Juan Ruiz Naupari

Sigue la huella del puma. Se le percibe relajado y a la vez alerta, amable, pero a la vez observante, sumamente atento. No va de caza, pero tampoco es presa, conoce los límites de la sagrada sabiduría que comparte. Es un chamán de nuestra era digital, consciente de su cometido en nuestros días, chamán moderno de los que suben y bajan aviones con el legado andino en la maleta de su corazón. Despacha a cuatro mil metros con sus hermanos los Q’eros, pero de vuelta de la montaña sagrada se calza el portátil en la rodilla y se comunica con su gente del mundo entero.

Encima del plato combinado que nos ponen en un conocido “vegetariano” madrileño, extiende sus manos bendecidoras. Juan Ruiz no hace fractura entre el cielo y la tierra, entre lo sagrado y lo cotidiano. Él y su inseparable compañera, María, piden dos platos, pero aún y todo, el tiempo de la abundante comida se queda corta para recoger el compendio de sabiduría andina y tibetana de la que este hombre es depositario. Vamos arañando las horas y la noche nos sorprende allí arriba, en medio de los sagrados “Apus”, embriagados de inciensos, en medio de “despachos” en honor a la “Pachamama”, inmersos en la exploración de una tradición llamada a cumplir un alto cometido en nuestros días.

Ya desde el comienzo nos lo deja bien claro, por si hubiera algún lugar a la duda. “El chamanismo no es un hombre con taparrabos danzando. Para nosotros chamán, significa caminante. Es el que transita, no sólo por la vida cotidiana, sino por los mundos del cóndor, el puma y la serpiente y así se convierte en un gran iniciado”.

Juan arrancó su tránsito en la ciudad de Cuzco, sede de escuelas iniciáticas tradicionales, donde se preservaba un conocimiento ancestral, donde se concentraban los grandes templos sagrados de las tres regiones, la costa, la montaña y la selva, templos a su vez dedicados a los tres animales sagrados. En ese “Vaticano andino” se impartió, según nuestro comensal, instrucción práctica y litúrgica al más alto nivel espiritual.

Ya de niño su madre intuyó que su hijo saldría “viajero”, pues Juan no podía ocultar las primeras experiencias que tenía con los animales de poder. “Invoqué al puma y vino. Me asusté. Era una experiencia muy fuerte y poderosa.” Su madre no se equivocó, ¡vaya que si viajó! No sólo proyectó el chamanismo andino al mundo, sino que lo reactualizó con nuevas técnicas y sistemas y lo vinculó con otras tradiciones muy especialmente con la tibetana. Al día de hoy, Juan preside la asociación cultural “Inkarri” e imparte cursos en Europa y América en los que revela muchas de sus investigaciones en el desarrollo de la “conciencia de Dios”.

Juan vive el chamanismo como el arte del descubrimiento de Dios en la vida cotidiana. El desarrollo de este arte consiste simplemente en sacralizar nuestros días: “El chamán vive una experiencia magnífica, interior, donde se asombra de que todo está lleno de espíritu. De vuelto al mundo contemplará todo como sagrado.”

Nuestro interlocutor recita con especial énfasis la máxima de San Pablo: “He aprendido a estar de gloria en gloria”. Trata, al igual que el apóstol de la cristiandad, de hacer de la experiencia del espíritu una vivencia constante: “En el interior del hombre hay alguien que lo sabe todo y ese es nuestro ‘ser interior’ que hemos de redescubrir. Vamos a entrar a una nueva cultura, pero sólo si tocamos nuestro corazón.”

En estos tiempos de crisis y desengaños uno escucha con gozo la voz estimulante de este hombre de sabiduría que afirma que, así como nosotros tenemos en nuestros altares objetos de poder como las plumas del cóndor, o las garras de un puma, los ángeles deben de tener en sus propios altares algunos cabellos humanos, como símbolo que expresaría la nobleza del hombre. Según nos comparte, para internarnos en la otra realidad necesitamos un plano.

Cada tradición tendría su propia cartografía de la conciencia, pero todas ellas coincidirían en la existencia del mundo del supraconsciente, del consciente y del subconsciente. En la tradición andina serían los mundos del cóndor, del puma y de la serpiente.

