Cuarta crónica. 12 de Marzo desde Kolkata Intenso trabajo en la "Ciudad de la AlegrÃa" Muy querid@s amig@s Sólo nos quedan las dos actuaciones de mañana en dos diferentes hogares de Madre Teresa. Pasado mañana volamos de nuevo a Mombai, ya camino de casa. Damos gracias a Dios, pues hemos podido cumplir con bien el cometido inicial y todas las actuaciones programadas. Por ahora sólo os podemos compartir un relato inmediato, sin mayores reflexiones y conclusiones. No es fácil digerir todo este impacto. La distancia será necesaria para el proceso de esta información. Intentaremos seguir pues con la crónica lineal de los acontecimientos, aunque no resulte sencillo. Parece que el calor fundiera también los recuerdos, parece que comenzaran a amalgamarse unos encima de los otros. Se superponen ya en la memoria unos y otros dÃas, una y otras actuaciones. Hoy hemos tenido las dos actuaciones en los dos hogares de Fundación Ananta-Colores de Calcuta, el primero para los niños de la guarderÃa y desnutridos, la otra actuación para las niñas y adolescentes de su internado. Hemos ido de la mano de Antonio Mesas, un veterano por estas tierras que regenta ambos proyectos. El apoyo económico que ha comenzado a brindar Ananta es imprescindible para el futuro de los dos centros. Al acabar la primera actuación para los niños más pequeños, me han colocado en mis brazos una criatura desnutrida, que entró ayer en el centro. TenÃa ya varios meses pero no pesaba nada. No lloraba. Su mirada sólo interrogaba. No pesaba nada su cuerpecito sin carne y sin embargo su mirada perdida se me hacÃa difÃcil de sostener. Al abrazare ese esqueleto me asaltó un profunda tristeza. La deplorable condición de ese niño denunciaba la magnitud de nuestro egoÃsmo humano. Nos mostraron las fotos de los niños con los que habÃamos jugado antes de entrar en el hogar y tras una vez pasado un tiempo en el mismo. Ver esas fotos que publicaremos una vez de vuelta a la penÃnsula, de seguro que animará a la gente a apoyar este magnÃfico proyecto de Fundación Ananta-Colores de Calcuta en colaboración con una Ong local. En el templo de Belur Math La tarde de ayer nos la tomamos libre, pues no tenÃamos actuaciones. Fuimos al templo de Belur Math en las afueras de Kolkata. Nuestros oÃdos pedÃan ya los sonidos de este género de recintos. Nuestro espÃritu demandaba fundirse con la espiritualidad del lugar. Durante una larga tarde éramos unos hindúes más recogidos en las anchas esterillas del templo extraordinario. Nuestras manos se juntaron en el pecho admirados por cuanto nos rodeaba, sobre todo emocionados por el profundo recogimiento de todas las almas allà concentradas en tan reducido espacio . Nos urgÃa cargar también nuestra alma para acometer el último trabajo en Calcuta. Hemos disfrutado de esa India mÃstica que tanto echábamos en falta. Nos hemos sumado a los cientos de fieles y sus mantrams. Nuestros oÃdos han agradecido ese paréntesis entre el ruido atronador del tráfico y los cláxones. Bocinas a todas horas, en todo lugar y de la forma más gratuita. A decir verdad no sé ni siquiera ante quién nos hemos postrado, ante que santón hindú hemos rezado. TenÃamos ganas de comunión mas profunda con la gente y hemos ido tras los pies devotos de los shadus. A la orilla del rÃo nos hemos quitado las sandalias y la paz del grandioso templo, no ha parecido otro mundo… No hay fotos pues no estaban permitidas, pero nuestra lente interna captó con precisa resolución la imagen de tan bella ceremonia de cantos y mudras de los monjes del lugar. Ashabari, remanso de paz Pero vayamos por partes, pues habÃamos dejado la anterior crónica camino de Ashabari. En esa casa habÃamos encontrado ya nuestro primer e imprescindible remanso de paz. La acogida fue por lo demás