Laura Esquivel o el amor en clave morse

De su progenitor heredó el morse del amor y la sonrisa. El telegrafista que recorrió un México profundo alegrando la vida de sus clientes y compadres, le regaló el arte de los puntos y rallas en la comisura de los labios. La escritora mejicana da luz a una novela romántica basada en la vida de su padre telegrafista.

De su progenitor heredó el morse del amor y la sonrisa. El telegrafista que recorrió un México profundo alegrando la vida de sus clientes y compadres, le regaló el arte de los puntos y rallas en la comisura de los labios. En sumo agradecimiento ahora su hija le obsequia un libro, la historia en la que revela algo de la entrañable vida y galanteo de quien la empujó a este mundo. No en vano ese es su oficio, fabricar novelas de esperanza, episodios de una y mil tragedias en los que al final, sus protagonistas se las apañan para terminar siempre con manos cogidas o con beso y retozón añorados. “Tan veloz como el deseo” (Plaza & Janés) es un hermoso relato de amor y de humor, de tormenta y de deseo, una historia de lentos pero tiernos y precisos telegramas para los tiempos de un Internet de alta velocidad.

Laura Esquivel ha desembarcado en Madrid para promover la historia de Don Julio, Júbilo en la novela. Arrastra una semana de agotadoras entrevistas. A pesar de ello mantiene su rostro fresco y jovial como en el primer día. En una esquina de sus apretado programa nos concede un rato de amigable charla en el hotel de la capital donde se hospeda. Un común amigo, el también escritor mexicano Antonio Velasco Peña, es el eslabón que permite a portaldorado, llegarse a tan renombrada creadora.

La autora de “Como agua para chocolate” se ajusta a lo que escribe y lo hace sin esfuerzo. Predica alegría y ella la lleva siempre puesta, lista para hacerla florecer en la primera ocasión, junto al primer tresillo con el periodista de turno. Fue Don Julio quien le engrasó los músculos de la cara, ella tan sólo repite la lección aprendida, responde al compromiso adquirido con el telegrafista que rozó las esferas del más convulso, pero puro amor.

México profundo

¿Qué queda del México profundo de telégrafos, serenatas en el balcón de la novia, abuelas con lengua maya en los labios…, que evoca Laura en su última obra?

El paisaje de las colonias de México Ciudad ha cambiado mucho, ha sufrido una destrucción arquitectónica espantosa. Pocas casas podemos hoy ver como las que aparecen en la novela. Sin embargo lo importante es lo que queda de ese mundo de relaciones más cercanas, lo que resta de ese alma mejicana más auténtico. Valoro lo que heredo de personajes tan maravillosos como era mi padre. Valoro su legado cultural, su forma de comunicarse, de ver el mundo y participar de él. A través de los genes se trasmite una información, unas emociones de las que ni siquiera nos damos cuenta.

- ¿ Abriga Laura nostalgia de ese México que se escapa?

Abrigo nostalgia de ese México tanto físico y espiritual que, en buena medida, hemos perdido. No obstante no hemos de olvidar que Ciudad de México está constantemente siendo nutrida por gentes del campo con una riqueza cultural enorme.

- La literatura de Laura se ve motivada por ese desarraigo…

Así es. Muchos hombres y mujeres del campo desembarcan constantemente en las zonas marginales de la gran ciudad, trayendo un pasado muy vivo y dejando atrás un mundo maravilloso. Ocurre que no saben que hacer con ese legado, donde ponerlo y así van adoptando nuevas formas de vida y de comunicarse que no les son propias, no les corresponden. Se ven transplantados a otro ambiente. Son gentes que a veces ni siquiera hablan el español.

En familia

- ¿Qué es lo más grande que Laura recibió de su padre?

Mi padre era una persona muy respetuosa. Nunca he conocido una persona más considerada que él, en todos los sentidos. Era educado, tierno, gentil. Tenía un sentido del humor impresionante. Hay mucho del personaje de Júbilo en mi padre. Era un ser entrañable y en él me inspire para dar vida a al protagonista de la novela.

- "De haber sabido que tu abrazo me sostendría, no habría tardado tanto” dice Lluvia en la novela ¿Le costó nacer a Laura?

Dicen que me tardé mucho (risas)… Nací en una casa, no en un hospital y mi padre, cómo no, estaba presente en el parto.

- Don Júbilo no pertenece a sus hijos, pertenece al aire, a los telegrafistas, a las playa… ¿Los seres queridos nos pertenecen?

No ni siquiera los hijos pertenecen a las madres. Tenemos el privilegio de recibirlos en este mundo, de guiarlos en sus primeros años, pero no son de nuestra pertenencia.

¿A quién pertenece el sol, el agua, el aire…? Esa misma vida inaprensible es la que late en nuestros hijos. Hay que respetar mucho su libertad de forma que puedan cumplir con la misión que vinieron aquí a cumplir.

