Limpio Desafío

Esta bien esa cita sobre el adoquín entre la fuerza salvaje y la destreza, entre lo primigenio y el talento, esa noble apuesta calle abajo entre las cuatro y los dos patas, lo que sobra es esa encerrona en la plaza, ese duelo trampeado, ese jaleo público de la agonía.

Pamplona a la cabeza, el encierro concita gran expectación en las fiestas de muchos de nuestros pueblos y ciudades, manifestación popular que ha ido tallando identidad. Sol y sombra empujan esta tradición hasta nuestros días.

No objeto la carrera de igual a igual, la manada negra tras valientes de blanco. Está bien medirse con el animal, patear veloces un mismo asfalto, enfilar un mismo destino, desembocar en la misma arena. Podemos incluso compartir con el toro círculo bajo las gradas, redondo escenario de sufrimiento vedado. Una vez más lo que sobra es el metal, ese acero siempre a destiempo, siempre oxidado, lo que está de más es el coso enrojecido…

Bienvenidos sean los desafíos de valor y digno pañuelo al cuello, el reto de las piernas que vuelan con el peligro en sus talones. Bienvenido ese eterno forcejeo entre nuestro pasado indómito, montaraz y nuestro raudo futuro cuasialado. Está bien acariciar las astas, reconocer con respeto la furia que también nosotros somos. Está bien sentir cercano el jadeo intimidante del animal que aún llevamos dentro, lo que sobra es la banderilla traicionera, la espada escondida, la herida cobarde, la muerte gratuita… Esta bien esa cita sobre el adoquín entre la fuerza salvaje y la destreza, entre lo primigenio y el talento, esa noble apuesta calle abajo entre las cuatro y los dos patas, lo que sobra es esa encerrona en la plaza, ese duelo trampeado, ese jaleo público de la agonía…

Corramos encierros que no desembocan en plazas de muerte, salgamos al paso del animal que fuimos con el pecho desnudo, sin filo a la espalda, sin filo al viento… Llegan veranos sin sangre de toro, veranos de arenas brillantes, de cosos no mancillados… Llega otra casta de héroes sin medallas de orejas y rabos. Callan los aplausos al rumiante asaeteado. Inauguremos ya veranos y fiestas en que los animales vuelven a ser hermanos.


La redacción
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