TenÃa sus manos hechas al martillo y el formón, pero un buen dÃa le “ordenaron†coger la pluma. Andrés Valenzuela obedeció, como no podÃa ser de otra forma, y durante veinte años, al caer cada noche, encendÃa la lámpara de aceite para poder compartir con los hombres lo que le es dado en gracia explorar en su interior. El carpintero, jornada tras jornada, después de recoger la viruta, se sentaba a la mesa y llamaba a la puerta de “secretos archivosâ€, retrocedÃa en la historia, hasta tropezar con el Maestro de los maestros. No tenÃa estudios, pero no por ello declinó en el empeño. Sólo, perdido en una casona de la sierra murciana, escribió un nuevo evangelio, el de las “Gaviotas blancasâ€. No se le ve muy convencido en este nuevo afán de promover su libro ya editado. Su mirada escudriña horizontes que no encuentra por ningún lado. Lleva sólo unas horas en la ciudad y ya quiere huir del asfalto. Apenas sale de su refugio en el Parque Natural de Sierra Espuña. Allà este hombre mÃstico y altruista a un mismo tiempo, disfruta de cuanto aspira en esta vida, por eso tiene que hacer un gran esfuerzo para permanecer en el “mundo†y hablar de las enseñanzas ocultas de las que se siente depositario. AllÃ, en medio de la naturaleza, este hombre sencillo, de 52 años de edad, goza de esa paz que tanto añora, allà tiene sus máquinas de carpinterÃa que mueve con generador, allà su hijo mayor “Josué†que le ha acompañado en los quehaceres terrenos con la madera, en el ensayo de vuelo con las “gaviotas blancasâ€. ¿Pero quiénes son en realidad las gaviotas blancas? Según nos revela el carpintero serÃan todos aquellos humanos que aspiran a volar alto con el empuje de un amor cada dÃa más puro y vasto. Biblia moderna y universal Conseguimos sentarlo en la mesa de un café de la ciudad condal donde han presentado su magna obra. A duras penas logramos que nos comparta algo de la revelación de que ha sido objeto en su aislamiento ermitaño, que nos cuente la historia de este libro que “emplaza al lector a una mutación radicalâ€, siguiendo los pasos de un Jesús revolucionario. Del autor de este “canto a la felicidad†sus amigos subrayan en el prólogo la rectitud de su vida y “su titánica lucha en la soledad de las montañas, para conquistar, como autodidacta, una de las más altas cuotas del pensamientos humanoâ€. Empeño y constancia cuanto menos no le han faltado. Andrés Valenzuela pasó fugazmente por la escuela, sin embargo ha escrito un libro de más de 600 páginas sobre la vida del Maestro de maestros, que según afirma, se le ha dado a conocer de forma interna. No se considera a sà mismo ningún privilegiado, no aspira a reconocimiento alguno y, según insiste, sólo le mueve un anhelo de servicio a la humanidad. De hecho nos confiesa que para él no ha sido ningún placer revivir con sus “ojos de adentro†la persecución y ajusticiamiento del “Hijo del Hombreâ€. Poco se presta a revelar Andrés sobre su comunicación con los Cielos, sin embargo su trato afable, su mirada limpia, hablan de la sinceridad del esfuerzo bajo la lámpara de aceite. La ausencia de una elocuencia embaucadora nos coloca en la pista de una confesión verdadera. El carpintero se dirige a nosotros con mirada escrutadora, como interrogándose a la vez si sabremos hacer buen uso de los secretos de los que, no sin esfuerzo, nos hace depositarios. A lo largo de la conversación, nuestro interlocutor huye de la tentación de personalizar en exceso una obra que ha sido definida como “una Biblia universal inspirada directamente por los Cielosâ€. Llegada la hora de firmar ese inventó con el seudónimo de Luz Rama. Delirio o elevado vuelo Andrés no concibe su magna obra si no es merced al retiro y trabajo espiritual de muchos años en la montaña. En sus laderas experimentó a una edad joven “cambios orgánicos†y su conexión con lo que denomina “última realidadâ€. En ese pasaje de viejos encinares y recientes pinos carrascosos, se vio conmocionado por el impacto de extrañas vivencias y la consecuente sensación de locura que acompaña irremediablemente a toda verdadera aventura mÃstica. Con nadie podÃa compartir su experiencia. De entrada no sabÃa como encajar sus crecientes percepciones extrasensoriales; desconocÃa si aquello era normal ó, por el contrario, puro dislate. ¿Qué