No olvidemos que vinimos para esta hora, que nos voluntariamos para acallar humos y apagar odios, para templar la rabia y quitar punta al acero, para clamar alto que la vida nunca se acaba. No olvidemos que somos para olvidar y perdonar. Una primavera tenaz se anuncia tras los vagones destrozados por la ignorancia y la inquina. Mañana la sangre no pintará los telediarios y la vida burlará a los hierros retorcidos. No existe el último viaje. En Atocha terminaba sólo un trayecto, pero siempre arranca otro. Las locomotoras no paran nunca de pitar. Los altavoces cantan y cantan nuevos viajes, nuevos y gloriosos destinos. A nadie deja La Renfe del Universo aparcado por siempre entre la chatarra. A una hora de Atocha hay sierras de blanco y montañas de gozo. Recuerda herman@ que dijimos sà a esta hora claraoscura. Dijimos sà a venir a este planeta junto a seres bien diferentes. Aceptamos encarnar junto con los de “goma 2†en la cintura y junto con los de la bomba de amor en el corazón. No olvidemos que la Tierra se hará con los cuerpos, el Cielo con las almas y el Parque Ferial abrirá de nuevo al arte, a las exposiciones, a la vida No olvidemos que encarnamos para comernos las lágrimas y clamar más fuerte que nunca en favor de la esperanza y el amor fraterno, en medio de los charcos de sangre y las cortinas de humo. No se nos ocurra olvidar, querid@ herman@, que encarnamos para contagiar fe, para inundar aliento en esta hora. Calientan sus motores los trenes que nunca llevarán macutos-bomba, calienta ya los motores una Aurora que alcanzará hasta el último rincón de la Tierra. “Ãbamos todos en ese trenâ€. Alcanzado el estruendo, revele pronto el dolor su magna lección de infinita luz y de infinito amor. |
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