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EL FRACASO DE ISRAEL

A la pausa del horror, al silencio de las bombas en Gaza, que ojalá se prolongue "sine die", convendrá que le acompañe la reflexión. Pesa más inseguridad ahora, más precariedad de futuro sobre las nuevas generaciones israelíes. Dormirán más ligero, con el fúsil más cerca. Les despertarán más sirenas. Al amanecer proyectarán un mañana más acorralado, con menos jardines, con más alambradas. Más instrucción, más servicio militar, más refugios, más color caqui, más pesadillas…

¿Quién en su sano y cabal juicio podrá encontrar el más remoto sentido a los 46.700 palestinos muertos de la invasión? No se avizora ningún futuro mejor tras las grandes montañas de escombros. La destrucción masiva desnuda de toda humanidad, privada de toda compasión no ha logrado nada. ¿Quién no ve futuros muyahidines, yihadistas en los niños palestinos que corretean ahora en alegres bandas celebrando la tregua?

Después de su indiscriminada masacre, Israel sólo puede llevarse a casa una terrible derrota sobre todo humana. ¿Qué ha conseguido después de esa magna destrucción, después de esa siembra ingente de sangre y llanto prolongada durante quince meses? ¿Qué ha logrado tras ese feroz combate "tiktokeado", tras ese diabólico alarde de nueva tecnología y crueldad? El odio, y el ánimo de venganza es ahora en más corazones en medio del paisaje de cascotes. Hoy más banderas verdes se alzan sobre el paisaje gris de la desolación, hay más candidatos a echarse en brazos del radicalismo, a engrosar las filas del igualmente despiadado adversario.
 
El canje de rehenes se podría haber negociado después de la barbarie del 7 de octubre. Muchos túneles se han cegado, pero ahora hay más manos para seguir agujereando la tierra, sobre todo el sueño de la paz. Hay más voluntarios palestinos en Gaza y Cisjordania para empuñar el pico y la pala, también el Kalashnikov.
 
Incluso en el helador y exclusivo plano estratégico no han alcanzado los objetivos que esperaban. Todo ha sido un monumental desastre alentado por un insaciable ánimo guerrero. Netanyahu y sus halcones hubieran seguido con la locura bélica si el aliado americano no los llama al orden, no hubiera levantado un tardío, pero firme e incontestable “stopâ€. Incluso a Trump debía sonrojar sostener por más tiempo ese evidente y anacrónico desatino.
 
El fracaso de Israel es el del ser humano ignorante de que su bienestar futuro jamás podrá ser a cambio del inmenso dolor de sus congéneres. Israel ha fracasado ante el mundo civilizado, ante la comunidad de las naciones libres, democráticas y respetuosas de los derechos humanos. Ha sido derrotada moralmente porque la barbarie del 7 de octubre nunca debió ser multiplicada a tal extremo. La supuesta autodefensa derivó en clara revancha.
 
Una Israel dolida por aquel sorpresivo e infame ataque de Hamas no logró frenar el delirio belicista de Netanyahu. Una absurda y brutal guerra más se ha cargado a la espalda de la humanidad. Ya no correspondía, ya no era hora. Tanto dolor debe traer alguna recompensa en cuanto a progreso de la conciencia de paz. Ojalá hayamos ganado en hartazgo generalizado de la guerra, concluido con más rotundidad que el futuro de la humanidad hay que escribirlo lejos, muy lejos del terrible, animal e insidioso espíritu de la venganza.
 
Koldo Aldai Agirretxe
 


* Imagen de la destrucción en Gaza. "El País"

 
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