Una vez desperdigados nosotros por el mundo, quizás sean esas melodÃas y toda su carga de valores y recuerdos los que nos mantienen unidos. Cantamos mucho, pues el canto nos daba la inmediata oportunidad de hermanarnos, ya con el plato en la mano, ya con el alba despuntando, ya con los caminos recién abiertos, ya en el inicio de cada uno de los múltiples cÃrculos... Ahora, en cada rincón del dÃa en que se posa el canto en nuestras ya resecas gargantas, volvemos a sentir cercano al grupo, en realidad nunca desperdigado. Aquellos cantos nos devuelven hoy la sensación de que algo del Cielo y su bendita unión, quedaron anclados en nuestros corazones. No tardó en aparecer la nostalgia de las flechas amarillas, de los pasos aunados, de los cuerpos estrechados en tantos cÃrculos… Nostalgia incluso de aquel gallo de Juan Carlos que fulminaba nuestros sueños a las 7 de la mañana. Nostalgia sobre todo de cuando dormÃamos juntos en los grandes polideportivos, como si los sueños tejieran bajo el mismo techo de uralita una suerte más profunda de fraternidad. Unen los cantos, une también la oración que recitábamos con nuestros cuerpos apretados por el frÃo matutino. Unen las danzas de profunda y gozosa paz a la luz de la luna. Une la senda tantas veces santificada, une el sudor, la perola grande de cous-cous con curry, la sopa caliente compartida al término de tantos dÃas, pero sobre todo une descansar sobre el mismo y duro suelo, culminar el dÃa juntos, sumando alientos, sumando sueños. En varios polideportivos dormimos en medio de la cancha, formando con colchonetas y esterillas gran cÃrculo, como si nos resistiéramos, al dejar nuestros cuerpos y emprender vuelo nuestras almas, a distanciarnos unos de otros. Asà no es de extrañar que muchas lágrimas se fueron a reunir con el rocÃo de cada alborada. Era el abrazo matutino cuando, después de la oración, despedÃamos a tantos que nos fueron dejando a lo largo de las jornadas. Esas lágrimas eran condensada expresión de la fraternidad gestada. Caminaron, sirvieron y marcharon. Entre la niebla de la joven mañana buscábamos la silueta de sus cuerpos, olvidando que esa fraternidad es marea siempre en marcha que no conoce apegos.
El laberinto de fuego que veis en la imagen, nos preparó para los desafÃos más empinados. La belleza de aquella noche que nos ofreció Mariana y su equipo, nos acompañó por los altos y verdes senderos gallegos. Con Miyo vino la explosión de la alegrÃa colectiva, como si hubiéramos esperado ese momento para que él pusiera en nuestros labios los más bellos cantos (“Dame la mano…â€, “Que la dicha de la Diosa te acompañe...â€, “Que sea por la paz y por la unión…â€), para que marcara a nuestras piernas aquellos frenéticos ritmos concheros. Con Nuria Aragón vino el recuerdo de una vida más sana y más pura a la que estamos llamados a sumergirnos. Celsa y Carolina nos trajeron el llamado del grano y todo su universo de integridad y de vitalidad. Nos invitaron a sumergirnos en otra danza también intensa ligada al recuerdo del “Corazón únicoâ€. Lola y el equipo de Byakko nos iniciaron en mitad del bosque en la ciencia, hasta hace poco oculta, de los mudras. En medio de todo ello nunca dejamos de cantar y danzar, ya danza espontánea con Carmen Paz (Biodanza), ya danzas sagradas, sublimes con Victoria. Como era de prever el Camino iba por dentro, de manera que los retos más duros afloraban cada mañana más en forma de desprendimiento, de servicio, perdón… que de kilómetros ya cuesta arriba, ya cuesta abajo. El Camino colectivo se manifestó como lo que es, un excelente gimnasio de donación, una bendita posibilidad de conocernos un poco más. Desde Astorga a Santiago, la intensa convivencia de 18 dÃas nos proporcionó un relato más certero de nosotros/as mismos/as, de nuestras debilidades y aciertos. Asà hasta que un dÃa las torres de una gran Catedral se plantaron orgullosas ante nuestra mirada agradecida en el Monte del Gozo, hasta ese momento en que dudamos si seguir las flechas amarillas, o volver a empezar ya no desde Astorga, sino desde algún extremo lejano para que aquello no acabara nunca, para que la familia peregrina perdurara, para que nuestros pasos no se dispersaran. En Santiago dimos el resto. Primero el sábado en la misma plaza del Obradoiro y al dÃa siguiente en la de la Quintana. Con toda la fuerza y la fe acumuladas en el camino, nuestros cantos se derramaron sobre esa planta adoquinada, sobre esa urbe sagrada. Los cÃrculos de celebración y danza, los propios corazones se ensancharon en su máximo diámetro. La bandera de la paz de Roerich, formada por flores, constituyó nuestra ofrenda a la ciudad, al mundo. Las 170 grandes banderas de todos los paÃses que trajeron las amigas de Byakko, multiplicaron nuestro compromiso de paz, extendiéndolo a tantos paÃses. La tarde del sábado nos reunimos en el camping de San Marcos del Monte del Gozo, las diferentes familias espirituales concitadas para explorar las posibilidad de promover iniciativas conjuntas de cara al próximo e importante 2012. Gracias al centenar y medio de peregrinos que unieron sus pasos a la “Comunión que caminaâ€. Gracias de corazón a los facilitadotes y a los lÃderes de los grupos y movimientos que nos acompañaron. Gracias a Manuel (Proyecto Risa), a Miyo y los concheros, a Mariana y las Hijas de Gaia, a Nuria Aragón y a Ben, gracias a Arminda Jack y su equipo, a Celsa y Carolina del movimiento del Corazón único, gracias a Carlos Descalzo y Anita de la Red gallega de Luz, a la gente de Byakko Internacional, de Amalurra, a Carmina Paz (Biodanza), a Victoria Etxenike (Danzas de Paz Universal), a Mari José de MaÃz, asà como a la familia del Santo Daime. Gracias por supuesto a Don Alvaro (El becario), nuestro guÃa infatigable e incombustible, que supo como nadie sacar adentro de aquellos cuerpos, fuerzas de la nada, adentro de aquellas almas, gozo cuando amenazaba desencanto. Gracias a Trini que puso canto, brÃo y concha, bajo el sol y la lluvia, en los primeros y últimos pasos de cada jornada, siempre en los momentos más oportunos. ¿Quién ha escondido aquella bandera blanca tan unida a nuestros sudores, a nuestros horizontes? No tarde en desplegarla quien ahora la custodie en su baúl de recuerdos. La Tarea continúa. Juntos podemos. La felicidad que hemos gozado estos dÃas la queremos también para el mundo. De los beneficios obtenidos en la peregrinación, 1.300 euros han ido a parar a las siguientes ONGs: Colores de Calcuta (500), Calcuta ondoan (400) y Educanepal (400). Asà mismo otros 2.600 euros de esos beneficios serán invertidos en el futuro en la continuación de la tareas de aliento de la unidad en la diversidad espiritual y de fomento del encuentro interreligioso, labores con las que estamos comprometidos. |
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