Al extraviado también será preciso abrazar. El asesino también merece nuestro regazo. No faltaré a quien pese a todo, no deja de ser mi congénere, mi hermano sufriente, fatalmente equivocado. Pienso también en él, en su terrible despertar. Puede haber algo más atroz que levantarse una mañana con ese inconmensurable peso en la conciencia, salir de un coche esposado y que te caiga toda la entera rabia del mundo. Mis brazos también son para él, para el salvaje humano. La compasión que trata de hacerse sitio en mÃ, no se pelea con la clara y radical denuncia, más bien se complementan. Abrazo la miseria, que en algún tiempo remoto, en alguna caverna apartada quizás también fue mi miseria… ¿Qué sabemos de nuestras prehistorias? Se puede comprender, pero no plenamente justificar, el revanchismo que aflora estos dÃas en las Redes sociales. Luchar firmes, rotundas/os, infatigables por el correr libre, contra el miedo, por la integridad de nuestras compañeras, por la vida siempre sagrada es nuestro urgente deber, nuestro firme compromiso; desnudar esa lucha de todo rencor, constituye también nuestro más alto y difÃcil desafÃo. Representa titánica prueba de desbordado altruismo. Habrá que intentarlo. Mil veces lo olvidaremos, mil veces nos lo habremos de recordar, sobe todo cuando llega el apartado de sucesos en los telediarios, cuando se derrama la sangre inocente. Hay quien sólo bajó a la tierra hace dos mil años para ponernos el más alto listón humano, para recordarnos que incluso habÃa que amar a los enemigos, incluso al aparentemente desalmado de despiadada locura en la cabeza y descontrolado cuchillo en mano. 19 de Diciembre de 2018 www.koldoaldai.org |
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