es el tiempo de la sabiduría compartida y las nuevas tecnologías, los modernos medios de comunicación y transporte coadyuvan a ello. Nuestros legados se unen para formar un legado mayor y así perpetuar el linaje, no el linaje particular sino el linaje crístico del amor desbordado y la sabiduría sin nombre.

Se olvidaron de sí mismos, de su progreso personal y alcanzaron la realización. De haber trabajado para su exclusivo progreso, nunca habrían ascendido, realizado. A nosotros sólo nos queda proseguir por el camino diáfanamente marcado y ése no podría ser otro que el de la unidad en la diversidad. Trabajar sólo para los míos en pos del progreso de mi marca, es el esquema que estamos llamados a superar; trabajar por el progreso de lo colectivo, por la mutua fecundación de las sabidurías, por la alianza de los hijos e hijas del Mañana, por el progreso del Plan de Amor que nos desborda, creo que es definitivamente la clara señal de nuestros días.

 
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