Para procurar éxito en ese salto “de gloria a gloria”, Juan se sirve de instrumentos que ha creado él mismo. Hablamos, pues, largo de esa sana obsesión que le persigue de hacer al hombre accesible la experiencia de Dios o de amor, ya que “sin esa experiencia, sentencia rotundo, el tan mentado libre albedrío del hombre no será tal.”

¿A qué se debe ese empeño en el salto a la gloria?

Los contactos en las dimensiones espirituales de corazón a corazón, de espíritu a espíritu en las que sólo prevalece la verdad, nos permiten ir desplegando en la tierra una convivencia transparente basada en el amor. Es el “ego” el que interrumpe el proceso natural de comunicación y acalla nuestros sentimientos nobles. Nuestro “ego” tergiversa la verdad. Podemos vivir desde la locura del “ego” o desde la experiencia íntima de Dios en nosotros. Cuando nos comunicamos desde la experiencia de Dios hay amor y comprensión.

¿El ego tañe pues los tambores de la guerra?

Existe la guerra porque aún no hemos aprendido a comunicarnos desde el espíritu. El temor se basa en la ignorancia. Nos comunicamos desde el pasado, desde historias viejas. Ello trae conflictos y desacuerdos.

Para optar por el cambio uno ha de convertirse en un vigilante de su mente y así evitar que la comunicación sea desde el trauma, desde el miedo. En la psicología espiritual que nos revela la tradición hay un elemento que observa, siempre en una actitud acechante sobre el “ego”. Si no podemos solucionar nuestros conflictos, hemos de estudiar qué es lo que impide esa resolución, habremos de acometer un trabajo interior de observación de nuestras emociones y sentimientos.

¿La experiencia de Dios es coto de chamanes?

En absoluto. Antes, el chamán a través de sus artes mágicas se abría a una conciencia privilegiada en la que se revelaba que todo es divino, sin embargo, por los instrumentos que nos han sido facilitados, el hombre hoy puede acceder más sencillamente a esa experiencia mística. Nosotros concretamente hemos recibido un sistema, lo consideramos un regalo inspirado, una fórmula mágica de más amplio acceso que nos permite vivir esa experiencia de unidad con todo lo creado. Se trata del sistema pneumático, una respiración que nos facilita esa conexión tanto con nuestro propio espíritu, como con el Gran Espíritu.

¿En qué consiste la respiración “pneuma”?

Par los finlandeses la palabra “respirar” es sinónimo de “espiritualizar” y sus viejos chamanes se aplican en una respiración conciente. Algo semejante ocurre con la respiración “pneuma”. Se trata de crear espacios en nuestro interior para poder contener al fuego del espíritu y saber mantener la experiencia. Esta respiración añade a otros tipos de respiración como la holotrópica, que nos conecta con aspectos terapéuticos o biográficos, la experiencia iniciática.

No basta explorar, hay que “respirar”…

Correcto. El que busca, cree en el conocimiento, pero el que experimenta, puede dar fe del mismo. Pretendemos, más que caminar hacia el conocimiento, experimentar el propio conocimiento.

¿Nos puede mostrar su mapa?

El conocimiento es único expresado en diferentes puntos del planeta. Ocurre que el conocimiento está más enfatizado en ciertos lugares del planeta. Por ejemplo nosotros observamos la tradición tibetana como una enorme ayuda en el desentrañamiento de las claves psicológicas del mundo andino.

Nosotros creamos la asociación internacional “Inkarri”, que simboliza la espera del nuevo hombre luz, del nuevo hombre iluminado, enriquecido internamente por las diferentes tradiciones sagradas del planeta.

Tres animales

Tras reflexiones de orden general, Juan nos empuja a correr tras el puma, volar con el cóndor y enterrarnos con la serpiente...

¿Por qué sigue las huellas del puma?

