“El mundo del espíritu y el de la materia deben ir de la mano”

Eludía en un comienzo la cita, pero una vez apostado en su sillón frente a la grabadora es torrente que no se detiene. José Luis Capita no pensaba que su testimonio pudiera ser de utilidad, pero se lanza a hablar y desgrana un conocimiento maduro, personal, de primera mano, adquirido, no en libros y manuales al uso, sino en la escuela del día a día, sabiduría ganada a pie de obra, en los andamios, tan a menudo tambaleantes, de la empresa y de la vida.

No en vano este patrono de la Fundación Ananta hace y vende casas. En la mesa de negociaciones vio aprendizaje, en la eventual “competencia” maestros. Preside la inmobiliaria TPC y en los números con muchos ceros observa una oportunidad de mayor servicio. No oculta su noche oscura, pero subraya el alba al que le condujo un urgente e interno llamado no precisamente rebosante de ternura.

¿Qué fue antes en tu vida, la empresa o el desarrollo personal?
En un comienzo no hay tal empresa, existe la ilusión de un emprendedor, una manera de sobrevivir y buscarse la vida. En el umbral de los veinte me asocio con un amigo y montamos un negocio de hostelería.

Vengo de un mundo de escasez y ya empiezo a manejar dinero. A lo largo de diez años me voy acomodando a una vida intensa, alegre, pero que en el fondo se manifiesta vacía. Muchas cosas en aquel tiempo estaban desniveladas, mal enfocadas. Siento un gran vacío interior, y comienzo a explorar algo más en mi vida.

No llego por lo tanto al Espíritu buscándole, más bien diría que es el Espíritu quien me llama a mí. Tampoco fue una llamada dulce. Fue una llamada virulenta, pues me encontraba muy sumergido en un mundo muy artificial, en un círculo vicioso del que no era fácil salir. Resuena en mi interior un llamado imperativo a cambiar el rumbo de mi vida, o la transformación o el desastre. No quería más de lo mismo.


¿En qué momento te diste cuenta que había algo más que construir casas?
Probablemente el día que soy consciente de que en todos los negocios intervienen personas que de alguna manera confían en ti para realizarlos.

Esto me permite descubrir, a través de una persona cercana, miembro de una tradición espiritual, una luz al final del túnel. Hasta ese momento hay un continuo caer y levantarme. Rondando los treinta años, comienzo a poner un poco de consciencia en mi vida.

¿Percibes abismos entre el mundo de la materia y el del espíritu?
No hay tanta diferencia entre el mundo material y el mundo espiritual. Ambos son caminos de crecimiento. En ambos puedes observar cuándo te estancas y cuándo creces. No obstante hay que encontrar el equilibrio entre las dos esferas.

Desde mi interior puedo descubrir que el mundo exterior tiene una importancia relativa. Lo que verdaderamente “ES”, está dentro y aquí no hay abismos.

Los negocios pueden provocar vértigo, puedes ver empresarios de éxito que lo tienen aparentemente todo y sin embargo arrastran una sensación de enorme vacío interior.

¿En la práctica cómo unes ambos mundos?
Proyectando sobre mis tareas cotidianas y en los negocios lo bueno que cada día descubro de la vida, interiorizándolo mediante la meditación.

El mundo del espíritu y el mundo de la materia deben ir de la mano. Se necesitan, se complementan, se están llamando a gritos. Lo material y lo sutil están mucho más cerca de lo que la gente pueda pensar y es imprescindible buscar el equilibrio entre ambos. Personalmente necesito sentirme instalado en ambos mundos para estar bien. No puedo prescindir de ninguno de ellos. Mi sitio esta uniendo ambos mundos. Tal vez se pueda resumir en algo tan tópico como cierto, encontrando el punto de equilibrio entre lo utópico y lo real.

