Un perfume en tu alma

“Si logramos acceder a la paz interior, conscientes de que vivimos en una sociedad de situaciones injustas, podemos proyectar esta realidad hacia el mundo exterior e incidir en la transformación de tales situaciones”
James Twyman
"Debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo”
Mahatma Gandhi

La paz no es una cualidad negativa. Es eminentemente positiva y es una concentración de poder. Hace falta gran control para mantenerse en paz para conservarse absolutamente en calma y dueño de cualquier situación a pesar de toda provocación...

Voy con mis “Al Samuds” al desguace. Todos tienen demasiado alcance, están cargados con vedado explosivo. No hubo forma se sustraerse al “Blix” de la conciencia, a los implacables inspectores de mi consejo de seguridad. Nada se oculta bajo el poderoso radar interno.
Me han dado plazo también para la artillería de andar por casa, para el verbo hiriente, el pensamiento iracundo, el “ántrax” pernicioso de la mala “vibra”… Tras severa inspección no me resta sino arsenal de palabras amables, los “sutras” de Buddha, los piropos para la compañera y los sonetos para el jilguero de la vecina. Escribo estás líneas de paz para que nunca retornen los inspectores por mis pagos.

Irak es el nombre de un polvorín más cercano de lo que imaginamos y Sadam peina su bigote en nuestras propios desiertos. La paz son pancartas al viento, avenidas inundadas de clamor inmenso, “mails” dirigidos a nuestro belicoso presidente, al supuesto amo del rancho del mundo… La paz es incluso el paro general con el que deberemos de intentar silenciar los tambores de la guerra. Pero la paz se libra sobre todo en el oriente medio de nuestra geografía más íntima, en nuestros páramos de duros cantos y egoísmos, bajo el cielo helador de nuestros deseos y ambiciones, en la inmensidad desolada de nuestra arrogancia.

La paz es frenar bombarderos transoceánicos, pero también dejar oxidar nuestros misiles caseros. La paz es un cielo azul sobre Bagdag, pero también una brisa de gozo y armonía que sacude nuestro paso. La paz es miedo acallado y codicia rendida en América, tiranía desplomada y arsenales precintados en Oriente, pero sobre todo es desafío más personal. Es mano tendida, perdón oportuno, abrazo postergado, sonrisa rescatada, caricia no refrenada... Podemos inundar muchas avenidas en su nombre, pero la paz no desemboca sólo en una mesa de caoba, en una rúbrica de mandatarios. La paz no es sólo un ataque frustrado, una exigencia ajena, es olivo recio en pedregales propios. La paz no es sólo una artillería en reposo, es un brillo en tus ojos, un perfume en tu alma.

Zubielki 17 de Marzo de 2003

 
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