“Las carencias que hay en mí, las trato de completar con la fuerza que recibo de Dios”

La edad engaña cuando alguien ha “sprintado” en la carrera de adentro, cuando en su joven edad ha tenido ya la oportunidad de nutrirse de grandes seres y el coraje de poner en práctica sus enseñanzas. La edad engaña cuando alguien ha hecho de su breve existencia constante servicio y silencio. No le han asomado canas, pero nos colman ya su testimonio y discurso.

Cuando ya hace unos años, el jefe de una empresa de Sabadell le vino con una contrato fijo, con una opción de trabajo seguro y bien remunerado, ella ya había comprado el boleto del compromiso de por vida. Da fe de que en el camino hacia la paz conquistada no hay renuncias. Lo comparte con una sonrisa plena que delata verdad. A la gran serenidad que emana, le antecede el inmenso gozo de la unión con Dios. Ese gozo sella su voz y su presencia. Esa es la razón por la que al abrir el telón de diferentes actos de Ananta ha aparecido ella en el escenario inmenso, papel del guión y micrófono en sus manos. La elegíamos precisamente por ese amor a Dios y la humanidad que, pese a su juventud, contagia.

Fuera de las tablas y del ambiente de trabajo en el que siempre nos encontramos, hemos querido saber algo más de ella, de su vida e inquietudes. Hemos llamado a la puerta de su casa, la sede de Brahma Kumaris en el centro de Barcelona. Al borde del verano, en su pequeño jardín interior, frutas, pastas y zumos de por medio, esta mujer atiende a nuestra sana curiosidad de saber dónde y cómo conquista tanta paz.

¿El servicio te ha dado la felicidad?
Servir me hace feliz, cuanto más feliz soy más puedo servir. Hay muchas formas de servicio. No importa siquiera la situación física. Aún en caso de inmovilidad física, podemos desarrollar el mansa seva, es decir, el servicio a través de nuestra mente. El servicio puede seguir dándose, aún en esas situaciones. Cada vez que meditamos, podemos servir al mundo a través de nuestros pensamientos. Sea para lo bueno, o lo menos bueno, la semilla de todo comienza en nuestra mente.

¿Has hecho de la espiritualidad tu opción de vida?
Para mí la espiritualidad no es una opción de un momento concreto, sino de toda la vida. La meditación es una preparación para la vida en el mundo. Es una forma diferente de ser desde la mañana a la noche. Es más, pienso que los sueños son incluso diferentes. No se trata de hacer menos, sino de dar más calidad a lo que hacemos. Una persona pacífica no indica para nada una persona pasiva. Es importante disfrutar con lo que hacemos, entonces nada te parece estresante, ni cansado, porque vives intensamente ese momento.

¿Viene de muy atrás esa paz interior?
Siempre me han gustado los espacios de recogimiento y tranquilidad, bien es verdad que de joven por dentro me encontraba muy inquieta. Mis padres ampliaron mi mente, mostrándome otras formas de entender a Dios. Recuerdo cuando nos sentábamos los cuatro, mi hermana, mis padres y yo, en un banco del Monasterio de Montserrat al atardecer, una vez que la gente ya se había retirado. Ellos empezaron a frecuentar a finales de los ochenta el centro de Brahma Kumaris de Barcelona. Por aquel tiempo era el único de España. Más tarde se abrieron Alicante y Terrassa, éste último bajo la responsabilidad de mis padres. Ahora tenemos delegaciones en 17 ciudades de España.

¿Tenías ya el camino preparado?
Bueno, pero antes era insoportablemente tímida. Empecé a constatar en la vida práctica los grandes beneficios de la meditación y de la conexión con Dios. Podemos gozar de momentos de meditación en la intimidad, pero si después surgen situaciones de controversia o encono en el entorno falta evidentemente coherencia. La integridad es importante. Poco a poco he ido aceptando con naturalidad a las personas tal como son.

Para mí es un gran descanso el no pretender cambiar a las personas, tal como podía desear antes y aceptarlas tal como son. He entendido que cada cual tienen su papel. Si yo no puedo interferir en el papel de nadie, nadie puede interferir en el mío.