¿Te has sentido apoyado internamente en los momentos bajos?
Cuando te asomas al mundo interior y del espíritu tomas consciencia de lo inconsciente que eres y entonces dejas de buscar culpables. Antes buscaba responsables de lo que me ocurría en mi entorno. Hasta que acepto por fin que lo que tengo es el fruto de lo que he sembrado. En ese momento comienzo a sentir el apoyo de todos los que me rodean.

Evidentemente en ocasiones me dejo arrastrar por el río de la vida material. Hay momentos también en los que olvido que todo está entrelazado, de que todo tiene un significado. Puedo olvidar que cuanto nos ocurre así ha de ser, que es lo mejor que nos pude suceder y que además nosotros lo hemos buscado…

¿Retornas con facilidad a ti?
En cuanto la inconsciencia se abalanza de nuevo sobre mí, paro, respiro y vuelvo a reparar en que todo tiene un sentido, en que cada cosa que me pasa es motivo de aprendizaje. Respiro y vuelve el equilibrio sobre la situación. De repente un reto complicado, me puede parecer perfecto. Procuro no dejarme llevar por coyunturas externas. Procuro en todo momento buscar la conexión interna. Con la respiración y la meditación hay un retorno al equilibrio.

La vida interna y externa deberían ir permanentemente unidas. Cuando me dejo llevar sólo por lo externo y no hay conexión interna, siento que pierdo la magia. La vida se me va de las manos y viene la pregunta: “¿por qué me pasa esto a mí?” Sin embargo, desde la visión interna puedo percibir toda la magia que nos rodea, puedo comprender claramente que lo que me sucede fuera es para que aprenda algo por dentro.

¿Qué mensaje tratas de transmitir, qué dejas caer en el marco de tus encuentros y reuniones con tus colaboradores y trabajadores?
No pretendo transmitir ningún mensaje salvo intentar encontrar el punto de equilibrio entre el mundo espiritual y el material. Yo pensaba al principio que la espiritualidad no era algo que podría poner en una mesa de trabajo y sin embargo hoy me ocurre de forma espontánea, sin reparar en ello.

¿Qué dejas caer?
Dejo caer la necesidad de ponernos junto a los demás, de empatizar con las personas, de mirar en su interior. Planteo la necesidad de ponernos incluso en el lugar de la competencia. En una empresa, en la que aún no ha penetrado un mínimo de “consciencia”, hay una tendencia a preocuparse exclusivamente por ganar más. Esta avidez puede implicar dejar en el camino valores imprescindibles.

Para no caer en la maraña de los intereses meramente materiales, en ocasiones necesitas alejarte de la escena y tomar altura para retomar la negociación desde una perspectiva más humana, más comprometida con las personas.

¿Es la hora del paradigma de la cooperación?
Los modelos organizativos deben adaptarse a los constantes cambios sociales, estructurales, de mercado… Podemos apreciar que no todos evolucionan a la misma velocidad respecto a determinados aspectos, pero si conseguimos una estructura de colaboración transversal, que posibilite que unos no tengan que recorrer el camino que otros ya han realizado, podremos asumir, en colaboración, proyectos que de otro modo nos llevaría mucho tiempo poder emprender.

Estamos necesitados de la cooperación. Lo bonito es darse cuenta de ello. Sin cooperación hay proyectos irrealizables para determinadas empresas. Para el trabajo cooperativo hay que generar ilusión, confianza, ganas de trabajar unidos... El trabajo en unión genera una gran riqueza humana. Unirse varias empresas pequeñas posibilita por ejemplo poder asumir desafíos privativos en principio de las grandes corporaciones.

En nuestra empresa es pilar la cooperación. Por eso hemos realizado durante años un gran esfuerzo para disponer de un sistema de gestión en el que las autoridades, responsabilidades y funciones estén perfectamente definidas. Esto nos permite identificar claramente las posibles sinergias que se generen ante una potencial colaboración, de manera que consigamos que los organigramas sean simples y las funciones y responsabilidades no se dupliquen.