fenomenal. Después de diez dÃas de permanentes ruidos, sólo respirar silencio fue un placer inenarrable. Junto a los arrozales, en el arranque de los caminos de polvo, a la vera de las palmeras gigantes, está la Casa que Das y su mujer con el vital apoyo de Calcuta Ondoan, hace ya creo, que siete años han establecido este hogar a unos 20 kilómetros de Kalcota. Allà acogen a adultos desvalidos de la calle. También tienen un consultorio medico en el que atienden a enfermos de un radio importante. Finalmente desarrollan también diferentes labores sociales, entre ellas la de promoción de la mujer. Nuestra actuación se ubicarÃa precisamente en el marco del festival a celebrar con ocasión de la celebración del dÃa internacional de la mujer. En ese mar de arrozales pudo descansar nuestra mirada y espÃritu. Nunca llegué a valorar tanto el silencio. RevivÃa a cada paso por esos senderos de polvo entre las casitas de barro, disfrutando sencillamente de un paseo sin ninguna suerte de agobio saludando a unos lugareños siempre sorprendidos. Disfrutaba sin la inquietud de las bocinas de los coches y las motos a la espalda. Al dÃa siguiente fue un gozo despertar en medio de esa vegetación exuberante, a la vera de esas palmeras gigantes que escalan los cielos siempre azules. Bien entrada la mañana del domingo dÃa 7, comenzaron a fluir por las veredas los rÃos de colores. Era las mujeres que venÃan desde las aldeas de alrededor con sus más vistosos sharis. Muchas de las mujeres eran madres muy jóvenes con sus criaturas en brazos. TendrÃamos después ocasión de conocer la vida dura de buena parte de esas gentes. Por el trabajo en el campo de toda una intensa jornada, perciben el ridÃculo salario de 40 rupias (menos de un euro) y dos kilos de arroz. Eso cuando consiguen trabajo, pues la mitad del año están sin tarea. Hasta que no comienzan las lluvias no pueden recoger ir a los cultivos. No tienen nada… En fin, el caso es que por todos los lados aparecÃan esas mujeres alegres por la oportunidad de encuentro que les brindaba la celebración. Muchas de ella niñas madres llevando a niñas sobre sus brazos. Niñas sin juguetes, muñecas y adolescencia. Dicen que se han de casar jovencÃsimas, pues de lo contrario no encontrarán marido. Ya para el mediodÃa estaban reunidas la mayorÃa de las mil quinientas mujeres que se aguardaban, en una gran campa verde contigua a Ashabari. Comenzaron los actos sobre un tablado de madera instalado al efecto. Sorprendente mayorÃa de oradores masculinos en un acto del dÃa de la mujer. Kili kili y Kolo kolo se las apañaron como pudieron en un reducidÃsimo escenario. Al atardecer, ya de vuelta para casa, todas las mujeres son obsequiadas con un paquete de tortas de patata. Otra prueba de la generosidad de Das y su equipo que todo lo dan. Según nos cuentan ese tipo de gestos resulta para ellas totalmente novedoso. Gurap y Pandua Dejamos, no sin pena, el lunes por la mañana a esta entrañable gente de Ashabari. Nos aguardan las citas de Gurap y Pandua, concretamente en las misiones de los jesuitas que también apoya Calcuta Ondoan. Se encuentran a alrededor de 80 kilómetros al norte de Kolkata. Los jesuitas que regentan una y otra misión ejercen de padres, médicos, enfermeros…para alrededor de 100 y 200 niños respectivamente. Tienen a su custodia los niños de los agricultores sin tierra, aquellos que se las ven y se las desean para pagar las doscientas rupias mensuales (alrededor de 3 euros) que les cuesta la escolarización, comida, alojamiento… de sus niños. La analbetización contribuye a la explotación de los campesinos. Hay quienes ni siquiera saben lo que les pagan. Con toda su inocencia encima acuden a donde los padres jesuitas a donarles por entero el sueldo ganado. Ellos, por su puesto, tratan de