terreno hollaba, el de una dimensión trascendental ó el de la paranoia? Poco a poco la información le fue llegando con mayor constancia, en un ambiente de más paz y armonÃa. Antes de aceptar el delirio, prefirió autoconvencerse de que la psiquis humana está facultada para hacer conexión con el mundo espiritual o trascendental de la vida. Para establecer ese contacto de forma más permanente, Andrés era consciente de que habÃa que persuadir en su largo entrenamiento de una vida pura, en un constante ejercicio de pensamientos elevados. Se trataba también de evitar a toda costa cualquier experiencia“irrealâ€. El ermitaño no lo ha tenido fácil. A sus luchas e incertidumbres internas habÃa que añadir las batallas externas, el lidiar con las fuerzas sociales de la comarca que se le manifestaron en contra, “por mi atrevimiento a volar por las elevadas latitudes del EspÃritu Santoâ€. No le ha sido sencillo ser profeta en su misma tierra, pregonar higienismo, espiritualidad sin apellidos y pensamientos socialmente revolucionarios en medio de la España profunda, cañÃ. HabÃa que armarse de valor para dar a conocer por ejemplo su teorÃa sobre la regeneración y reproducción de las neuronas. Según Andrés, en virtud de este proceso, se puede incrementar los estados de conciencia positivos y por lo tanto contribuir al desarrollo de seres humanos más espirituales y de aspiraciones más fraternas. El “password†de la vida pura Su dura ascesis diaria era la condición autoimpuesta para emprender viajes cada vez más ambiciosos. Dice que se le dio en suerte contactar con elevados seres, de majestuoso porte que vestÃan unas impecables túnicas blancas. Tras esta experiencia se le concedió también el privilegio de viajar a Tierra Santa, en aquel tiempo en que “el más puro amor se hizo carneâ€. Le preguntamos si su experiencia se ajusta a visitas a los denominados “registros akáshicosâ€, esos archivos imperecederos grabados en el éter y que la tradición esotérica dice que registran todos los avatares humanos. Ni siquiera conocÃa la palabra, sin embargo si corrobora que le es permitido visionar internamente aconteceres históricos con el más mÃnimo detalle, como si los estuviera viviendo. Habla de esos registros como el disco duro de un gran ordenador donde se acumularÃan todos los hechos humanos. El despertar de nuestras facultades paranormales, unido a la pureza de intención proporcionarÃan el salvoconducto para acceder a esos misteriosos registros. Una vez dentro sólo habrÃa que seleccionar mentalmente el tramo histórico por el que el visitante se ve atraÃdo de forma especial. En sus visitas a “los archivos de la luzâ€, como también es denominada esta misteriosa memoria humana en los cÃrculos acuarianos, Andrés corrió enseguida a la vera de quien él concibe como el Maestro de la mÃstica universal. Sin embargo a la hora de transcribir sus vivencias se concedió la licencia de enmarcar a veces lo narrado en un contexto más actual. Cogió la historia de Jesús, pero con frecuencia colocó tras ella un escenario diferente, tal como le fue sugerido por sus mentores espirituales. No niega por ello que una cierta parte del libro contiene una aspecto creativo suyo y no revelado. Asà nos encontraremos a menudo con un Maestro inmerso en el contexto de nuestro mundo actual, que diserta sobre la forma de abordar enfermedades como el Sida y que alude a lacras como el hambre. El propio MesÃas invita en la obra a superar el decorado literario. “A mi me debéis de olvidar, le dice a Pedro, quedaros tan sólo con mi pensamientoâ€. Esta esencia, desgranada a lo largo de todo el evangelio, no serÃa otra que la necesidad de abrazar una vida de amor, honesta y sana. “El Evangelio de las gaviotas blancas†parece que buscara zarandear memorias, frente al olvido, establecer paralelismos entre los tiempos crÃsticos y los actuales, despertar al fin y al cabo las mismas y supremas inquietudes. El autor enfatiza en el aspecto revolucionario de Cristo, recupera su fuerza sublevadora de espÃritus, como si ésta hubiera estado sedada por tantos siglos de religión oficializada. En la obra de Andrés el papel de algunos personajes evangélicos no se ajusta al revelado en el Nuevo Testamento. Asà por ejemplo, Judas no aparece cumpliendo con su habitual papel de traidor. Se