Yo le creo, le creo a él y a su “Tierra prometida†que es la misma que la mÃa. No hay diferentes “Tierras prometidasâ€, lo mismo que no hay diferentes Planes, diferentes Trabajos en pos de la humanidad y su progreso. No tengo pudor en glosar una vez más a este hombre entero, sincero, humilde, directo, que intentó durante ocho años conjugar sus altos ideales con un imprescindible pragmatismo, sus ansias de transformar el mundo con lo que la población norteamericana estaba dispuesta asumir. Yo le creo. La confianza en un humano es una conjunción de fe y de razón, pero por supuesto perdà toda gana de debatir sobre el tema. Uno es libre de jugársela en canchas perdidas. Una cosa es recibir los consabidos e inevitables palos, otra perder el tiempo y la energÃa. Uno debe apostar por lo que cree profundamente. El mañana sentenciará quien se equivocó. No podemos ser timoratos. Este hombre se empleó en cuerpo y alma desde el despacho con más autoridad en hacer de éste un mundo más justo, bello y solidario. Aquà está esta pluma en su apoyo. A veces sà nos movemos entre cuadros de ajedrez, a veces si aparecen claros los perfiles blancos y negros. A veces hay que optar, porque, por muy degradada que esté la clase polÃtica en general, nunca, nunca todos los polÃticos fueron iguales. Un buen amigo me habla de Obama como un enviado de la JerarquÃa para el desarrollo de la humanidad y yo le creo. A cada página que leo de este inmenso libro me acuerdo de mi amigo. Me reafirmo en que alberga toda la razón. Artaza 3 de Marzo de 2021 |
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