El espíritu de la cooperación forma parte de nuestra cultura empresarial, por eso aplicamos técnicas que impulsan la colaboración y el trabajo en equipo dentro de la empresa, consiguiendo una motivación adicional entre el personal. Este sistema de gestión participativa permite descubrir los talentos de cada persona de manera que ésta se pueda responsabilizar de aquello para lo que se encuentra mejor preparada.

Esto no sería posible si no existiese un único lenguaje de comunicación dentro de la empresa. Un sistema de gestión de este tipo que suma, potencia y no excluye es perfectamente asumible incluso por la competencia ante un proyecto de colaboración. Nosotros siempre hemos buscado la cooperación. No contemplamos el desarrollo de proyectos en solitario. Estamos muy habituados a compartir los proyectos. Hemos llamado a uno, a dos y a tres cuando lo podíamos haber hecho solos. Compartimos igualmente un modelo de gestión. En el mundo de la empresa también funciona el axioma de que das y en esa medida recibes.

¿Es posible dejar atrás el paradigma de la competencia?
Debemos dejar de competir con otras empresas, si nuestro objetivo es acabar con la competencia. Hace ya tiempo que la competitividad de una empresa pasa por la mejora de la confianza de sus clientes. Si todos intentamos mejorar en este aspecto las empresas del sector tendrán más en común y de forma espontánea surge la colaboración. El objetivo de asfixiar a la competencia ha sido muy común entre los empresarios.

Un elemento fundamental en la estrategia de las empresas debe ser crecer sobre la base de un servicio diferenciador que tenga en cuenta la plena satisfacción de sus clientes. Las empresas también tienen sentimientos. El crecimiento individual alienta el crecimiento de la empresa. El empresario debe desarrollarse como hombre o mujer de negocios, pero también internamente, como persona. Este progreso también es el camino hacia una mayor prosperidad.

Todo un idioma nuevo…
Así es, aunque en muchos casos la novedad consista en volver a aplicar a los negocios valores que parecían sólo aplicables a la vida personal. No olvidemos que todo el mundo tiene su lado interno, su dimensión espiritual. La cuestión es si somos capaces de despertarla o no con sutileza y suavidad. Cuando introduces palabras correctas en el momento correcto, palabras ajustadas e inspiradas internamente, las otras personas escuchan y se tornan receptivas. En realidad, todos tenemos un aspecto interno y somos susceptibles de despertar un grado de consciencia, todos buscamos estar en paz con nuestro yo interno.

¿Cuántas empresas hablan ese nuevo idioma?
Creo que en la actualidad todas las empresas ponen en práctica estas teorías, aunque cada una nos expresemos con acentos diferentes. En veinte años la vida en las empresas ha cambiado mucho. El mundo de la empresa ha comenzado a introducir pautas y valores espirituales. La consciencia estará más presente en las empresas.

La sociedad necesita una empresa que sea capaz de desarrollar valores personales y que estos se proyecten en su actividad cotidiana. El idioma del trabajo bien hecho y en equipo se impone en los organigramas de las empresas.

Cuando el trabajador se siente vivo y útil y sabe que tiene un espacio de confianza y responsabilidad dentro de la empresa la creatividad surge de todos los estamentos. Sin lugar a dudas, el mundo de la empresa que sea capaz de valorar el mundo de lo intangible irá con ventaja sobre el resto. Lo que no se puede leer ni en un balance ni en una cuenta de resultados ha de tener también su peso específico.

¿Tienes la tentación de abandonar el mundo de la empresa para dedicarte exclusivamente al altruismo?
No. Es preciso trabajar desde dentro en el mundo de la empresa. Así podemos colaborar y aportar a un modelo que sirva para todos. Hay aspectos que el mundo del negocio tiene muy bien resueltos y que son trasplantables a otros ámbitos. La empresa puede ser un vehículo muy eficaz como portador de conciencia.