instruirles al respecto. Actuamos con una fenomenal acogida en los dos lugares. En la segunda actuación de Pandua y al igual que en el resto de los lugares, una vez concluido el espectáculo, pintamos de rojo las narices de los niños, para transformarlos en improvisados clowns. Para ello se colocan en fila. Son unos momentos muy gratos, pues asà podemos mirar a cada uno de los niños de frente por unos breves instantes. Cual fue en esta ocasión nuestra sorpresa al comprobar que en esta ocasión, algunos se nos acercaban con las palmas de las manos unidas, tal como si fueran a tomar la sagrada comunión. Henos ahà pues de repente los clowns mutados en coloridos sacerdotes, pintando de rojo narices al tiempo que bendiciéndolos, pidiendo al cielo protección y amparo para todas pequeñas e indefensas criaturas. Ya no somos payasos sino magos intentando acercar bendiciones del cielo a la tierra a través de las pinturas de colores. Por la mañana muy temprano habÃamos acudido a su misa. Los niños con su uniforme de azul y amarillo a la derecha y las adolescentes de una casa de religiosas cercana, con sus velos de colores a la izquierda. Los cantos llenos de alegrÃa de los niños se unen a los sonidos de una naturaleza que a través de los pájaros saluda también feliz a la mañana. Un dÃa retumbarán dentro de nosotros el eco enternecedor del canto de todos esos niños durante la misa matinal y olvidaremos todo lo demás, todas las dificultades inconvenientes del viaje. …de nuevo Kalkota Es hora de volver a Calcuta. Comienza de nuevo la batalla en el asfalto. Ya desde primera hora de la mañana pelea con el taxista para que no vaya tocando el claxón la mitad del recorrido… Nuestros oÃdos no lo soportan, tampoco deseamos que prepondere esa ley salvaje del más fuerte. Quien tiene más motor y más vehÃculo aparta a los que tienen menos. Los más perjudicados los peatones. No deseamos que se perpetúe esa ley salvaje del más fuerte. En Calcuta los policÃas usan palos de madera con los que atizan a los vehÃculos… El dÃa del nuevo desembarco en Calcota actuamos para la escuelita de “Ek Prayas†en el centro de Kalcota. Era un contacto que nos habÃa facilitado nuestra amiga Iurre de Zumaia. Ella y su compañero han creado también una pequeña ONG con la que están apoyando esta escuelita de niños pobres. La directora emocionada por lo vivido, nos invita a un refrigerio al término de la actuación. Nunca habÃan visto esos niños pobres nada semejante, no por la calidad, sin duda más que discutible del espectáculo, sino porque en su vida nunca habÃan disfrutado con la presencia cercana de payasos. Quedan anotaciones en el bloc, pero no queda tiempo para teclearlos. Por la habitación del hotel corretean los ratones, por el baño los lagartos… No hay tiempo de caza, es hora de dormir. El cuerpo reclama su descanso… Quizás haya antes de volar para la penÃnsula nueva ocasión para seguir compartiendo vivencias. Voy en un salto a la ciberchabola a enviaros todo esto. Fuerte y fraterno abrazo en nombre de Ana, Cristina, Javier y servidor desde esta siempre sorprendente “Ciudad de la AlegrÃaâ€. K. Tercera crónica de Kolkata Con las Hermanas de la Caridad Querid@s amig@s: Desde esta ciberchabola de Kolkata os escribo unas lÃneas para compartiros el último parte de nuestro periplo. Es solo un pequeño resumen, pues al dÃa de hoy y con el poco tiempo disponible es imposible un parte ordenado, preciso y completo. Ayer en Kolkata se cerró mi cuaderno de apuntes. No tenÃa ninguna gana de seguir escribiendo. Sólo escribo para la esperanza, si no callo. Ayer el silencio era sin duda la mejor opción. No me extenderé, no hay placer alguno en describir mugre, miseria, sudor a mares y ruido ensordecedor a raudales, por todas partes. Los cantos del Iman -el 80 por