Pedimos a los médicos en balde que nos alarguen la vida fÃsica, cuando en realidad deberÃamos de limitarnos a agradecer el lapso otorgado en la materia, ceñirnos a vivir nuestro tiempo con generosidad, entrega y alegrÃa, sin necesidad de prórrogas. Sólo nuestro EspÃritu vislumbra la eternidad desde su elevada atalaya. Hemos de acostumbrarnos a lo caduco, sobre todo acostumbrarnos a que no somos ese cuerpo, sino Quien lo habita. Hemos de interiorizar que ya habitamos antes muchos cuerpos, que habitaremos otros tantos; que vestiremos carne muchas veces, cuantas sean precisas para graduarnos en la condición humana. Hoy he ido al especialista con un dolor antiguo. Tecleaba sin parar, como si el objeto en cuestión fuera la máquina, como si la finalidad semejara más rellenar el formulario de su pantalla, que sanar mi cuerpo aburrido ya de tantas preguntas peregrinas. Marché como llegué con la misma incógnita a propósito de la dolencia, pero quizás con un poco más de desapego corporal. Al fin y al cabo la culpa era mÃa por llamar a esa puerta y no conformarme con las inevitable taras que a estas alturas uno ya lleva puestas. Artaza 2 de Diciembre de 2022 |
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