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LA VAQUERA Y EL ABOGADO

A nuestra vecina y amiga la vaquera le cedemos el inmenso verde que a nosotros nos sobra. Sus vacas cuentan así con más pasto y libertad. Ella nos trae calabazas, leche, quesos curados y sin curar, sobre todo grata compañía.

A él le conocimos en la punta de un monte. Venía de colgar la toga. La trocó por la guadaña. El ajetreo del asfalto y los litigios habían podido con él y su salud. En la ciudad contaba con muy acaudalados clientes, pero renunció a todo de un día para otro. Cerró el bufet y abrió las puertas de una casa destartalada en el campo. Es la historia hoy felizmente repetida de tantos hermanos y hermanas que dan la espalda a un pasado que no les nutría el alma.

No fue sólo un cambio de vida, fue mayormente una salida de supervivencia. Con esa guadaña en la mano le sorprendimos la primera vez que le vimos. La casa que compró, lejos de la civilización, la rodeó de frutales de todo tipo. Se hizo especialista en ello. Su enorme capacidad intelectual ya no se volcaba en complicadas leyes, sino en cómo contribuir a la sencilla magia de la creación. En la sombra de sus primeros manzanos empezamos a soñar juntos en un mundo nuevo, en la posibilidad de comprar unidos un terreno para ensayarlo.

Ahora ya estamos juntos en ese nuevo lugar, en ese proyecto que con ilusión y cariño estamos ensayando. Lleva por nombre Velouriz. Él sigue haciendo agujeros siempre que puede para plantar nuevos frutales. A pesar de sus enormes dificultades físicas, no para de cavar, de alumbrar nueva vida. Cada día sólo son tres o cuatro agujeros, pero profundizados con paciencia. Nosotros los empezamos con el pico y él los continúa con la pala y su meditación. No paro de soñar qué hojas y frutos emergerán el día de mañana de esos agujeros cavados con tanto amor, en realidad qué saldrá de este proyecto que, no sin dificultades, pero con fe y tesón, estamos auspiciando.

En año viejo la vaquera invitó a nuestros compañeros a su casa, con su familia a la cena. Mató un pollo para la ocasión, lo colmó con verduras y patatas de su huerta. Hay veces que hay que renunciar a los principios cotidianos para atender al principio superior de la amabilidad y la cordialidad. Es difícil decir que uno es vegetariano ante tal prueba de generosidad y afecto.

Ahora la vaquera y el abogado se encuentran en medio del inmenso prado y mantienen largas charlas. Él la instruye en cómo plantar aguacates, cuál es el momento, los tipos, los requerimientos, sobre todo cómo combinar los árboles masculinos y femeninos para dar vida a ese fruto tan delicioso… Ella le acerca la sabiduría del lugar, de la tradición. Ella le da contexto. Así la urbe y la naturaleza se encuentran, así sabiduría libresca, intelectual y de campo se nutren. Así se gesta vecindad, buenas relaciones. Con las sencillas charlas, en medio del inmenso prado, se alumbra igualmente un nuevo y más afable mundo.

Velouriz es una fuente inagotable de historias. Estos prados inmensos, estos sueños locos, estos proyectos, que a menudo semejaran imposibles, nos regalan también estos breves relatos de grato principio y final.

Velouriz 3 de Enero de 2024
www.velouriz.org
www.koldoaldai.org

 
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