ciento de la población de Kolkata es musulmán- con watios ensordecedores, parecÃan ser el bálsamo de muchos de los paseantes..., pero para nosotros difÃcilmente soportables. Los inconvenientes de todos los dÃas anteriores se verÃan justificados en una sencilla ceremonia. La recompensa de tanto sinsabor vendrÃa hoy a la mañana, sábado 6 de Marzo, al final de una larga calle que comenzaba a despertar, en la enorme casa gris, en el baluarte de la entrega desde el que la Madre de los pobres iniciara su apostolado de amor. A las 6 de la mañana era la misa en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Allà estábamos sobrecogidos y bendiciendo la oportunidad de estar en tan sagrado lugar, en el corazón de una casa, de un movimiento..., que tanto amor ha irradiado por todo el mundo. Renuncia total al mundo y consagración plena a l@s últim@s de la tierra es lo que se respira entre las paredes desnudas de ese lugar bendito. En la gran sala oratorio, se sitúan a un lado las hermanas, al otro los voluntarios. No hay más mobiliario que unas esteras en el suelo. Sobre ellas nos arrodillamos felices. El ruido de la calle a veces apaga incluso la voz del sacerdote canadiense. Pero el ruido, por enorme que sea ya desde primera hora, no puede devorar ese santuario de paz, devoción y entrega allà creado... Después hablaré con el cura anciano. Lleva 39 años en Kolkata. Se le ve feliz. En medio de ese recogimiento matutino, en medio de ese lugar santo entre los santos, uno va recuperando la esperanza a borbotones. También las ganas de abrir el cuaderno de notas y después buscar teclado. A la vista de ese cuadro entrañable, es posible afirmar que el mensaje de Jesús sigue vivo, que su sacrificio no fue en balde, que la humanidad está sostenida, que puede mirar al futuro con fe. Empiezan a martillear en el propio café... TodavÃa menos tiempo, por lo tanto, para estas lÃneas... En el lado de las hermanas todo es el blanco de las postulantas y blanco con las conocidas franjas azules de las ya consagradas y con votos. La mayorÃa de ellas orientales, pero sorprende ver también muchas occidentales. Su testimonio es, si cabe, más entrañable por todo lo que ello comporta en cuanto a lo que han debido renunciar en sus lugares de origen. En el lado de los voluntarios todo es colorido, razas, culturas y lenguas diferentes. Sólo estas mujeres y su elevado testimonio son capaces de hacer caminar hasta la sagrada forma de la comunión a rastas y demás tribus variopintas de todo el mundo. Los cantos de esas mujeres santas llenan toda la atmósfera. Sus gargantas celestiales, sus melodÃas divinas, su corazón puro, son su infinita fortaleza. Nada ni nadie puede atacarlas, pues están a todas luces protegidas desde Arriba. Después vendrÃa un sencillo desayuno para tod@s l@s voluntari@s. El chaid de esa mañana tiene un sabor doblemente dulce. Tras el refrigerio llega repartición de las tareas del dÃa. Nosotros no nos sumamos, pues hemos de partir para Ashabari, donde actuaremos, si Dios quiere, mañana. L@s amig@s de Calcuta Ondoan nos han allanado el camino hasta su hogar de acogida a 20 kms. de la gran ciudad. Se abre la persiana de metal y salen hermanas y voluntarios a prodigar amor por esas calles de inframundos. En realidad uno hubiera querido que esa persiana no se abriera nunca. Que el mundo y todos sus sufrimientos aguardaran allà fuera. Uno hubiera querido esconderse y permanecer entre esos muros impregnándose de todo lo que le falta. El egoÃsmo busca refugio y distancia con respecto a esa ciudad inmensamente pobre... Solo una persiana, pero en realidad es un abismo... Retrasamos todos lo que podemos el abismo. Nos recogemos unos momentos en la tumba de Madre Teresa. Junto a ese mármol liso, sencillo, austero, pedimos por esas