Rusia despierta y eso es buena nueva. Ahà está la otra Rusia joven, desperezada dentro de nuestros televisores, maniatada por la policÃa, con sus manos presas y su mente libre; sin duda la más grande y generosa, la más sentida de todas. Viene de vencer sus propios orgullos, su pretérito cometido de gendarme en la Europa Oriental. En esa Rusia llana, desbordada de anhelo de paz, de espÃritu de hermandad; en esos corazones nobles y valientes; en esos jóvenes desnudos de armas y ambiciones expansionistas..., nuestra esperanza. Al dÃa de hoy alrededor de 5.000 han sido introducidos en los siniestros furgones policiales. No pare de crecer esa Rusia gloriosa. Nuestra mente en esa ciudadanÃa. Nuestra esperanza en ese pueblo también sufriente, para que, antes que después, se levante aún más numerosa contra la tiranÃa del caudillo Putin que quiere pasar a la historia, no importe el precio en forma de destrucción, dolor y muerte. Nuestro corazón por supuesto con la paz, pero paz indisolublemente unida a los parejos e irrenunciables valores de libertad, democracia y derechos humanos; paz unida al derecho de los pueblos a no ser agredidos bárbaramente una terrible noche a las cinco de la mañana, a decidir plena y soberanamente sobre su futuro. Esa otra lectura “positiva†de la guerra, hoy especialmente necesaria, no entra con "forceps". Esta maldita guerra nos ha unido como pocas cosas. La casi entera humanidad ha dicho “no†a su propio pasado de confrontación violenta. Nunca las fuerzas del mal, de la fuerza bruta desnortada, habÃan estado tan aisladas. La entera humanidad exhibe una madurez y solidaridad hasta el presente desconocidas. No sólo nuestro arco polÃtico, también la inmensa mayorÃa de los dirigentes polÃticos mundiales; el mundo de la cultura, del deporte, de las finanzas... han dicho “No a la invasión de Ucraniaâ€. El “No a la guerra†nos ha acercado a quienes hasta ahora nos mantenÃamos separados. Nos hemos manifestado como un cuerpo unido a nivel global. Hay algo positivo en medio de esta terrible crisis y es que prácticamente el mundo entero ha cerrado filas por la paz. La humanidad ha dado un portazo al pasado de violencia y arbitrarias agresiones. La casi entera condición humana se ha plantado ante el descomunal atropello. Hubiéramos querido explorar su mapa sin iconos de explosivos, aprender geografÃa ucraniana de otra manera. Hubiéramos querido conocer sus rostros sin sombras, fuera de las catacumbas y los túneles del "metro", saber de este noble pueblo sin verlo correr a la huida. Hubiéramos querido pensar que ningún mandatario abrigaba la guerra como la más perversa forma de resolver un conflicto. Hubiéramos querido llegar a casa a la noche y leer un buen libro y no clavarnos ante las terribles imágenes de un pueblo masacrado. El humano se vuelve a encontrar con un descomunal poderÃo bruto que avanza imparable desde el horizonte. En el momento en que escribo estas letras cientos de vehÃculos militares rusos se preparan para lanzar otra ofensiva sobre la capital de Ucrania. Dios salve a su población. Más pronto que tarde comiencen a desertar los conductores de esos tanques y blindados, los vasallos del atropello. Nuestro "No a la guerra" es consciente de que Moscú es la caja de estos terribles truenos. Si las más oscuras fuerzas del mal atrapan al presidente ucraniano democráticamente elegido, si cae la valiente capital de Kiev, si sucumbe allà por la fuerza descomunal de la artillerÃa rusa la democracia y los derechos humanos..., pueda una más que cuestionable equidistancia hacer su necesario examen de conciencia. Esta guerra tiene un claro origen y responsable. Ésta no es una liza entre Rusia y EEUU, éste es un grito de libertad del pueblo ucraniano cruelmente ahogado. No somos equidistantes ante la fuerza salvaje y la fuerza de la razón, no somos equidistantes ante la brutalidad del poderoso y el inmenso dolor de los invadidos y masacrados. Ahora sà las últimas guerras, las últimas huidas a los refugios antiaéreos, las últimas madres con mirada perdida… Ahora sà los últimos Putins sin escrúpulos. La humanidad no necesite por mucho tiempo evolucionar con tamaño sufrimiento, con el látigo de los dictadores ambiciosos. Todo este dolor sorpresivo, a destiempo, inimaginable traiga su debida y masiva recompensa en forma de más luz, paz y conciencia. |
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