¿Por ejemplo?
El mundo de la empresa tiene por ejemplo bien asumida la necesidad de un balance y un plan de negocio, sin embargo gestiona de manera muy diferente su activo más importante, que es su capital humano. En este sentido es imprescindible saber dimensionar un proyecto de manera que sea capaz de satisfacer las necesidades de crecimiento interior de sus participantes.

Un consejo de veterano…
No hace falta fracasar para darse cuenta de que un negocio no va a funcionar. Un proyecto primero es una ilusión, el desarrollo de la idea le dará forma. Sólo resta materializarlo, saltar a la acción, a la realidad. Si se realiza una correcta lectura de las circunstancias coyunturales, si se dispone de un plan y de las herramientas adecuadas, no se necesita tener suerte. La suerte no es, al fin y al cabo, sino el minucioso cuidado de un sinfín de detalles.

¿Casan ladrillo y espíritu?
El ladrillo es un sector económico más. No veo ninguna dificultad en aplicar en este ámbito los mismos principios generales ya expresados. Sin embargo, sí es preciso aludir a la crisis que en la actualidad atraviesa el sector, sin olvidar que toda crisis implica nuevos retos y oportunidades.

Creo que definitivamente es el momento de un nuevo modelo para el sector. Creo que la actividad empresarial realiza una función social. En nuestro caso no sólo creando puestos de trabajo y riqueza en general, sino posibilitando la realización de un entorno de convivencia y desarrollo personal. Para que ello sea posible, se precisa la colaboración de los diferentes estamentos sociales e instituciones.

Muere un modelo por agotamiento, pero empieza a nacer otro nuevo. En el nuevo modelo se ha de tener más en cuenta al destinatario final. Debemos diseñar nuevas formas de acceder a ese espacio personal y privado al que todos tenemos derecho y sin el cuál es muy difícil alcanzar un desarrollo equilibrado.

¿Te has asomado a algún abismo?
El desarrollo personal puede ser sencillo y suave, sin embargo a menudo demanda atravesar situaciones increíbles para despertar algo dentro de nosotros mismos. A veces hay que vivir desafíos terribles para aprender pautas muy básicas.

Personalmente sé lo que es eso. Me he visto en situaciones extremas que el paso del tiempo ha convertido en experiencias positivas y necesarias. Hay acontecimientos que deben suceder, independientemente de que tú quieras o no. El mundo del espíritu, de la magia, tiene sus propias razones, su propio proceso, su propio tiempo. A la vuelta de todo ello, puede resultar que aquello que dentro de ti suscitaba truenos y chispas, hoy suscite paz.

Te has nutrido en diferentes tradiciones espirituales. ¿Qué te ha aportado cada una de ellas?
Son tradiciones que te llevan por diferentes caminos a un mismo lugar. El chamanismo te aporta un contacto estrecho con la naturaleza, una inmediatez en la respuesta, una posibilidad de graduarte a ti mismo, de afrontar temores atávicos… El chamanismo te coloca delante de una situación extrema que puede resultar artificial, pero que finalmente te permite esa conexión necesaria con el espíritu.

He pasado por el budismo, por sus extraños pero conmovedores rituales, por su complejo mundo de visualizaciones y armonía ceremonial que te conecta con el sonido interno. Es cierto que me costaba entender determinados aspectos de la enseñanza, pero yo me encontraba allí en paz. He vivido el sufismo y ahora me atrapa el yoga, sobre todo el hatha yoga. Llevo cinco años con esta práctica. Es una disciplina muy integradora. Incluye mente, devoción, cuerpo físico… El yoga me conecta con la sencillez, pero a la vez me aporta una vida elevada, una alimentación sana, unos cantos que me llenan… En los últimos tiempos me he dejado también cautivar por la ciencia sintergética.

¿Logras con todo ello una síntesis en tu interior?
Es cierto que he picoteado mucho, pero también que logro hacer la síntesis en el instante, en el aquí y ahora. Después de esta entrevista me esperan un montón de compromisos, pero ahora estoy instalado en este instante contigo, en torno a esta mesa.

 
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