mujeres, para que Dios las llene de fuerza y si aún les cabe, de más amor, para proseguir su valiente y elevada misión. Que quienes todo lo dan, sean inundadas de fe y de coraje, que pueden seguir siendo testimonio de Su infinita compasión y donación sobre la Tierra. MerecÃa la pena todo el precio de sinsabores y ruidos para llegar hasta poner la frente en ese mármol frÃo. MerecÃa la pena... No sé lo que vendrá después. No sé si podremos encender alguna sonrisa más. Ojalá asà sea. Ojalá Dios lo quiera, pero nuestro viaje ya ha cobrado sobrado sentido y nosotr@s nos hemos visto sobradamente recompensad@s. Un sublime amor revestido por un humilde shari blanco camina sobre la tierra... Que podamos aprender la lección de caminar nosotr@s también sobre la tierra sufriente, con los pies descalzos, con las plantas negras si es preciso... Hemos sido tocados bien dentro y aún no podemos procesar todo lo aprendido. Tiempo habrá. Cesa el ruido en la ciberchabola, pero es preciso dejar el teclado. Gustoso seguirÃa compartiendo tantas sensaciones que no caben dentro... Gloria a Dios. K. Segunda crónica desde Mombai Con la gente de "Sonrisas..." 3 de Marzo Sudorosos, saturados de ruido, rendidos, pero felices…, volvemos al atardecer al hotel. Como sólo hemos salido Javi y yo, hemos probado el autorickshaw (vehÃculo de tres ruedas). Puede ser más rápido que el taxi, pues se mete por cualquier lado, pero la tensión por el ruido y el riesgo inherente es aún mayor. Hoy no habÃa actuación. Nos han pedido los amigos de “Sonrisas de Bombay†que previamente observáramos el panorama y que posteriormente estudiáramos la posibilidad de actuación. Hemos hecho de nuevo kilómetros y kilómetros hasta las oficinas de Sonrisas. En realidad, tras una semana aquà nos damos cuenta de que en cualquier dirección que vayamos siempre hay más ciudad, siempre hay más asfalto y más ruido del que podamos imaginar. Cada dÃa llegan 900 personas nuevas a la ciudad, que ya anda por los veinte millones de habitantes censados, más alrededor de otros cinco sin censar. Hoy fue un dÃa colmado de aprendizajes. La visita a los proyectos de Sonrisas de Bombay bien merece un reportaje aparte. Habrá ocasión para ello de vuelta a casa. Hoy por hoy no da más que para unas breves notas. Sonrisas de Bombay, junto con su contraparte india, “New lifeâ€, gestionan y financian un total de 109 guarderÃas. Hemos estado en dos de ellas. En cada una de las guarderÃas habÃa alrededor de una veintena de niños. Late la esperanza en medio de esos slums (barrios de chabolas), esperanza alentada por esta gran organización que creo Jaume Sanllorente. Hemos podido constatar sobre el terreno la extraordinaria labor de esta ONG que lidera el periodista catalán. Los slums pueden ser de obra, chapa o incluso algunos más humildes, de plástico y lona. Apenas unos metros pueden separar la India opulenta de los edificios modernos de esa otra, lamentablemente más abundante, colmada de miseria. Dentro de los pequeños hogares de alrededor de 4 por 5 metros donde tan a menudo pueden convivir hasta 7 u 8 miembros de la familia, reina la limpieza y el orden de sus escasos enseres. Otra cosa bien distinta es la enorme cantidad de basura que se acumula en tantos rincones. Además del proyecto de las guarderÃas, Sonrisas trabaja apoyando a una leproserÃa, y financiando una escuela y un orfanato. Ya no hay tiempo para mucho más. Mañana, si Dios quiere, volamos para Kolkata, allà nos espera un trabajo más intenso de a razón de dos actuaciones por dÃa. Habrá pocas oportunidades de reportar... Nos retiramos ya a descansar. El eco de la ciudad superpoblabada reververa en nuestro interior, se nos ha metido hasta bien adentro. Hasta la habitación del hotel nos persigue el ruido, pero el cansancio nos