¿Cómo fue madurando tu vocación?
En todos estos años ha madurado en mí la respuesta a los interrogantes de quién soy y cuál es mi propósito. Estudié la carrera de técnico en empresas y actividades turísticas. Trabajé en recursos humanos y en el mundo de la empresa durante 15 años. Experimenté la vida espiritual en el seno de la empresa. Quería integrar la paz que estaba sintiendo en el día a día y en mi relación con los demás.

A los 24 años dejé un buen trabajo que tenía en Sabadell. Le dije a mi jefe que me marchaba justo en el día en que él me iba a renovar el contrato y darme una plaza fija. Había ya decidido ir al centro de Brahma Kumaris de Valencia a coordinar allí las actividades. Mi jefe no se lo creía, no salía de su asombro, pero yo estaba convencida de que allí donde fuera encontraría trabajo. Marché a Valencia sin trabajo, pero al poco ya encontré otro de nuevo. Estuve allí seis años, hasta que en el 2001 vine a Barcelona.

¿Al día de hoy?
Además de mi dedicación a Brahma Kumaris, formo parte del grupo “Mujeres y Espiritualidad” de Audir (Asociación UNESCO para el diálogo interreligioso) y coordino el grupo joven de esta misma entidad. El diálogo interreligioso me ha abierto la mente y posibilitado acercarme a la visión de la espiritualidad de los otros. En este grupo de mujeres hemos tenido experiencias en las que hemos llegado a olvidarnos absolutamente de las etiquetas de cada quien, para fundirnos en un profundo sentimiento de unidad espiritual. Conectábamos con el ser espiritual del otro y trascendíamos las diferencias.

¿En tu vida, es importante aquello de “a quien madruga, Dios le ayuda”?
Para mí son importantes las primeras horas del día. Medito a las cuatro de la mañana. A las 6 de la mañana medito de nuevo, esta vez en grupo. Hoy, en un jueves del mes de julio, éramos 44 personas.

Meditamos todos los días del año. Si nutrimos nuestro cuerpo cada día, por la misma razón hemos también de nutrir el espíritu cada día. El alma no hace vacaciones. También podemos entender que son vacaciones todos los días. De las 4 a las 8 son unas horas muy importantes. Son unas horas a nivel energético y vibracional muy potentes.

¿Pero si a esa hora aún no han puesto ni las calles…?
(…risas) Cierto, pero hay una gran paz y tranquilidad. La paz es una experiencia interna, pero el entorno también acompaña. Las primeras horas son el tiempo para mí. El resto del día es para los demás: reuniones, clases, conversaciones… Son las horas de conectar con el mundo. La meditación me da tanta energía que no necesito dormir tanto como antes.

¿Todo esto comporta renuncias?
Las satisfacciones son mucho mayores. Una vida de espiritualidad es una vida de sencillez. Lo puedes ver como renuncia o no. Puedes pensar en las cosas a las que estás renunciando o en las cosas que estás ganando. Llevar una vida sencilla me permite prescindir de tantas cosas que la gente considera necesarias… En estos tiempos de crisis hay gente que lo está pasando mal por tener que prescindir necesariamente de cosas. El no participar de esa rueda de consumo de ropa, de enseres… no me ha costado nada.

¿La limpieza por dentro lleva a la limpieza de fuera?
Así es. Cuando hay limpieza interna se produce también limpieza externa. La vida en sociedad requiere un mínimo de enseres, pero seguramente, ni mucho menos todo lo que acumulamos. Administramos cosas que están a nuestro nombre, pero que en realidad no las poseemos. Puedo disfrutar por ejemplo de un coche que se me ha dado en confianza para que lo cuide y le saque una utilidad positiva, para que me ayude en mis desplazamientos.

¿Con el cuerpo no ocurre otro tanto?
Ha desgastado mucho el culto al cuerpo. Pienso para mí: este cuerpo es mi vehículo para expresarme en este mundo, pero yo no soy este cuerpo. Lo voy a cuidar para que esté bien y sano, pero en realidad yo soy el espíritu, la energía que le da vida a este cuerpo.

