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La sencillez hermosa

Las últimas incontinencias verbales del presidente norteamericano a propósito de la inmigración, ya no nos sorprenden. Se pueden leer hoy en las cabeceras de los periódicos de todo el mundo: “¡Que vuelvan a sus cabañas en África!”,“Todos tienen sida”, “¿Por qué recibimos a gente de países de mierda?”... Son las últimas perlas del magnate presidente con respecto a los inmigrantes haitianos, salvadoreños y africanos.

Lo que deseamos para los demás es lo que habremos de vivir en otro tiempo y geografía, pero en circunstancias similares, en forma y medida parejas. Donald Trump no sabe que todo desprecio al semejante, por diferente que sea el color de su piel, acarrea inevitablemente dolorosas consecuencias. Es probable que en la próxima encarnación y la vista de esos duros y gratuitos menosprecios, él tendrá que vivir parecidas y penosas situaciones que hoy desdeña. Otro roll en en la siguiente existencia le lleve a abrazar el ideal de fraternidad, no la ofensa de la supremacía.

Taparrabos y agujero de hambre en el estómago en medio del Haití o el África que maldice, le pueden a la larga mermar altanería. Hoy por hoy la ley del karma es la que nos puede cerrar los labios y privarnos de seguir humillando al prójimo.

Por lo demás, vivir en una cabaña en África puede ser mucho más digno que hacerlo en el rascacielos Trump en Manhattan. La austeridad puede ser además de digna, solidaria, cargada de humildad, desbordada de esperanza, de la fe en que mañana nadie tenga que abandonar su tierra para correr hacia el ficticio sueño americano.

La sencillez es bella incluso para nosotros, los occidentales, y si no pregúntenle a este señor que lava la cabeza a la señora junto a un arrollo africano, si quisiera estar en un hotel de cinco estrellas.

Artaza 12 de Enero de 2018
www.koldoaldai.org

 
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