Xavi Ayén | Barcelona | 26/07/2008 Han llegado las abuelas, cargadas de buen humor, vestidos de colores y sabias enseñanzas. Procedentes de tribus indÃgenas de los cinco continentes, y como si fueran extraterrestres aterrizando en nuestro planeta consumista para predicar una nueva civilización, ayer propagaron su mensaje en Barcelona, recién llegadas de la Expo de Zaragoza y tras haber pasado por paÃses como Estados Unidos, Italia o la India, para pedir respeto al medio ambiente y a la diversidad cultural del mundo.
Todas ellas son consideradas sabias en sus comunidades, que les consultan las decisiones importantes (por ejemplo, la nación iroquesa, en cuya Constitución se inspiró la de los EE.UU. jamás va a una guerra sin consultar antes a su consejo de ancianas). En octubre del 2004, siguiendo los designios de la profecÃa ("cuando las abuelas de los cuatro puntos cardinales hablen, comenzará una nueva era"), constituyeron el Consejo Internacional de las Trece Abuelas IndÃgenas en Phoenicia (Nueva York), y ahora recorren el mundo para promocionar su libro La voz de las trece abuelas (Luciérnaga), un compendio del rico patrimonio cultural que representan y que llegará a los cines en un documental que se estrenará en octubre en los EE. UU. y en el 2009 en España. Con intérpretes que traducÃan de siete lenguas diferentes, la sala del hotel, junto al Fòrum, donde se encontraron ayer con la prensa parecÃa un zoco colorista. Algunas llevaban plumas en la cabeza; otras, tatuajes debajo de la boca; dos iban descalzas y otra tocaba el tambor para que sintiéramos los latidos de la madre tierra. Entre colgantes, sonrisas, bastones sagrados y trenzas, la seriedad de sus advertencias parecÃa compatible con la alegrÃa. Sólo faltó una representante budista del TÃbet, por defunción de un familiar.
La importancia de la sabidurÃa oral contrasta con nuestras sociedades, donde "las palabras que cuentan las escriben expertos y son dirigidas a una audiencia privilegiada". La takelma siletz muy diferentes entre sÃ, por cierto-, progresivamente destruidas por nuestra civilización, a través de una serie de puntos que incluyen, por ejemplo, "el derecho a utilizar nuestras plantas medicinales sin ninguna restricción legal" porque, como apuntó la lakota Beatrice Long, "la iglesia nativa del peyote imparte sus enseñanzas sagradas en ceremonias que purifican el dolor de los que sufren" con un uso de esta droga que la policÃa no clasifica como diversidad cultural, sino como mero consumo de narcóticos.
La empatÃa del público en las charlas que imparten es enorme (en el fondo, ¿qué hay más tierno que una abuela?) y, junto a sus explicaciones sobre danzas, maneras de tocar el tambor y bellas metáforas sobre el mundo, late el sentido común: "Es esencial llevarnos bien con nuestros familiares, ser agradecidos y cuidar nuestro comportamiento, no podemos emplear con los parientes los mismos paradigmas que usamos para la gestión de los recursos naturales". Los asistentes reflexionaron sobre la justicia al escuchar que "la pobreza no es algo individual, sino que solo le puede suceder al conjunto de la tribu, lo compartimos todo".
Lejos de un esoterismo radical, sostienen que "reivindicar nuestros mundos, repletos de fuerzas espirituales, no quiere decir que no se pueda pensar con la mente racional. Al contrario, a veces debemos hacerlo, pero no todo puede ser entendido solamente con la razón". Entre las oraciones, destacó la de Agnes Baker, que rezó "para que Oprah Winfrey nos saque en su show televisivo, eso nos darÃa la repercusión definitiva". Lo dicho: estas abuelas son realmente sabias... "El feminismo no es lo nuestro" Ante la insistencia de algunos periodistas sobre la importancia de "lo femenino" en su mensaje, la hopi Mona Polaca, de Arizona, se vio obligada a responder: "En la sociedad de hoy existe el pensamiento que separa lo masculino de lo femenino. Existe lo que llaman feminismo. Nosotras no representamos eso. Nosotras somos hombre y mujer dentro de cada una, representamos el equilibrio. En EE. UU. hay más de 600 naciones indÃgenas, cada una con su cosmovisión, unas somos matriarcales - como mi etnia- y otras patriarcales. En nuestra reciente visita a Italia, fuimos al Vaticano, y topamos con toda su fuerza masculina. Nos pusimos a rezar y la policÃa nos echó de allÃ. Hace más de 500 años, el Vaticano envió a sus exploradores a nuestras tierras y nos echaron de ellas. Hoy respondemos solamente con oraciones". Como contraste, apuntó que en la India fueron recibidas por el Dalai Lama.
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