Es muy mala la costumbre salir de casa con todas las letras, con todos los documentos, correos y archivos digitales a cuestas. Hay que saber viajar como sentenció el poeta, "ligeros" y sin pesados “gigas†a cuestas. No se puede ir por el mundo pegado a un enorme ordenador que impide remontar con agilidad las cuestas. PodrÃa arramblar con el ordenador pequeñito, pero los ojos están muy hechos a la pantalla grande, muy mal acostumbrados a tener siempre toda la información a mano. Es muy mal hábito adherirte de por vida a una máquina, porque después resoplarás en los dÃas de calor tórrido y llamarás la atención de conductores y viandantes. De cualquier forma, me alegro de haber resoplado. SÃ, yo estaba bien. Tan sólo un poco acalorado. En realidad, me sentÃa reconfortado en lo interno, cada vez más convencido de la revolución de las pequeñas cosas, de que son los cotidianos gestos de humanidad los que en realidad contribuyen a cambiar para bien nuestro mundo. Yo me sentÃa bien, feliz de constatar que hay una juventud que no tiene prisa para llegar a ningún lugar, que se detiene en su camino las veces que haga falta para asistir a quien lo pueda necesitar, al cabezón, por ejemplo, que se lleva a todas partes su entera vida a cuestas. Ella arrancó desconocedora de que en realidad ya me habÃa quitado el mayor peso, el de pensar que el humano a la salida de su estación, de su largo letargo egocentrista no tenÃa remedio, ni futuro. Estos dÃas están cambiando los mapas polÃticos. Colombia, Francia y AndalucÃa acaparan la atención de los medios. Nos alegramos cuando nuestros colores ganan apoyo y ascienden. “El Gobierno de los nadies y para las nadies†se instalará felizmente en Bogotá. El paÃs hermano camina a paso firme del miedo a la reconciliación, de la violencia a la paz. Nos complacemos cuando nos enteramos de que Gustavo Petro entra decidido a poner coto a una historia de abismales diferencias sociales, cuando las fuerzas de progreso en Francia toman más asientos en el Parlamento, cuando la moderación y el equilibrio ganan adeptos en las filas de los populares…, pero a la postre sabemos que todo ello carga con importante ficción. Queremos que desde lejanos despachos transformen un dÃa a dÃa que en realidad nos corresponde mayormente a nosotros y nosotras transformar. Más que nuestra opción polÃtica prospere, más que el color del sobre que introduzcamos en la urna de cristal salga triunfante, es nuestra actitud de vida en medio del inmenso escenario planetario, son los gestos de ayuda y cooperación sencillos y diarios, los llamados a ir transformando poco a poco la realidad. A la postre es nuestra actitud solidaria para con el prójimo la que inaugurará un escenario local y global más halagüeño. El “¿Estás bien…?, la preocupación y vigilancia del otro, el sentimiento de que el otro es con nosotros y nosotras, de que nos interesa, representa la antÃtesis de ese tentador “¡Sálvese quien pueda!†que igualmente cosecha sus adeptos en nuestra sociedad con fuerte impronta materialista. “¿Estás bien…?†ya sea por el calor intenso de estos dÃas, la enfermedad, las llamas cercanas, las guerras más alejadas… El sencillo y elemental “¿Estás bien…?â€, ante cualquier azar de la vida, ya inmediato, ya en apariencia distante, nos vacuna ante el virus más peligroso y despiadado que jamás hayamos podido llegar a conocer: el individualismo. |
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