- Menciona en su novela que hay ojos se mueren por vernos al otro lado del velo. ¿Cómo son esos ojos?

La muerte sigue siendo el gran misterio por desvelar. Las mujeres somos la puerta de la vida, a través de nuestra mediación llegan nuevos seres. Pero al partir ¿quién nos recibe? Creo que son seres que guardan hacia nosotros un gran afecto.

- ¿Cuál es la relación de Laura con el misterio?

Me gustan las cosas y las gentes que vienen cargadas de magia. Ahora bien, saludo el misterio con sumo respeto.

“Tanta risa…”

La literaura de Laura siempre anda rondando las emociones… La palabra tiene un gran poder para generar emociones. Hay una literatura que sana y otra que enferma. Lo mismo ocurre con el cine. Cada quien somos responsables de nuestras creaciones.

- "De tanta risa se me salió el niño…" aparece en la novela. ¿Por qué reímos tan poco?

El niño ríe al día innumerables veces. Poco a poco en la adolescencia las risas disminuyen. Ya de adulto las risas son contaditas. Sin embargo tenemos constancia de que es una muy buena terapia que nos relaja y descarga de energías negativas.

- ¿Repartir felicidad es tal como ejerce Don Júbilo, el fin último de la existencia?

Basta con ser feliz. En la medida en que somos felices, contagiamos felicidad. A pesar de que nadie nos lo enseña, estoy convencida de que se puede ser feliz en esta vida. La clave está en superar el sufrimiento. Este viene por la ignorancia, por la no aceptación de las experiencias que te regala la vida. Cuando superamos las pruebas adquirimos fortaleza, aprendizaje, incluso podemos llegar a agradecerlas.

- ¿Pese a lo tremendo que alcancen ser nuestros días, podemos ser felices?

Vivimos tiempos muy convulsos, pero podemos conjugar nuestra felicidad interna con una actitud de alerta constante.

Galaxia de relaciones

- La galaxia de la pareja es a veces turbulenta, cuanto menos complicada, tal como se manifiesta en su última novela. ¿Cuál es la fórmula para que reine un mínimo de armonía?

La clave es el amor. El es el que cohesiona todo, por supuesto a los enamorados. Cuando se alcanza el amor puro, cuando la pareja se instala en esa frecuencia, las creencias, los juicios… no pueden afectar su paz.

- "En la medida en que se ama, se debe de perdonar", pone Laura esta frase en boca de uno de sus personajes ¿Ve Laura difícil el ejercicio del perdón?

A mí no me cuesta, pero siento de que a la mayoría de la gente sí. Cuando alguien perdona no está solapando una mala actitud, ni está perdiendo nada, ni permitiendo una ofensa… Perdonar es muy importante. Es aceptar aquello que no podemos cambiar, es un reto de humildad frente al orgullo y la soberbia.

- ¿Hasta dónde puede llegar el poder de la palabra?

El poder de la palabra es enormemente transformador. Una palabra amorosa o de aliento puede alegrarnos el alma en un instante. De la misma forma una palabra de odio o que lastime nos puede llegar a enfermar. En nosotros está el uso que les deseemos dar.

Puro amor

- ¿Es entonces cierto aquello del amor puro?

El amor puro existe sobre la tierra. Muy poquita gente lo practica, gentes muy evolucionadas… El escritor y amigo Antonio Velasco Piña, o líderes espirituales como el Dalai Lama, Guru Mayi… son algunas de las personas de las que puedo dar constancia que profesan el amor en su naturaleza pura, es decir el amor desapegado, que no espera nada a cambio. Podría dar cuenta de otros amigos, monjes…, que no son conocidos pero que han dedicado su vida a la práctica de ese amor verdadero.

- ¿Podemos conjugar amor puro y deseo?

No sólo se pueden conjugar, sino que se llevan muy bien. El placer que cosechan los cuerpos cuando hay amor verdadero es inmenso. La vida de la pareja se torna mucho más intensa cuando la comunicación se establece a nivel físico y a nivel interno.

- ¿No hay peligro de que el deseo se trague al amor puro?

No, lo complementa maravillosamente.

- ¿Es la vida una partida de “poker”, está sujeta al casualidad o traemos ya las cartas marcadas?

Parece que la vida rueda mucho al azar. Hoy en día sí que es una auténtica partida de Pocker pues está sujeta a una competencia despiadada. Al igual que ocurre en la novela con el personaje oscuro que representa Don Pedro, parece que a menudo no importa ganar, llevarnos todo el dinero que hay sobre la mesa y dejar a los demás sin nada, indiferentes a su suerte, indiferentes a la violencia que todo ello pueda generar. ¡Ojalá que encontráramos otro tipo de juego menos competitivo para la vida!

- ¿Qué le empuja a Laura a manifestarse tan combativa?

Me preocupa como cada vez se va enfatizando más la desigualdad económica entre unos seres humanos y otros. Me preocupa la falta de solidaridad con el dolor ajeno.