El puma es un gran maestro que esconde mucha información. Representa el “Kay Pacha”, la fuerza de lo cotidiano, el aquí y el ahora. Su fuerza está basada en la relajación que utiliza y muestra. La relajación le proporciona un estado de alerta. Si al ir a cazar se pusiera nervioso, evidentemente sus presas se darían cuenta, pero él se suelta, y así gana en energía para correr y dar el zarpazo. El puma nos enseña a utilizar la fuerza del “stress” a nuestro favor; nos enseña a vivir conscientes, alertas sin desperdiciar nuestra energía y vigilantes de nuestras palabras, pensamientos y emociones.

¿Tengo entendido que salen juntos de caza?

Así es, se trata de cazar al ego utilizando la sabiduría que el puma proporciona. No sólo a cazar, el puma, por ejemplo, nos enseña también el gran poder de la invisibilidad ó como hacer el amor. El no movimiento en la actitud sexual nos lleva a pensar en un “tantra” sexual. Ni “National Geographic” ha conseguido filmar al puma haciendo el amor.

El “tantra” andino se ve reflejado también en unas cerámicas en las que el hombre y la mujer tienen los ojos muy abiertos, a la vez que ellos despiden rayos de luz. Esos rayos de luz están rematados con cabezas de serpiente. No se percibe movimiento de la pareja , pero sí de la energía sexual que están movilizando. La visión sagrada de la sexualidad que yo había percibido en el mundo del puma, la pude ver después en otras culturas orientales. Tal es su enseñanza y simbología, que en la tradición andina hay templos dedicados al puma.

¿Alguna lección de caza?

Si desarticulamos el “ego” vamos disminuyendo las posibilidades de agresión de los demás con respecto a nosotros. Hemos de desarmar al ego para evitar el sufrimiento. Podemos sentir dolor, bien por un golpe, por una agresión verbal, pero no tiene sentido vivir en el sufrimiento. Si abrimos nuestro corazón, no sentiremos miedo.

El místico no es un estúpido, desgrana palabras basadas en la fuerza y en la verdad. Es un guerrero que sabe responder con equilibrio a las circunstancias de la vida.

Vamos hacia arriba…

Arriba nos encontraríamos con el mundo del cóndor, el “Hanan Pacha”, el mundo del espíritu. Hay que volar tan alto como el cóndor, pero a la vez aprender a comer basura. No podemos dudar de nuestro poder como humanos. Si el cóndor dudara se mataría. En su primer vuelo no se pregunta si se mantendrá o no en el vacío. Aguarda a que el sol caliente el aire y se lanza.

¡¡Glup!! Estamos listos, vamos hacia abajo…

Hemos de adentrarnos también en el “Uku Pacha”, o mundos subterráneos, mundos de la serpiente. Es el mundo soterrado de la sombra y la oscuridad. La serpiente es el único animal que se introduce en los submundos. Es muy venerada en el mundo andino, pues representa los diferentes niveles del subconsciente, el mundo al que no es fácil acceder, mientras que no desarrollemos los poderes perdidos. Aquí habitaría el ego. Nos enseña acerca de la naturaleza del alma humana, del lugar de donde emergen las emociones y de donde se gestan las acciones humanas.

¿Toda la oscuridad es siniestra?

Hay también una oscuridad amable que, por poner un ejemplo, correspondería al vientre materno. Es la oscuridad que necesita el huevo de la gallina. Si llevamos el huevo de la gallina a la claridad del sol matamos al pollito. El espacio donde hacemos el amor tiene también que ser oscuro, ahí de nuevo le robamos luz a la oscuridad. No olvidemos que la oscuridad está preñada de luz.

Tres plantas. Tres animales y tres plantas…

En las aulas de iniciación de la tradición andina había por lo tanto tres animales y tres plantas sagradas. Perú tiene tres regiones y a cada una de ellas corresponde una planta sagrada. En la región de la costa está el “San Pedro” o “waychumo”, en la región de la sierra la coca o “kuka” y en la región de la selva encontramos la “ayaguaska”. Los maestros de cada una de esas regiones enseñaban a los estudiantes a orientarse por las regiones del cóndor, el puma y la serpiente. Se les iniciaba en la navegación por los tres mundos con el auxilio de esas plantas sagradas. Para ello era necesario un previo período de preparación.

¿Consideras también a la coca como planta sagrada?