manifestará como un zelote “guerrillero†que persigue el noble fin de la liberación de su pueblo, pero por medio de la lucha armada. Su “choque†con el Maestro será debido a que la filosofÃa de la “no-violencia†es un aspecto cardinal de Sus enseñanzas. Jesús ecologista Sencillos remedios de salud y prácticas pautas vida natural se intercalan a lo largo de la obra en medio de las más elevadas disquisiciones metafÃsicas. No por casualidad el prologista alude a la obra como “un tratado de justicia, ecologismo y humanidad, y un gran derroche de amor universal y belleza literaria que hará estremecer el corazón de todo lectorâ€. El Maestro del “Evangelio de las gaviotas†es el mismo del amor fraterno, pero también es el higienista de las duchas de agua frÃa, de la alimentación crudÃvora, de los cataplasmas de arcilla y los brebajes de hierbas medicinales. El Jesucristo que nos describe el carpintero de la Sierra de Espuña, presta especial atención a la pureza y belleza de la vida natural y arremete a menudo, se dirÃa que con Ãmpetu militante, contra los poderes instituidos. El Maestro de Andrés Valenzuela es ese que clama: “¡Arriba, hijos de la Luz! ¡Arriba, blancas gaviotas de todo el mundo, alzad vuestros vuelos a las máximas alturas y llevad el mensaje a todas las naciones! Predicad la purificación de los hombres, la no-violencia, el trabajo de las manos, la unidad familiar, la vida limpia y honesta sin vicios, la fraternidad entre los pueblos y el respeto a la Madre terrenal. Id y multiplicaos como las flores del campo y dad vuestro perfume a la vida, y con vuestro comportamiento recto sed el mayor ejemplo vivo para todos los hombresâ€. Bromas del ordenador La redacción y edición del libro es ya de por sà una novela. Cuando Andrés vio que su hijo mayor, Josué, alcanzaba la edad de la adolescencia, le animó a realizar estudios de informática. El anhelo de este evangelista de nuestros dÃas era el de poder compartir con el mundo ese sinfÃn de hojas manuscritas. A mediados de los noventa padre e hijo se pusieron a la faena. La primera gran prueba sobrevino cuando vieron perdido todo su trabajo de ocho meses por un fallo informático. CarecÃan de copia de seguridad. “Casi me da un infarto†comenta un Andrés poco amigo de los avances de la ciencia. La compensación vino con el descubrimiento del programa de texto “Wordâ€, que traÃa consigo un corrector ortográfico. Las miles de faltas del original quedaban subsanadas con el revolucionario “producto del Gatesâ€. Sin embargo aún el texto distaba mucho de poder ser presentado al gran público. Es ahà cuando entra un personaje clave en la edición del libro: Francisco Romero GarcÃa “El Evangelio de las gaviotas†nunca hubiera visto la luz sin la inestimable ayuda de este funcionario del Estado de Totana (Murcia). El leyó la obra recién salida del ordenador y se sintió vocacionado a difundirla con todos los medios a su alcance. Este “amigo ilustrado†cogió el original digitalizado y se puso a corregirlo hasta la última lÃnea. A la limpieza ortográfica le siguió también una gran mejora en el estilo. Una lujosa edición de fuertes tapas, acompañada de dibujos y alguna imagen en color completaron el ingente trabajo. Vencidos ya los recelos para con las cuestiones informáticas, acaban de inaugurar una web de esmerado diseño que se encuentra en la siguiente dirección: www.renacerenlaluz.com El mágico “vÃdeo†de la historia Otros libros revelados han acercado a nuestros dÃas la figura del Maestro GuÃa. En cada uno de ellos se manifiesta una forma de escudriñar Sus pasos, una singularidad cultural y estilista propia del autor, además de una fijación en determinados hechos evangélicos. Asà pues el fenómeno vivido por Andrés Valenzuela no es único, aunque sà quizás el más cercano. En la segunda parte del “Libro de Urantia†tenemos una de las revelaciones más profundas y minuciosas que jamás se hicieran de la figura de Jesús. Este libro revelado en el Chicago de los años treinta, con toda su carga de polémica, no deja de ser un compendio de elevada sabidurÃa cósmica y una narración seria, pormenorizada y coherente del paso del Hijo del Hombre sobre la Tierra. Durante treinta y cinco años se encerró Josefa RosalÃa Luque Ãlvarez hasta “bajar†a la tierra los tres tomos de “Arpas