llevará pronto hasta de la mano hasta el más profundo sueño. K. Primera criónica desde Mombai Estreno en la megaurbe HabÃa que despertar al payaso que yacÃa en medio de la sala. Ella se levantó sola y resuelta. Abandonó el cÃrculo donde se encontraba con los demás niños y empezó a reanimar a un Kili-Kili tumbado en el suelo. Una ola de ternura invadió en ese instante toda la sala del humilde colegio. El otro payaso también dejó de actuar. La niña fue por instantes la reina absoluta de la escena. Todos mayores y pequeños mirábamos con asombro a esa criatura de apenas cinco años que se habÃa situado en mitad del cÃrculo y cobrado protagonismo con la sola intención de devolver la vida al payaso. Intentaba una y otra vez, con suaves palmadas en la cara, resucitar al clown derrotado en el boxeo. Las lecciones de los niños nos han acompañado desde el primer dÃa. Con Nirmala de Aseema Los adultos también nos han derrochado aprendizaje. He ahà el ejemplo que al rato de la escena narrada nos darÃa Nirmala, la directora del centro y coordinadora de Aseema, ya en una de las aulas de ese colegio del extrarradio. Creando un cÃrculo en el suelo con los niños, se habÃan puesto a rezar, con una devoción que nos llegó dentro, al Dios de todos los seres humanos. Con las palmas de las manos unidas recitaban una oración universal apta para los pequeños de las diferentes religiones indias. Después nos lo confesarÃa en la comida que nos ha ofrecido: su religión es la del servicio. Nos compartió su generoso y vital testimonio, al tiempo que disfrutábamos del sencillo combinado de arroz y verduras, el plato de los niños. En medio de esa comida tÃpica, siempre un poco picante para nuestro paladar occidental, nos ha manifestado también su gozo por contactar con personas con “latido interiorâ€. No nos conocÃamos previamente, pero habÃamos contactado con otro nodo de la red de luz. SÃ, bajo el asfalto de 18 millones de habitantes, bajo los atascos atronadores, también pulsa la red universal de amor y de compasión. Nirmala es parte importante de Aseema, la ONG que se encarga de cubrir en las escuelas las importantes necesidades que no asume el gobierno. Aseema lleva en autobuses a los niños de los “slumsâ€. Todos esos pequeños de familias desestructuradas de repente visten uniforme y están delante de una pizarra. Desarrollan además su aprendizaje con uno de los métodos más cualificados, el de las escuelas Montessori. En palabras de Nirmala “a quien no tiene nada hay que darle todoâ€. Hemos podido constatar su esfuerzo en proporcionar la mejor educación a los últimos de entre los últimos. En el “Famous Studio†HabÃamos mantenido otros contactos con otras personas y organizaciones de esa oculta red de buena voluntad. Nos habÃan también impresionado muy positivamente los jóvenes de Pragati. Ellos se dedican a llevar arte, expresión y alegrÃa a los niños hospitalizados. Freedom of Expression Movement (www.bethekey.com) era otra organización de jóvenes con la que habÃamos entrado en contacto. SÃ, en medio de ese panorama multicolor, pero que demasiado a menudo carga con el gris de la miseria; en medio de esas calles infinitas que tan a menudo nos golpean por dentro con la agresividad del tráfico, también hay ángeles…, gentes que viven por y para hacer la existencia más feliz a los más pequeños. Nosotros sólo nos dejamos pasear por ellos. Ellos nos han llevado al encuentro de la fiesta. En este caso, ambas organizaciones de manera conjunta habÃan reservado una gran sala en las instalaciones del llamado Famous Studio en el centro de Bombay. Alrededor de 150 niños de los “slumsâ€, es decir de los barrios más pobres, habÃan subido a varios autobuses. HabÃan viajado desde la geografÃa más depauperada que pudiéramos imaginar, al lejano e