La coca no tiene el efecto de salto dimensional, no es como el “San Pedro” o la “ayahuasca”. Utilizar la coca para expandir conciencia es un secreto muy bien guardado. Puede ser utilizada como alimento y como sistema oracular, pero ya no de otra forma. La coca tiene una gran cantidad de vitaminas, minerales y aminoácidos. Antes de la colonización española existía una agricultura ritual.

Los graneros andinos estaban llenos. Los colonizadores sacaron a los campesinos de los campos y se los llevaron a las minas. Los graneros se vaciaron. Había una profecía que ponía en boca del “elemental” o “genio” de la coca la siguiente sentencia: “Vendrán y yo quedaré como un alternativa alimenticia. Mi poder será una bendición para Vds., pero para ellos será una maldición”. Así ocurrió y hoy podemos observar la diferencia entre lo que es la coca y la cocaína. La cocaína es diferente. Se trata de un estimulante, pero no te proporciona una experiencia mística, de amor, no te acompaña como otras plantas de poder a explorar el universo.

A falta de naipes, buenas son unas hojas de coca…

Así es, podemos observar un principio de codificación de las hojas de coca. No hay dos iguales. La hoja de coca se utiliza al igual que un “tarot” para la lectura del futuro. Tiene unos completos códigos de interpretación. Hay, por ejemplo, hojas que tiene una pequeña entrada o apertura muy bien hecha. Estas son muy apreciadas. Se guardan aparte, pues se dice que traen fortuna.

En los Andes hay venta libre de coca. Está comúnmente aceptada. Si tu aquí a un niño le das una uva, no le estás dando vino. De la misma forma, para nosotros es absurdo pensar que una hoja de coca es mala bien para dársela a alguien, bien para alimentarnos nosotros mismos. Para nosotros es vitamina, mineral y aminoácido y nos aporta una gran cantidad de alimento.

También se sirven de ella “despacho” ú ofrenda...

Ritualmente la hoja de coca tiene la capacidad de recepcionar energía cósmica, conjuntamente con la concha marina y la pluma de cóndor. Muchos elementos muy ricos de los tres mundos se reúnen allí. Es como construir los tres mundos en uno.

Los guardianes Q’eros

Fueron los indios Q’eros quienes les introdujeron a Vds. en estos rituales

Cierto. Sus sacerdotes nos acercaron una sabiduría, en muy buena medida, olvidada. En el año 1955 se descubrió la gran nación de los Q’eros. Está formada por ocho comunidades, cerca de Cuzco. Ellos viven en lugares gélidos, entre 3000 y 5000 metros por encima del nivel del mar. Son nómadas y se dedican a la ganadería y a la agricultura. Allí no hay siquiera turismo espiritual. Se trata de lugares inhóspitos, con caminos casi inaccesibles que hay que conocer. Se necesitan caballos, comida…

Los Q’eros han conservado nuestra memoria ancestral. Son las voces autorizadas en el mundo andino para hablar del “Paititi”, nuestro cielo particular o “Shambala”. La tradición nos revelaba que había unos guardianes, de que existía un “Paititi”, pero no sabíamos mucho más. Un buen día aparecieron ellos y dijeron : “Nosotros somos los guardianes. Nuestros padres están en el ‘Paititi’”

¿Cuál es el mensaje del la nación Q’eros?

Ellos nos comparten la leyenda del regreso del “Inkarri”, del “Inka” rey. “Inka” es el hijo del sol, de la claridad… Para nosotros su regreso no es el de un hombre o una mujer, se trata más bien de una toma de conciencia, de un despertar. Sentimos que “Inkarri” está brotando en nuestro interior. Hoy es aún un adolescente, pero pronto será una persona madura de gran sabiduría. Nuestros amigos y hermanos de Q’eros han estimulado ese despertar. Desde nuestra propia identidad queremos contribuir al regreso del nuevo Sol, a la instauración de la paz y la armonía sobre la tierra.

¿Por qué se prodigan tan poco por el mundo?

Nuestro mundo no está hecho a su medida. Cierto, han salido muy poco fuera. En realidad no lo pueden hacer sin su coca, que es su principal comida. No se les permite viajar con sus bolsitas de hojas y sin embargo ellos las necesitan no sólo para comer, sino también para hacer sus rituales.