Eternas. Alborada cristiana†(Editorial Kier) y el resto de sus obras de historia sagrada, inspirados en “ese espejo brillante y lÃmpido como no hay otroâ€. En los mencionados volúmenes se nos manifiesta un Jhasua, promovido por fuerzas cósmicas y sucesivas fraternidades iniciáticas con la finalidad de iluminar el futuro de la humanidad. Dicen que en su prolongado retiro apenas salió Josefa RosalÃa de la habitación, pues tan comprometida se sentÃa ella con la labor “encomendadaâ€. Esta argentina de Córdoba también debió de tener acceso a lo que ella denomina “Archivos de la eterna luz, donde esta todo grabado con calcos de fuegoâ€. La escritora de temas espirituales se referÃa de nuevo al “imborrable registro, siempre iluminado y vivoâ€, a las mismas “placas fotográficas†del universo, a la misma e infinita “cinta de vÃdeo†colocada por la propia naturaleza, capaz de revelarnos, en ciertas condiciones psÃquicas, la memoria del pasado. Otra popular vida del Maestro escrita tras levantar el velo de los archivos de la luz serÃa “La Vida de Jesús de los doce a los treinta años†(Ediciones Pacal. México). Este libro de autor desconocido, en el que se revela a un Jesús más viajero y galáctico, alterna curiosos relatos desconocidos sobre el Hijo de Dios con profundas enseñanzas. Ya en nuestros dÃas, quizá ninguna “biografÃa†revelada del Rabà ha sido tan bellamente narrada como la que nos han acercado los franceses Daniel Meurois y Anne Givaudan en sus libros “Visiones esenias†y “El otro rostro de Jesús†(Editorial Luciérnaga). Estas y otras obras suyas son fruto de una larga lectura en la misma “memoria del universo†ó anales akáshicos para la tradición esotérica. Según los propios autores la palabra sanscrita “akhasa†se refiere a un éter, a una sustancia infinitamente sutil, una forma de energÃa en la que se encuentra inmerso el universo y que tiene la propiedad de conservar el recuerdo visual y auditivo de todo lo que vive. Daniel Meurois refiere en su obra que para acceder a los “archivos de la luz†ellos viajan fuera del cuerpo más allá del mundo fÃsico. La entrada, de cualquier forma, tal como apunta el autor no es gratuita: “Una técnica no basta, ni muchÃsimo menos. Es el broche final de una larga preparación, de una profunda limpieza de los diversos cuerpos que no puede ser sustituida por ningún manual, pues está basada en el amorâ€. El consagrado y veterano literato galo nos refiere exactamente la misma experiencia del carpintero de Sierra Espuña. Con otras palabras nos habla del itinerario que también nos describe Andrés Valenzuela y que ambos han debido de recorrer para poder acceder a los misteriosos archivos. Las condiciones que apunta el prolÃfico escritor de temas espirituales para visionar los anales akáshicos son también las mismas que detalla el autor del “Evangelio de las gaviotas blancasâ€. Es decir se requiere la autorización de los seres espirituales que custodian esos anales. Ellos se cerciorarÃan previamente de la pureza de intención de los “viajeros†y de su capacidad de asimilación. Es también condición inexcusable que la investigación no abrigue ningún objetivo personal. Daniel Meurois y Andrés Valenzuela coinciden igualmente en la forma en que se efectúa la lectura de los anales. Ambos afirman que las escenas se reviven con absoluta nitidez. No nos facilita mayor detalle, pero Andrés acaba confesándonos que él mismo vivió “muy de cerca†el drama del Hijo del Hombre. Sà hay alguna diferencia en cuanto a la lengua. Mientras que el escritor francés, ahora afincado en Canadá, revive las palabras en el idioma de la época “pero las comprende como si lo dominaraâ€, al de Murcia se le manifiesta todo en claro y nÃtido cervantino. En cuanto a la experiencia vivida nuevamente coincidirán en haber sentido unas emociones y haber recogido unas percepciones ajenas a su personalidad. Ambos confÃan también en que “los seres de corazón†sabrán apreciar el esfuerzo. ¿Delirio mÃstico o envidiable aventura de quienes alcanzaron a correr el telón de otras realidades históricas, de quienes otearon a un mismo tiempo, desde privilegiada atalaya, un pasado y presente igualmente brumosos y hermosos, igualmente duros y desafiantes? Juzgue el propio lector. |
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