Al cerrar el sobre electoral siempre me asalta la misma sensación de vacÃo, de entrega de una facultad intransferible, de un poder propio. Me ocurre cada vez que me acerco a una urna. En un papel no caben todos mis parques, mis bibliotecas, mis carriles de bici, mis mesas de diálogo y encuentro, mis bosques por plantar, mis quimeras por aterrizar… Confiamos demasiadas cosas con un solo aspa. El camino hasta la mesa electoral es una senda de renuncias. Uno deja muchas cosas en ese cÃvico itinerario. Los sueños van tomando cada vez más cuerpo, las esperanzas se van haciendo más grandes y las urnas se van tornando más chicas. Los sueños a duras penas entran en las cajas de cristal. Por de pronto hay que quitarles las alas, después presionar con riesgo para que entren y no se rompan. Esto no es una soflama libertaria, hace tiempo me desanudé el roji-negro del cuello. No lucho contra las urnas tan sólo quisiera que votáramos todos los dÃas, no cada cuatro años. Los dÃas impares por la mañana, los pares por la tarde. Las nuevas tecnologÃas deben de servir para profundizar en la democracia, no sólo para afinar el blanco de los “Tomahovâ€. Por supuesto las declaraciones de guerra y las grandes cuestiones de estado merecen también sus urnas. No me revelo frente al voto, contra el universal sufragio, tan sólo quisiera que el cristal de las urnas se agrandara para que entraran más anhelos, más esperanzas, más voluntades. Intentaré el próximo domingo meter en el sobre mis calles sin tráfico, mis campos sin quÃmica, mis cielos sin chimenea, mi mundo fraterno, mi tierra de gloria… No es fácil conseguirlo, no sé si con el simple papelito se harán cargo de esas y otras tantas inquietudes.Hay un largo camino desde el derecho feudal de pernada hasta las cajas de cristal en todos los barrios y pueblos. En una fecha como la de hoy, uno no puede olvidar a los hombre y mujeres que lucharon y que dieron su vida por esa siembra de cajas de cristal, por ese derecho universal de voto. Honro a ellos y su sacrificio. Por ellos me acicalaré el dÃa 25 e iré con mis mejores galas hasta mi caja de cristal. Por ellos, por la magia del cristal, por los candidatos aún cargados de generosidad e ideales, no faltaré a la cita en mi mesa electoral. Votemos, pero que sepan que les entregamos un papel, no todos nuestros sueños. |
|
|
|