¿Marcando distancias con lo físico y material?
No le resto importancia a lo físico y material, pero le doy otra utilidad. De la misma forma al establecer esa relación conmigo mismo, intento tratar a los demás de otra manera. Es decir, ya no los concibo por el cuerpo que observo, sino por la chispita de luz que les anima. Uno se vuelve así más sensible a ver lo que está en el corazón del otro, lo que está en el alma. Aparte de las palabras, los ojos hablan, la cara habla…

Has mencionado algunas renuncias, pero no quizás las más grandes. ¿Cómo vives la renuncia a la vida en pareja, la vida en familia…?
No hay ningún tipo de compromiso o de renuncia cuando alguien viene a Brahma Kumaris. Cada quien se implica en la medida que decide. Personalmente, sí he tomado una opción de vida de no tener pareja y de mantener celibato, pues quiero que toda mi energía se enfoque en la dirección mencionada. Deseo hacer algo por la humanidad desde el punto de vista espiritual. Mucha gente hace esa opción en pareja, pero entiendo que la energía queda diversificada. Yo no he tenido que decir “no” a alguien, sino que no me he planteado que pudiera tener una vida diferente.

¿Algún dolor en ello?
Esta opción me sirve y me llena. Como no ha habido renuncia, no me ha comportado dolor. En una vida de pareja también hay renuncias. En esa vida hay una complementariedad. Uno y otro miembro se completan. No quiero decir en absoluto que en mí no haya carencias. Las carencias que hay en mí, las trato de completar con la fuerza que recibo de Dios, no de un ser humano, sino de la energía suprema.

Yo no vivo esto como una autorrepresión, sino todo lo contrario. Con la ayuda de Dios, trato de que el potencial espiritual que tenía escondido emerja a la superficie. La meditación me ha llevado a descubrir mis propias fortalezas.

¿Un buen programa de televisión, una película, un concierto… están en la lista de renuncias?
No, no lo están, pero sí me gusta ser selectiva. La buena música acompaña a la espiritualidad. Me gusta escuchar música que embelesa mi alma, o ver una película que ensancha mi conocimiento del hombre y sus realidades… Yo no he dicho “no” a la vida. Yo amo la vida y me gusta saber de otras realidades en que la gente vive. Me gusta compartir con la gente, charlar, reír, disfrutar… Puedo también, por ejemplo, pasar tiempo en una roca a orillas del mar mirando al horizonte. No opto por una renuncia de quedarme en un agujero y no salir.

¿Cómo alcanzaste el “nada te turbe”?
Estoy en ello. Estoy encontrando la manera de que cada vez me turben menos cosas. Trato de entender al otro antes de responder y para ello me tomo mi tiempo. Si yo actúo al instante, lo hago bajo mi punto de vista, sin apenas posibilidad de tener en cuenta al otro.

Podemos estar de acuerdo en que estamos en desacuerdo y no pasa nada. Nos hallamos “felizmente” en desacuerdo, pero me ha llevado su tiempo alcanzar este punto de vista. Antes me costaba más entender ciertas actitudes y maneras de ser.

¿Por lo que cuentas, has aprendido mucho en las relaciones humanas?
Las relaciones humanas siempre me han interesado. A veces por mi puesto de responsable de recursos humanos, tenía que abordar problemas serios y comunicarme con personas que habían cometido faltas graves, como autolesionamiento o consumo de drogas en el puesto de trabajo. En esas situaciones no me sentaba con ellos con una mesa de por medio, sino que me colocaba a su lado y compartía de alma a alma, no de este puesto al otro puesto. Aprendí mucho.

En una ocasión un empleado había vuelto a mentir. Ya había ido dos veces al funeral de su abuela, así que me senté a su lado y le dije: “Mira, no me lo creo. ¿Qué te pasa? ¿En qué te puedo ayudar? ¿Qué momento estás pasando?” De verdad nos hicimos tan amigos. Él pensaba que le había pillado y le iba a echar y yo no tenía ninguna intención de echarle. No era un empleado, era un alma que sufría y había que ayudarla. Todo el aprendizaje que adquirí, fue posible desde el momento que integré la espiritualidad en el trabajo de relaciones humanas.

¿El ir para adentro te ha dado una perspectiva diferente?
Sí, me ha abierto más los ojos a la hora de ir hacia fuera. Además del trabajo interior, he aprendido de la conexión con los demás. Es bueno pasar por ciertas dificultades que te ayudan a crecer. Debajo de la tormenta lo he pasado mal, pero siempre estaba el sol. Miro hacia atrás y veo que todo ha sido bueno y necesario. Todo lo que sucede a nivel de relación con los demás, a nivel profesional…, es útil para aprender y descubrir nuevas enseñanzas.

