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María Luisa Merlo, Sonrisa y Luz en medio de la escena

Las tablas le enseñaron, antes que sus maestros espirituales, que la vida es teatro de múltiples representaciones. Se emplea con igual entrega en una y otra escena y en ambas se siente colmada. No se arrepiente de haberse tropezado en tan arriesgados pisos.

Ha vivido cada función con intensidad. Rehuye bambalinas y pisa fuerte y alegre. Al poner tanta pasión sufrió descalabro. No le añadió dulce a la droga. Logró salir del pozo y desde entonces vive por y para que otros lo abandonen.

Ayuda a quienes atraviesan “la noche oscura del alma”, por eso alterna teatro y aula, escenario y servicio, interpretación y contagio de esperanza. Sus guías espirituales arrojaron la luz que necesitaba en medio de los claroscuros del drama y ello le hace sentirse muy agradecida. Ha escrito dos libros de autoayuda “Como aprendí a ser feliz” “Cambiando en la luz” (Ediciones Librería Argentina) , y otro autobiográfico “Más allá del teatro”( Ediciones Temas de Hoy) y también opositado para llevar a la televisión semillas de sabiduría y espiritualidad, fórmulas de crecimiento personal, pero aún nuestra pantalla rosa y negra, no admite el destello de tanta luz.

Me recibe junto a su perra ciega en su apartamento de Madrid. La popular actriz lleva el cabello del “Yo Leonor" que ahora representa, un soliloquio histórico de la figura de Leonor de Aquitania que está dando con éxito la vuelta a España. No hay felicidad de manual en esta mujer que ha salido airosa de tantos desafíos. Muestra sonrisa sincera y habla con naturalidad de la gran crisis que, después de años, logró atravesar.
Su voz extremadamente dulce no merma seguridad alguna a las palabras. Conoce el alcance de su discurso sanador. Habla con conocimiento en el ámbito experiencial, pero se detiene con prudencia al borde de terrenos sin total dominio. No se afana en conquistar méritos, los tiene ya ganados.

¿De paso en el teatro de la vida…?
Así es. Estamos purificándonos y por eso venimos a la tierra. Estamos en camino, aprendiendo hasta a unirnos a la energía universal. Vamos a más y más, hasta dar con nuestro hogar verdadero. Esto es una función de teatro. La relatividad que adquieres en la escena, después te sirve también para relativizar la vida física en relación a la vida eterna. Las cosas se desdramatizan cuando te das cuenta de esto.

¿No deberíamos recordar nuestras funciones anteriores…?
No me centro en lo que he sido o dejado de ser en otras vidas. No me gusta esa manía de buscar esa información concreta. No me preocupa. Me preocupa saber lo que he de trabajar aquí, para estar bien con la gente que me rodea.

¿Toca repetir función…?
Trabajo para no tener que volver a este nivel. Desearía no tener que pasar de nuevo por el aprendizaje que aquí he debido de vivir.

Benditas depresiones

¿Cómo saliste del pozo?

Estando deprimida yo no iba al cine, no veía amigos, pero la crisis no consiguió bajarme del escenario. Seguí trabajando. No suspendí jamás una sesión. No me faltó fuerza ni para trabajar, ni para proseguir mis estudios espirituales. Cuando estaba en escena no se me notaba la depresión, lo cual ya era un milagro. Podía estar como una “vieja” encogida, pero de repente salía al escenario y la Luz me apoyaba y me llenaba. Ni en los momentos más difíciles dejé tampoco de estudiar y de realizar mis prácticas de meditación.
Gracias a esta disciplina salí. Fue una eclosión maravillosa, pero en realidad estuve trabajando intensamente para ello.

¿Hay algún atajo hacia la luz que no pase por esas “benditas depresiones” a las que aludes en tus libros?
No es preciso tropezar en los pozos. Conozco a personas que no han necesitado de las depresiones para crecer. Yo he sido una enferma emocional como mucha gente de mi profesión.

Jugamos mucho con las emociones de los personajes. A menudo las potenciamos peligrosamente. Ocurre que existen obras que de repente te machacan. El “Adefesio” de Alberti por ejemplo me costaba mucho hacerlo.

Para interpretar emociones hay técnicas muy aventuradas. Por ejemplo cuando un día no puedes llorar en el escenario porque no te fluye, porque ese día no estás inspirada o no has conseguido meterte dentro del personaje, echas mano de la memoria sensorial, de recuerdos tuyos. Es el método de Stalinlawsky con el que han trabajado los mejores actores de Hollywood. Personalmente prefiero no recurrir a este peligroso método. Hay técnicas más liberadoras.

¿En nuestro camino de crecimiento, no podríamos sortear esos pozos? ¿Es preciso tropezar con ellos?
No hay que tenerle miedo a la depresión. Es una enfermedad como otras. Soy partidaria de los antidepresivos, pero no de los barbitúricos, ni calmantes, pues hay muchas técnicas como el yoga, la meditación… que pueden servir de ayuda para tranquilizar los nervios.