inaccesible centro urbano. Les habÃan pintado la cara y les habÃan dado de comer a la grande. Dentro de las instalaciones les aguardábamos los payasos. Les habÃamos dicho que no éramos profesionales, que estaban ante puros aficionados, pero no debieron de acabárselo de creer, pues no sólo reservaron ese lugar bolybodiano, sino que contrataron también un equipo profesional de vÃdeo con tres cámaras. Era la segunda actuación en Bombay y la verdad es que toda aquella expectación suscitada nos puso un poco nerviosos de cara a la actuación, pero, gracias a Dios, los organizadores se manifestaron muy satisfechos después del show. Insistieron incluso en hacernos una entrevista ante las cámaras. En realidad todos estábamos allà por lo mismo: empujar la vida, alentar la vida amenazada por la gran miseria reinante. Disfrutábamos esa mágica unidad más allá de todas las fronteras que proporciona la risa. En medio de la explosión de alegrÃa, se esfumaban al instante todos los sinsabores pretéritos, sobre todo el infierno del tráfico, el ruido y la contaminación que es de los retos más difÃciles que se nos han planteado. En medio de esta megaselva de asfalto invertimos más de una hora en cada uno de los desplazamientos. Se nos va más energÃa al absorber el ruido y el humo dentro de los taxis sin ventanas en medio de los embotellamientos que en el trabajo con los chavales. Caminando la ciudad Bombay ya se nos ha metido un poco dentro, pese a esos inconvenientes. No es que nos hayamos acostumbrado, no es que ya dejemos de sufrir sus monumentales atascos, simplemente es que la ciudad nos ha dado ya mucho en estos seis dÃas… A tres de marzo hemos realizado cuatro actuaciones: dos con Pragati y Freedom of Expression Movement y otras dos con Aseema. Vamos ya algunos cientos de esos rostros encendidos. A veces una vez finalizada la actuación, hemos deambulado por la ciudad despacio, sin prisa por coger nuestro taxi “yelow-blackâ€. Si no hay un tráfico atronador y la zona es mÃnimamente apacible, el paseo es siempre sorprendente allà donde nos encontramos. Salimos a descubrir esa sorpresa que nos depara cada metro cuadrado de esta ciudad tan intensa. La vida está volcada en la calle. A veces una simple tela inclinada y anclada entre el suelo y la pared delimita un espacio, afirma un territorio personal o familiar, constituye el techo de un hogar... Las gentes se extrañan de vernos también adentrarnos en los lugares más inhóspitos. Si no fuera por el recelo de incomodar e invadir su intimidad, harÃamos más kilómetros por los barrios humildes… Después nos hidratamos. Nos regalamos nuestros zumos y nuestros helados. Compartimos las imágenes de las cámaras y repasamos la actuación. Vemos la forma de hacerlo mejor en la próxima actuación. Ya no regateamos los taxis. En realidad ya no regateamos casi nada. ¿Por qué intentar llevar más para nosotros cuando ellos no tienen apenas nada? Intentamos corresponder pues, como decÃamos, somos colmados en muchos sentidos. Javi llevó al extremo su generosidad el dÃa pasado al pagar con dos mil rupias el trayecto de un taxi que era de doscientas. EquÃvoco con los billetes o agradecimiento inconsciente, igual un poco de todo. Llevamos cinco dÃas en Bombay y hemos realizado tres actuaciones. Apenas tenemos referencias en medio de la ciudad inmensa. En medio de esta megaurbe pulsa la vida. En los lugares más insalubres e inhóspitos se manifiesta también la vida humana. En los rincones infestados de ratas y basuras se manifiesta el ser humano en su desafÃo colosal de supervivencia. Por nuestra parte, deseamos contribuir a ese pulsar de la vida cuyo anclaje más sólido sigue siendo la sonrisa. La sonrisa de los niños sin dientes, vapuleados por las circunstancias. Entre las mil y un pitadas avanzamos