Al fin y al cabo un vagón nos puede facilitar también ese alto que necesitábamos. Un tren nos puede llevar lejos, pero también al centro de nosotros mismos. ¿Será que compramos caros billetes de eternos trenes porque no encontramos otra forma más sencilla de detener el tiempo? A veces no hallamos otra manera de retorno a lo esencial, de ordenar nuestros dÃas, de orillarnos hacia nuestro destino. Una ventana, una larga sucesión de paisajes y veranos huyendo, un silencio y contemplación de horas, nos pueden regalar la pausa imprescindible. Ahora ya sé por qué marchaste tan lejos "miña terra galegaâ€. —————— Las separaciones siempre son odiosas. Ella se queda con la espuma blanca, con el rugido de las olas y la algarabÃa de los niños. A mà me aguarda el pitido de un largo tren y la ancha Castilla. Al final del páramo, mañana mismo, trece bocas hambrientas. A ambos nos resta como patrimonio que jamás dividiremos éste y otros veranos de azul brillante, la comunión florecida y el cÃrculo de la danza con la que arañamos los Cielos. Apuro los últimos momentos de una playa de ensueño. Nadie logra frenar las mareas salvajes, pero tampoco nadie se atreve a detener el progreso de un tiempo algo más sosegado. Tras infinidad de encarnaciones dicen que marcaremos ritmo a las manecillas, pero hoy por hoy escondo lejos un reloj que ya nunca soñará con mi muñeca. Ni siquiera un libro gozoso que me arrebate este instante sagrado, que me separe de este presente que con cariño os comparto. Uno más que quiere raptar a ella y al océano para llevárselos tierra adentro. |
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