Los Q’eros pueden ser depositarios de una elevada cultura, pero son una gente pobre. Comen papa a la mañana, papa al mediodía y papa a la noche, más las hojas de coca. Mejor les ha ido a los tibetanos. Tenían más allá otro país, India, para exiliarse. Gracias a su talento salieron a compartir su sabiduría por occidente. El mundo andino no tuvo a dónde ir. Una dificultad añadida para los Q’eros es que no saben otro idioma que el quechua.

“Inti” vuelve a brillar

Vds. han contribuido en buena medida a tender el puente andino-tibetano…

Poco sabemos del “desiderato” de los Dioses. Sin embargo alcanzamos a ver que América está llamada a ser punto de encuentro, crisol de tradiciones, por eso escuchamos atentamente lo que otros caminos espirituales nos aportan. Hemos trabajado mucho con el Tíbet. Hoy en día los budistas tienen mucho que aportarnos. Yo personalmente he integrado aspectos de su gran bagaje en mi trabajo.

Los tibetanos han sido portadores de la antorcha de luz de los Himalayas hasta América. La “Pachamama” tiene dos pulmones, los Andes y los Himalayas, que se activan cada cierto tiempo. Ellos han venido a América a depositar esa energía a darle paso. De ahí el florecer de las culturas yaquis, huicholes, y de los indios de Norteamérica.

Los tibetanos están haciendo un trabajo pionero: una especie de acupuntura planetaria, con sus cantos, con sus rezos, con sus oraciones, sus meditaciones, sus limpiezas de medio ambiente que son tan poderosas. Tienen una tradición de casi 2500 años ininterrumpida, una tradición que los ha hecho muy grandes.

¿Pese al ambiente de inquietud extendida, podríamos decir que vivimos tiempos privilegiados?

Cuando los sacerdotes incas supieron de la llegada de los soldados españoles, le dijeron al sol: “¡Defiéndenos!” Y el Sol-“Inti” les contestó. “No puedo. Yo mismo he de ocultarme, pero volveré”. Ahora estaríamos viviendo esos tiempos en los que “Inti” vuelve a brillar en todo su esplendor.

La tradición inca empieza a resurgir a los 500 años del descubrimiento. En realidad nuestro legado más preciado es la personalidad amable y dulce de nuestro pueblo, propia de una antigua casta real. Vivimos ahora la celebración del décimo “Pachakuti”, o ciclo de tiempo. “Pachacuti” para nosotros es voltear, mover la tierra. La gran Pachamama cambia de ciclo. Es un emerger de los valores espirituales, psicológicos, científicos, astrológicos de la tradición andina.

La charla continua. Voy a la calle a por más cintas para la grabadora y aún hay tiempo para que nos hable del “payaso sagrado” andino, de ese maestro que te enseña a equivocarte, anulando tu inteligencia, tus valores: “El te animará a pensar, decir y hacer lo que no debes. Te lo enseña de muchas maneras. Cuando te revelas contra él, él te prueba. Si ganas, te felicita y te conduce hacia otro maestro de nivel superior. Si no te revelas, te machaca. Es un método de aprendizaje que estaba integrado dentro del sistema de autoconocimiento andino.”

Al cabo de horas de ameno relato, la noche ya avanzada y la clientela que se acerca a cenar, ponen punto final a nuestro encuentro. Una ciudad ya más tranquila y apaciguada en su tráfico, invita a pensar en el gran circo planetario de grandes “payasos sagrados” en el que nos encontramos, poderosos “clowns” que nos animan a participar en números y exhibicionismos bélicos auténticamente peligrosos. En este circo universal cada día más arriesgado, los hombres y mujeres de sabiduría, que saben de nuestros trapecios y cuerdas necesarias, de nuestros malabares suicidas a evitar, son especialmente apreciados. Gracias Juan, embajador de la ancestral sabiduría andina, emisario de los venerables “Apus”.

Más información sobre Inkarri en www.inkarri.org

¿Montañas o Dioses?