metidos como sardinas en los pequeños taxis destartalados por en medio de la selva urbana. Con nuestra mirada asombrada siempre clavada en las aceras, vamos recorriendo kilómetros y kilómetros cada dÃa... Festividades Además de las actuaciones hemos vivido algunas fiestas y acontecimientos. Para nuestra sorpresa al aterrizar en esta megaurbe, vimos por todas partes sembrados carteles de Amma. Era como si la “santa de los abrazos†nos estuviera aguardando en destino para velar por nuestro itinerario. Asà que una noche también fuimos allà y nos fundimos con la multitud devota, devotos nosotros también no sabemos de qué ni de quién, seguramente de la Vida que nos brindaba tan hermosas sorpresas. Nos ha tocado también la fiesta nacional de los colores el primero de marzo, el “holi festivalâ€. La vÃspera vivimos un acontecimiento muy particular al ser invitados por una familia, a participar, siquiera como espectadores, de su fiesta musical, cerca de nuestro hotel en el distrito de Chembur. Era una familia muy amplia que celebraba desde hace 75 años ese dÃa su encuentro anual. Fuimos agasajados con café aromatizado y dulces. A Cristina, Ana ya se habÃa retirado, la trataron como a una reina. Le llegaron a decir que no era casualidad alguna el que hubiéramos ido a parar a aquel lugar, que la entrada de un invitado, más aún en el caso de una mujer, significaba algo de la presencia de Dios en ese hogar. En el dÃa propiamente de la fiesta, la calle se convierte en una batalla lúdica y campal en la que unos y otros se arrojan pinturas de colores. Es una festividad religiosa que parece haber derivado en un sentido carnavalero. Como ya vestimos mucho color el resto de los dÃas, esa mañana nos quedamos descansando en el hotel. Llevamos ya casi una semana en India y era ya hora del encuentro con la pantalla, hora de intentar reportaros algo de lo vivido y observado a lo largo de estos intensos dÃas. Han sido lÃneas necesariamente aceleradas. No hay mucho tiempo para el teclado. Aquà lo prioritario es la farándula, lo importante es contribuir al latido de la vida humana. En medio del Bombay inmenso ella pulsa; en sus lugares más inhóspitos, más insalubres sigue manifestándose; en medio de las basuras y las ratas, el olor insoportable brota también ella insobornable… No nos resta sino contribuir a perpetuarla y a elevarla a mejor expresión. Intentamos contribuir a ese pulsar de la vida encendiendo el mayor número de sonrisas entre esos rostros oscuros lamidos por el sol, entre esas criaturas de tan corta, pero vapuleada edad. Volvemos de cenar en nuestro vegetariano del barrio. Ya nos conocen de todos los dÃas. Pese a la lata que les damos al pedir los platos, nos tratan con afecto. De vuelta al hotel ya conocemos “los bultos†que duermen en cada uno de las esquinas y portales. En el hotel también los empleados duermen en los sofás. No es momento de molestarles para que nos abran la sala con el ordenador. Lanzaremos mañana estas lÃneas a los vientos. Kolkata asoma ya al final de estos dÃas en Mombay. El programa allà se promete aún más intenso. Volaremos en avión dentro cuarenta y ocho horas. Estamos deseando poder conocer en el otro extremo del paÃs al personal de Calcuta Ondoan, Colores de Calcuta, Udanyi, Madre Teresa… Estamos deseando poder confraternizar con tantas gentes que también en aquel ancho asfalto, pulsan por la vida. Intentaremos dar continuidad a la crónica. ¡Seguimos juntos, con la ayuda del Cielo, sembrando sonrisas y esperanza a lo largo de este ancho solar planetario! Información gráfica: http://picasaweb.google.com/aldaikoldo Otras fuentes de información de la misma experiencia: http://creandoutopias.org http://lassonrisasdebombay.blogspot.com |
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