Vendrán aún tiempos difÃciles. Habremos de exhibir aún mucha paciencia hasta empezar a ver reales transformaciones en nuestra sociedad, pero nunca olvidaremos ese 13-M en que con nuestros e-mails, el raudo “Pásalo†y nuestra presencia firme y serena en la calle, apeamos del poder lo que parecÃa inamovible: el abuso y la falsedad. No olvidaremos ese fin de semana en que tumbamos la tiranÃa mediática y dimos un giro a la historia. Nos volveremos a impacientar por la lentitud de los cambios, pero no olvidaremos ese sábado en que con nuestros mensajes SMS, con nuestros teclados, con nuestro clamor unánime y pacÃfico, retomamos nuestro destino colectivo; no olvidaremos ese domingo a la noche en que sentimos haber movido el mundo, en que vimos aletear a la esperanza con una fuerza desde tiempo atrás desconocida. Nuestro nuevo máximo mandatario parece ser consciente del gran préstamo concedido. El futuro presidente parece saber que muchos millones de ciudadanos no votaron por el puño y la rosa, sino por la mano tendida, por los brazos abiertos, por la sonrisa ante el micrófono, por la pluralidad, el diálogo, el viento de cambio… No miraban a la calle Ferraz, sino a un Kioto aprobado, a una Europa recauchutada, a unas Naciones Unidas fortalecidas. HabÃa que traer a casa los soldados del desierto, habÃa que quitarse ese caro sombrero tejano, recomponer la armonÃa entre los pueblos del Estado… Zapatero sabe que muchas papeletas han sido fiadas y que su manejo habrá de ser intachable. Muchos de los once millones de ciudadanos no votaron por su formación en particular, sino el progreso en general, por la amabilidad y el encuentro, por otra forma de gobernar, por el avance de las autonomÃas, por la libertad de expresión, por unas hondas y pantallas sin manipular… Ha ido para Zapatero un increÃble caudal de confianza. No hay que echarle a su espalda anteriores fardos. También hay en polÃtica un “volver a empezar…†y el socialista leonés no para de sonreÃr y de hablar de humildad. Buena estrella le guÃe y sus promesas encarnen. Dista aún el barro de ayer de la utopÃa del mañana. El Cielo no se conquista de un asalto. Su sueño algodonado de paz, justicia y solidaridad no se alcanza con un solo brinco desde las urnas. El acceso a la Arcadia colectiva es una larga escalera, no un trampolÃn desde las cajas de cristal, pero el 14M remontamos un sudado peldaño. Llegará el tiempo de pasar cuentas, hoy es momento de los mejores deseos. Ahà van. Zubielki 17 de Marzo de 2004 |
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