Tras larga charla en las alturas andinas, remontamos aún un poco más y alcanzamos las cumbres nevadas, los “Apus”. Estas grandes montañas son el hábitat de seres muy evolucionados. Según nos comparte Juan, en los Andes existen muchas montañas grandes y poderosas, “que albergan vida”. Tienen normalmente más de 4.000 metros, “sostienen los cielos y constituyen, en realidad, las grandes antenas de la tierra”. Los “Apus” serían los Dioses que viven dentro de la montaña: “Al lado de donde estamos nosotros en Cuzco, está el ‘Puma Huanca’, que es una montaña muy importante.

El monte Shatsa por ejemplo está ubicado en un lugar superestratégico, es el foco de luz para esta nueva era y es capaz de albergar a uno de los más importantes Maestros de esta época. Sirve también de punto de reunión o concilio para otros Maestros espirituales. Por ejemplo el monte Kailash sería el hábitat de Geruka.”

Leyenda o realidad, el relato de Juan no deja de ser apasionante: “La sangre está continuamente recorriendo nuestro cuerpo entre las venas y las arterias. La sangre fricciona y genera calor, que a su vez es energía y ese campo de energía atrapa el alma y el espíritu. Lo mismo ocurre con las montañas. Estas son grandes puntos geomagnéticos que unen los tres mundos.

Así pues, los grandes seres sólo pueden ser contenidos por grandes montañas. Estos seres están esperando a mujeres preparadas que puedan sostenerlos energéticamente para que ellos puedan nacer.

Podríamos de forma simple decir que el Cielo está buscando mamás para estos Dioses. Se trata de ver qué mujeres son capaces de acoger la carga de electricidad y magnetismo de un Maestro o Dios. Ellos están aguardando esos tiempos y mientras tanto esa es su casa. Cuando subimos una montaña estamos, en realidad, remontando un cuerpo y hemos de pedir permiso para ello.”

Rituales de ofrenda a la Madre Tierra

En el ritual de ofrenda a la Madre Tierra, “Pachamama”, están simbolizados los tres mundos: “Hanan Pacha”, “Kay Pacha” y “Uku Pacha”. Sobre una tela o papel llenos de expresivos colores y motivos, se colocan un montón de hojas de coca que representan a la Madre Tierra. Encima de ellas va una concha marina, como si fuera una antena parabólica capaz de captar la energía del cosmos.

En la ceremonia entran también el alcohol, el vino y las “chichas” sagradas. El alcohol se pone en la concha y se activan “principios ignios invisibles”. Al igual que en la tradición tibetana se utiliza el arroz. (En los Himalayas se dice que este cereal tiene un espíritu que limpia el ambiente y que trae tranquilidad y prosperidad. Lo tiran al aire como uno bendición.)

En el ritual de ofrenda se utilizan igualmente garbanzos, frijoles… así como azúcar. La tradición dice que la Pachamama es golosa y que quiere que sus hijos sean siempre dulces y felices. Después van introduciendo diferentes semillas. Cada una de ellas tiene un significado. Se ofrenda también un pedazo de grasa de una llama muy particular. Allí, en las montañas, se producen muchos rayos. Cuando cae sobre una llama, la mata. Una llama “bendecida” por un rayo es muy apreciada en el mundo andino. Se dice que en la grasa está concentrado el fuego del rayo. En la ofrenda hay otros elementos además de los calóricos como por ejemplo la piedra imán, que contribuye a que la ofrenda sea un poderoso electroimán, capaz de atraer energías telúricas y celestes.

Al final, todo se cubre con algodón que representa la nube sobre el mundo mágico construido. Como elementos celestes se colocan también inciensos y láminas de oro y plata. Todo ello se cierra con un hilo coral plateado que representa las fuerzas masculinas y femeninos.
Sólo falta darle una intención de ofrenda. El paquete del ritual o “despacho” se utiliza a menudo para sanar a una persona. Para ello se pasarán los elementos “empaquetados” por diferentes puntos vitales del cuerpo en cuestión. Finalmente se entrega la ofrenda a la “Pachamama” enterrándola, sumergiéndola o incinerándola.

 
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