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Unidad de todas las fuerzas que construyen

Gracias en primer lugar por la fenomenal acogida y por el enorme esfuerzo desplegado por todo el magnífico equipo organizador. Gracias por la oportunidad que nos habéis concedido de reunirnos tanta gente diferente y haber podido así compartir información, iniciativas y anhelos. Felicidades por la enorme cantidad de gente diversa y comprometida, por l@s más de 1.200 herman@s de la más diferente procedencia que habéis logrado concitar, por la suerte que nos habéis regalado de sentirnos uno en medio de una Sevilla cálida, amable y acogedora.

Nos consta que el camino de la unidad en la diversidad es el único camino, pero que no es fácil. No es sencillo construir un espacio, un discurso, un método con los que el mayor número de personas se sienta confortable. El esfuerzo desplegado ha sido grande y en esa medida tiene que ir por delante el agradecimiento. Junto con él y en aras de la transparencia y el mutuo enriquecimiento, por supuesto con todo el aprecio y la amabilidad, los aspectos susceptibles de colectiva reflexión, las cuestiones que humildemente entiendo no se han ajustado al planteamiento amplio y unitario con el que se pregonó la iniciativa.

Al tiempo que subrayamos la nobleza de intenciones, compartimos disenso pero también con la mejor de las intenciones, sobre todo con la intención de alcanzar una unión más plena en una próxima cita. No en vano estamos junt@s implicad@s en un mismo trabajo de promoción del diálogo interreligioso en nuestra península.

Han sido días ricos, que nos han dado la oportunidad de tomar una conciencia global de todo la esperanza que está emergiendo en los más diferentes ámbitos de la actividad humana. Sin embargo el discurso que emanaba de la organización entiendo que debía de estar más en sintonía con la enorme diversidad de tradiciones espirituales, redes y movimientos concitados, evitando posicionamientos en medio de ese gran arco. No fue el caso. El ejemplo más evidente fue el discurso final al término de la marcha. La alocución tras la alegre manifestación que culminaba las jornadas en la plaza del Ayuntamiento, estuvo muy escorada hacia un planteamiento radical antisistema con el que much@s no nos sentimos identificad@s.

“Venceremos…”, decía micrófono en mano Esteban Velázquez “alma mater” del encuentro, allí delante de todos l@s congregad@s, pero para algun@s de nosotr@s pasó ya definitivamente el tiempo en el que pensábamos que podríamos vencer a consta de alguien.

Venceremos, pero nunca sobre nadie, sino con todos y todas. Venceremos también junto a quienes en su supina ignorancia han caído en el gran error de explotar a la tierra, de explotar a sus hermanos. Venceremos juntos los de Arriba y los de abajo, los del Sur y los del Norte, los de un costado y los del otro…

“Venceremos” sí, pero siempre con la ayuda del Cielo, pues sol@s aquí en la tierra poco podemos. Venceremos gestando las más amplias alianzas en torno a valores y a objetivos comunes, no en torno a ideologías, ni consignas que suscitan antagonismo.

Venceremos uniendo, integrando, aglutinando… Habremos de cuidar para que el lenguaje sea el más amplio, el más de tod@s posible. Hubiéramos deseado en el Foro un discurso más aglutinador, con el que nos hubiéramos podido sentir más identificados. Ojalá nos podamos reencontrar y sumar corazones, voluntades y fuerzas en futuras iniciativas, pero habremos de encontrar la palabra, método y espacio en los que un@s y otr@s nos podamos cobijar.

Venceremos sobre todo en las trincheras de adentro, allí donde no hay más adversario que nuestra propias imperfecciones. Venceremos sí, cuando superados nuestro egoísmo nos demos por entero a la Creación y su Origen, nos demos por entero a nuestros herman@s, al resto de los Reinos.

Venceremos con Obama y todos los mandatarios que sirven honradamente a sus pueblos, nunca “a pesar de ellos” como allí se proclamó. Sí, seremos muy cándidos, pero hay quienes todavía creemos en Obama. Caminamos también junto a él. Sus anhelos son los nuestros. Arrancó el discurso final del Encuentro con un ataque a este líder planetario, difícilmente comprensible en el marco de un Foro que se pretendía amplio y plural.

Venceremos, lo viejo caerá, se desmoronará sólo sin necesidad de que nos empleemos en tumbarlo. La vieja civilización individualista y materialista basada en el beneficio personal a costa del colectivo no tiene futuro, porque no es sostenible o lo que es lo mismo no se ajusta a la ley de la solidaridad universal que rige los mundos. El problema no es el agotamiento de lo caduco, sino el esbozo de lo que ha de ser. Es infinitamente más fácil destruir que construir. Nuestro reto más auténtico estriba en dar vida a una nueva civilización fraterna basada en los principios del cooperar y compartir.

Ojalá en futuras citas la reivindicación ceda un poco más de espacio al silencio, a la ceremonia colectiva, pues hay una necesaria comunión entre nosotr@s y con el Cielo de tod@s que sólo puede florecer desde bien adentro.

La unidad en la diversidad es la esencia de nuestro trabajo común, unidad sagrada y creciente de todas fuerzas y alianzas que exploran, crean, recrean, construyen, sueñan y suspiran, no de las fuerzas que pelean. Ya peleamos lo suficiente para descubrir que ese no es el camino.

Marcharemos junt@s pero deberemos abandonar verbo y dinámica auspiciadores del conflicto. Proclamar incómodas verdades, pronunciarse en contra de la inadmisible situación de explotación de nuestros hermanos, comprometerse firme y radicalmente en el trabajo por la justicia, no implica confrontación humana.

Construyamos la unidad en base a las metas, al camino, a los valores que nos unen, no de los que nos separan. En la seguridad de ir poco a poco encontrando entre tod@s ese espacio, esa plaza de en medio que reúna a l@s artesan@s de la nueva Tierra y el nuevo Cielo, con fuerte, fraterno y agradecido abrazo.

 
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