"Veo a Dios en las sonrisas que me regalan los niños"

Entrevista con Jaume Sanllorente  
Sólo la increíble fuerza interior que le asiste es capaz de mover tamaña empresa solidaria. Es incombustible. No conoce domingos, ni descanso. Es así como el proyecto florece y las sonrisas de los niños de Bombay no paran de estallar. Pronto alcanzarán las 6.000. Jaume contagia pasión por ayudar al prójimo y esa pasión es la que hace que las monederos se abran y las empresas se vuelquen a favor de “Sonrisas de Bombay”. Se puede leer su libro, rastrear el trabajo que desarrollan…, pero sólo el inmenso brillo en las pupilas de este joven periodista barcelonés, ese entusiasmo desbordante por la vida y las oportunidades de ayudar que nos concede, nos sitúan en el verdadero origen de esa magna obra solidaria.

La nuestra es la última de una larga lista de entrevistas que ha mantenido a lo largo de todo el día en Madrid. En su rostro no asoma el más mínimo cansancio…

¿Te sientes recompensado?
¿Qué he hecho yo para merecer esto? Me lo repito todos los días en un sentido positivo. ¿Qué he hecho yo para merecer tantas cosas maravillosas, como la vida hoy me está regalando cada día? Recibo sonrisas, alegría, amor en estado puro, en dosis tremendamente grandes. A veces pienso que no me merezco todo esto con lo que Dios me está recompensando. Te lo digo con pleno convencimiento: todos estos regalos no caben en mí.

¿Las pilas Duracell de Jaume Sanllorente en qué enchufe se alimentan? ¿De dónde sientes que te viene esa fuerza interior que te permite atender retos de tamaña envergadura?
En Dios (muy larga pausa…) Te lo prometo, que nunca, nunca en la vida hubiese pensado que algún día diría esta respuesta.

¿Te sientes sostenido?
Sí, por Dios. ¡Mira! Se me pone la piel de gallina al pronunciar esta palabra. Sí, Dios me sostiene y te juro que jamás me imaginaba haciendo esta afirmación que en principio puede sonar propia de alguien muy atado a un movimiento religioso. No es mi caso.

Cuando desvinculas a Dios de la religiones, te das cuenta de que éstas son un maquillaje, que te impiden ver la cara lavada de Dios. Dios es todo, Dios está en esta conversación que estamos teniendo. No hay que creer o dejar de creer en Dios. Dios está y punto. Yo veo a Dios cada día en todo. Esta luz, esta belleza que ahora en este hall nos rodea es Dios. Veo a Dios en las sonrisas que me regalan los niños, en los árboles que se mecen al ritmo del viento, en esta agua pura que bebemos…

¿Sientes que vuestro accionar está sostenido desde Arriba?
Cuando a veces oigo decir cómo Dios permite que el mundo esté como está, yo respondo diciendo que el mundo es así porque nosotros lo hemos querido. El legado que Dios nos ha dejado es maravilloso. Nosotros lo estropeamos con nuestras acciones. Dios no nos castiga. Nos castigamos nosotros mismos. El Dios castigador ya pertenece a una religión concreta.

Antes de abrir el paquete del regalo de la tierra, antes de pararnos a observar este mundo rebosante de encanto, ya lo hemos deteriorado, a menudo destruido.

En tu libro te manifiestas como un artista en el reciclaje de sentimientos. ¿Hay situaciones que aún al día de hoy te cuestan reciclar?
Evidentemente… Uno es humano. Recientemente una persona de relieve público me decía: “Jauma, yo soy cochinamente humano”. Yo no tengo, ni todo asumido, ni todo aprendido. Espero no vivir jamás con la sensación de haber aprendido todo. Confieso que aún hay situaciones que no puedo reciclar.

Relatas en tu libro que hay momentos en los que no paras de trabajar…
Hay mucho trabajo detrás de todo este proyecto. Las cosas no se hacen sólo con levitar y buenas intenciones. Hasta en mis momentos de recreo no puedo evitar el ir al ordenador y empezar a trabajar. En los fines de semana, como jefe, me obligo a mí mismo a descansar y sin embargo no puedo evitar moverme a chequear el correo y ver los nuevos socios o el pensar cómo proporcionar una nueva ayuda…

No sé si es bueno o malo, pero mi trabajo me apasiona. A las pasiones hay que darles rienda suelta. No hay que castrarlas, nunca, nunca…

¿Hay algún momento en que te ha asaltado la nostalgia por la vida de antes?
Sí, pero eso nunca me ha hecho plantearme el tirar la toalla. El proyecto es mi vida. Con convencimiento total y absoluto: es el motor que marca el latido de mi corazón.