¿Por qué hay una predisposición especial en tu profesión para padecer esas crisis emocionales?
El ego del miedo, muy alentado por el ego del orgullo, es muy fuerte. Hay que estar siempre en la cresta de la ola. Pareciera que en un día de estreno nos jugáramos la vida. Por lo demás, la competitividad está a la orden del día y la economía es insegura.
De cualquier forma, las vibraciones negativas te las puedes encontrar en todas partes. Si eres un “canal abierto” como me pasa a mí, recibes las sensaciones de lo que le está ocurriendo a cuantos te rodean, tanto en lo positivo como en lo negativo. Tengo técnicas para liberarme de esa basura mental, pero a menudo no me acuerdo de realizarlas.

¿Del pozo al Cielo?
Ahora es, en verdad, una autopista hacia el Cielo. Vivo mi mejor momento aunque aún queda mucho por recorrer. Aún hoy paso por procesos fuertes. Dice mi Maestro John Roger ( http://www.john-roger.org ) que la vida te pone constantemente pruebas.

Él insiste en que los procesos pueden ser dolorosos, pero, hoy en día, en cualquier caso, rápidos. Vivimos un acelerado camino de transmutación hacia lo positivo. Un día me pongo mala y puedo estar 24 horas llorando, pero para el día siguiente logro superar esa situación por medio de la meditación.

Mi maestro me ha enseñado a no contenerme las emociones negativas, a liberarme de ellas.

En el camino del servicio

¿Dónde arranca ese despertar espiritual?

El punto de partida fueron los seminarios de crecimiento personal “Insight”. Viví un florecer de conciencia fortísimo en estos seminarios. Tuve unas experiencias internas muy bellas gracias al sicólogo Jhon Roger, quien después sería mi maestro. Comencé a ver el aura del facilitador primero y luego de los participantes.

Al día de hoy pertenezco a una Iglesia ecuménica llamada M. S. I. A. (www.msia.org). La dirigen mis dos maestros Jhon Roger y Jhon Morton. Para entrar en ella nadie te invita a renunciar a tu propia religión. Para salir tienes, siempre que lo desees, la puerta abierta.

¿Eres obsequiada a menudo con experiencias extrasensoriales?
Desde pequeña ya me pasaban fenómenos especiales, pero el miedo me paraliza a menudo. He de reconocer que es mi adversario cuando voy a saltar a otro plano. Detrás del miedo está Dios. Aún no he vencido ese miedo físico, pero estoy convencida de que lo he de superar.

¿Cómo te iniciaste en el servicio?
Al año de salir de la crisis, sentí la necesidad de entregarme y me puse al servicio. En un comienzo me venía mucha gente con depresión, ahora ya me viene de todo.

No obstante siento también ahora una necesidad creciente de retirarme, de dedicarme a mí misma. A veces hago retiros en mi propia casa. Me desconecto, olvido la televisión, tomo una comida sana y me dedico a mis lecturas y meditaciones. Puedo hacer incluso retiros de silencio. Este tipo de retiros son muy necesarios para encontrar lo mejor de nosotros mismos. Todos llevamos la chispa divina, incluso Bush. Lo malo es que no la encuentra.

¿Qué es lo más importante que María Luisa Merlo trata de trasmitir a quienes asisten a su cursos y conferencias?
Que la felicidad está dentro y no fuera, que no depende de las circunstancias externas. Hemos de asumir la responsabilidad exclusiva de nuestra vida, de las situaciones que nos toca vivir. De nada nos sirve echar la culpa a alguien de lo malo que nos pueda ocurrir. No hay que apoyarse en eso tan horrible que es el victimismo.

Tomar la responsabilidad de ti misma da una fuerza enorme. Al fin y al cabo estamos involucrados en un intenso proceso de aprendizaje.

¿La grabación del CD de meditaciones (Editorial Librería Argentina) fue para ti una experiencia especial?
Cierto, ha sido una muy bella experiencia espiritual. Los CD’s en realidad no son míos. No sé de quién son. Sus palabras me vinieron. Por eso son tan poderosos. Puse una música, una grabadora y empecé a hablar, pero en realidad no eran mis palabras. Cuando intuí que el dictado había finalizado, me detuve. No hacía falta ni siquiera corregirlo.

De esa sesión salieron cuatro meditaciones. Cuando oigo la última que lleva por título “Liberando emociones negativas” se me ponen los pelos de punta, pues sé que no soy yo la que está hablando. No preparé intelectualmente ese trabajo, no dicté esas meditaciones, por eso son tan poderosas, por eso son de tanta ayuda. Sirven mucho a la gente que las escucha.

¿Te sientes ayudada, soportada, sostenida por seres superiores?
Así es, me siento un canal abierto del espíritu. Me ocurre en las meditaciones, en las conferencias. Por ejemplo, cuando doy una charla, puedo estar una hora fluyendo. Hablo con mi propia voz, pero en realidad me convierto en un canal del espíritu. Después no me acuerdo siquiera de lo que he dicho.

 
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