Telegrama o mail

¿Con qué mundo se queda Laura, con el que rodea al telegrama o con el que acompaña a Internet?

Con el mundo del telegrama.

- Sin la ayuda del teletipo, Pancho Villa no habría triunfado, ¿Podríamos triunfar, alcanzar una humanidad más feliz, más fraterna sin la ayuda de Internet?

No niego las grandes posibilidades comunicativas que nos presenta Internet. Valoro por ejemplo mucho que es un instrumento que escapa al control de unos cuantos. Indudablemente esta tecnología es maravillosa, pero en todo momento hemos de preguntarnos al servicio de qué y de quién la estamos utilizando. Hemos de vigilar que su manejo sea en beneficio del bienestar humano.

- ¿Cuándo Internet nos traiga miradas, sensaciones…, podremos prescindir del chocolate con agua de las cinco de la tarde que se toman sus personajes?

Internet no podrá nunca suplir al contacto humano. Hoy en día se habla incluso del sexo virtual, como si las máquinas pudieran algún día emular la sensación de los cuerpos unidos…

- ¿Por qué tantos extremos, por qué tanto salto del éxtasis al horror y viceversa en la novela? ¿Tan difícil se hace guardar un equilibrio?

La vida es así, lo importante es como mantener el balance y la armonía recibiendo diariamente todo ese tipo de estímulos tan fuertes.

- En su novela nos presenta un protagonista en profunda comunión con la naturaleza ¿Guiña Laura al sol por las mañanas?

Todos los día saludo al sol. Desde el baño de mi casa contemplo unos amaneceres maravillosos con los volcanes Popocatepetl e Iztaccíhuatl como fondo.

- ¿… y escucha las estrellas?

Procuro. Todo lo que existe en el Universo está vibrando. Las estrellas nos están constantemente enviando señales. No hay un mensaje general. Si cada quien logra armonizarse con el Universo y encontrar su propia sintonía, hallará sus propias respuestas.

- ¿A quién dedica Laura el incienso que coloca cada mañana junto al ordenador?

Todos los días realizo esa ofrenda a los elementos de la naturaleza. Lo hago en consonancia con pautas de nuestra propia tradición sagrada.

No le quitamos más tiempo. Un abrazo a la carrea sella nuestro agradecimiento por los minutos concedidos. Le dejamos que parta “tan veloz como el deseo” en olor de inciensos, en abrigo de sonrisas. En breves horas ha de coger de nuevo el avión para seguir rodando alegría, revelando compromiso y un buen tejer literario en otras geografías.

Otros libros de la autora:

“Como agua para chocolate” fue la novela que lanzó al estrellato a esta maestra de escuela. Su adaptación cinematográfica fue la consumación del éxito. Alfonso Arau dirigió este largometraje cautivador y desbordante de erotismo, ese tratado culinario y amoroso ambientado en el México profundo que dio la vuelta al mundo. Tras ese éxito indiscutible y hasta llegar a “Tan veloz como el deseo” hemos podido disfrutar de otras creaciones de Laura Esquivel:

“La ley del amor” (Plaza & Janes - Barcelona 1995). A diferencia de su primera y famosa novela, situada sobre un fondo costumbrista, “La ley del amor” es, como su propio nombre indica, una historia rosa, pero en esta ocasión de ambiente futurista. Laura Esquivel hace el seguimiento de la evolución de varios seres cuyas vidas se entrecruzan reiteradamente desde el lejano tiempo de la conquista española de México. El relato se desarrolla principalmente en una sociedad donde la tecnología ha llegado a permitir que se conozcan encarnaciones anteriores y donde hay una minuciosa constancia de los pagos “kármicos” pendientes, así como de los desafíos a afrontar hasta alcanzar el amor del alma gemela que garantiza eterna felicidad. La novela, que viene acompañada de imágenes y música (integra un CD), se desarrolla con la agilidad de un guión cinematográfico y con cierta nota de erotismo y humor.

“Íntimas suculencias” (Julio Ollero Editores - Madrid 1998). Se trata de una recopilación de artículos publicados en diferentes revistas de su país. Tras el éxito de sus novelas, la autora nos trasmite en este pequeña pero amena colección de colaboraciones su filosofía culinaria. Entre receta y receta Laura Esquivel deja caer su esperanzada visión del mundo y retazos de su propia vida. Entre el vapor de deliciosos platos mexicanos, la popular novelista nos revela aspectos de su desarrollo personal en el que ha sido determinante el retorno al “templo de la cocina”, así como la reconciliación con los pucheros y el calor del hogar.

“El libro de las emociones” (Plaza & Janes - Barcelona 2000). Por primera vez Laura incursiona en el ensayo. En este libro Laura siembra tesis y argumento en medio del mundo agitado de emociones por el que discurren sus novelas.

 
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