¿Cuando ves tus colegas bien situados, no te has preguntado alguna vez, “dónde me he metido yo”?
No eso no. Sólo esa sensación de coger la moto, como hacía antes, y recordar mi pasado con cero preocupaciones, me puede inspirar algo de nostalgia. Sólo a veces. Antes no tenía libretitas en mi mesilla de noche y ahora tengo libretitas varias. En cualquier momento me puedo despertar y empezar a apuntar nuevas ideas, planes… para el proyecto.

¿Qué te ha dado esta nueva vida?
A nivel egoísta la libertad de hacer lo que quiero. Trabajo en lo que yo mismo he elegido. A nivel no egoísta la libertad proporcionada a, por ahora, 3.000 niños de Bombay. La libertad de otros me ha hecho libre a mí. Eso no tiene precio. Eso merece todos los quebraderos en la cabeza y todas las libretitas que uno pueda tener en la mesilla de noche.

¿Qué te ha regalado la India?
La India no me ha dado nada. El proyecto me lo ha dado todo. Los niños beneficiados me han dado las más grandes lecciones que he recibido en mi vida.

¿Cómo sobrevive la India a una realidad tan dura?
Tengo la sensación de que la espiritualidad ha surgido con fuerza en la India, pues era necesaria una válvula de escape, para salir de ese panorama extremo. Por ejemplo, el sistema de diferenciación de castas es muy violento y castrante. Leo y releo Ghandi, Vivekananda… Sus pensamientos maestros han surgido abonados por una realidad absolutamente contrapuesta. Esos pensamientos hablan de dar, de amor, de igualdad, de valores universales, planetarios, humanos…

¿Ayuda y cuestionamiento de estructuras o sólo ayuda? ¿”Apagar los incendios” o algo más?
La coherencia aquí va a repercutir mucho allí. Un ejemplo: cerciorarnos de que nuestra ropa no ha sido confeccionada por niños. Muchos de los niños explotados en los talleres de ropa están sometidos a un dictado occidental, no oriental. Las grandes empresas que favorecen esa situación son de nuestro mundo.

Así como los pobres ven el mundo de lujo a través de un cuadradito que está en sus chabolas y que se llama televisor, debemos observar también nosotros, que los niños de África que se están muriendo de hambre, no pertenecen a un televisor. No es un montaje de imagen, sino pura realidad. Cada quien ha de tomar la decisión de dar los pasos oportunos hacia un mundo mejor. Entonces ya no nos frenará nadie.

¿En una edad adulta, qué te gustaría ver como legado de toda una vida?
Quisiera ver, no sólo que los niños del proyecto han gozado de un futuro digno, sino que sus hijos también han contado con él. No me deben ningún favor. Les he ayudado porque he querido.

Quisiera comprobar en el futuro que los hijos de una de esas niñas que hoy se encuentran en el orfanato disponen de educación. Me gustaría encontrarme a una de esas niñas por azar en las calles de una ciudad de la India. No me importa que no se acordara de mí. Me gustaría topármela de repente y preguntarle:
- Oye, ¿Cuánto tiempo? ¿Qué es de tu vida?
- Pues mira…, llevo mis hijos al cole.

Eso me emocionaría. Hay personas que imaginan como cosa ideal en sus vidas el día de su boda, el día del primer hijo… La situación utópica que yo imagino es esta. Este encuentro es lo que yo anhelo…

¿Muchos proyectos en la libreta?
Muchos proyectos, pero ya basados en realidades. Hace tres o cuatro años, cuando perseguía a la gente para que me ayudara, siempre les tenía que convencer en base a sueños. Ahora ya no hace falta que les venda sueños, ahora les puedo vender realidades. Gracias a las ayudas que hemos ido recogiendo, en tres años de 40 niños hemos pasado a 3.000. En Junio serán 6.000. Todo gestado gracias a ayudas que han venido de España.

¿El viento sopla a favor?
Cierto, pero aún ha de soplar mucho más. Tienen que venir muchas más ayudas. En sólo Bombay hay 300.000 niños abandonados. Se necesita mucho viento, pero para eso estamos.

¿Aún y con todo, el destino se escribe con mayúsculas?
Creo que hay un destino superior, pero no hemos de caer en conformismos. Hemos de hacer todo lo que esté en nuestras manos, para que ese destino sea lo mejor para todos.

 
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