¿Cómo afrontáis las dificultades en el seno de vuestra comunidad particular?
Hay un espíritu de hermandad y de mutuo apoyo muy fuerte. Tenemos edades, sexos, orígenes culturales diferentes, profesiones diferentes…, pero a nivel espiritual y cotidiano nos sentimos muy unidos. Por supuesto también hay diferencias que procuramos resolver de forma constructiva.

¿Qué es lo que te atrajo especialmente en Brahma Kumaris? ¿Qué te llevó a decir un día: éste es mi lugar? ¿Qué te aportó esta gran familia?
Una sensación de libertad. Alguien puede llegar a pensar que engrosar un grupo internacional, comporta renuncias de libertad. Esa no es mi experiencia. He gozado de una libertad que me ha permitido tener mi vida en mis manos.

¿El ruido, el “stress” de puro centro de Barcelona no altera esa paz?
Hay momentos de prisa y de poco tiempo para hacer algo, pero la paz es una actitud interna.

¿De dónde esa fe en el diálogo interreligioso?
Ha sido una forma de saber del otro y de aprender con él. El otro tiene también un canal para conectarse con lo más supremo y elevado, con lo más divino. Me enriquece escuchar testimonios personales, no tanto las doctrinas que ya están en los libros. El proceso puede ser lento, pues hay que llegar a conocerse y eso lleva también su tiempo. Pero ya hay mucha apertura y espíritu de unidad. Todos deberían abrirse a esta diversidad.

La laicidad en alza está siendo muy positiva en este sentido. Encuentro muy apropiado que el Estado se mantenga neutral. Desde esa aceptación de la neutralidad es más fácil después aceptar la diversidad religiosa y espiritual. La laicidad entendida de esta forma, no sería tanto una negación de la espiritualidad y la religiosidad, sino precisamente una constatación de esa diversidad.

¿No corre peligro Brahma Kumaris de proyectar en la sociedad una imagen de encontrarse en un nirvana, algo alejada del mundo?
No es por lo menos nuestro deseo. Tenemos estatus consultivo general con Naciones Unidas y participamos en diferentes proyectos dedicados a las NNUU. Participamos también en muy diferentes plataformas de paz, de salud... Hacemos sesiones de pensamiento positivo, de meditación, de cursos para superar la ira, en diversos municipios. No abandonamos tampoco el área de la juventud, de la prisión, de los valores en la educación… Nos unimos igualmente a ferias y actos con finalidades nobles con los que nos sentimos identificados.

¿Alguna experiencia concreta a compartir?
Han sido sumamente enriquecedoras las experiencias con internos e internas de los centros penitenciarios. Recientemente hemos trabajado todo un fin de semana con 27 internos. Éramos tres voluntarios de BK y nos ayudaron algunos profesionales. Fue mágico.

Empezamos dejando en cada celda una virtud, un libro para anotar, un incienso, una vela… “Aquí nos habéis tratado como seres humanos”, “Aquí hemos encontrado el alma”, “Nunca nadie me había dado tantas muestras de amor”… fueron algunas de las frases que nos confiaron aquellos hombres castigados en sus vidas. Uno de ellos, después de la experiencia se quedó haciendo notas de agradecimiento hasta altas horas de la mañana.

Tras el fin de semana fue conmovedor volver a visitar esos amigos que habíamos dejado entre rejas. Pude en la prisión descubrir cuán grande es la experiencia de la libertad. Alguien dijo: “podrán encarcelar mi cuerpo, pero nunca mi alma”.

¿Hay esperanza para este mundo?
Nuestro lema es: “Cuando tú cambias, el mundo cambia”. Siendo una persona mejor, el mundo puede ser mejor. Si perdemos la esperanza, perdemos todo. Cuando se confía en el corazón de las personas, se puede ver que otro mundo es posible y además que lo vamos a alcanzar.

El Sol supremo, imagen del físico, está iluminando constantemente en todas las direcciones. Es un donador constante. Su energía se mantiene por siempre igual. Es la fuente de energía más potente de todo el Universo. Aprenderemos un día a ser como el Sol.

¿Qué te ha dado la India?
Viajar a India tantos años ha supuesto darme cuenta de lo que es esencial, de lo que es importante en la vida. La cultura tan de moda ahora en Occidente del “slow down” está allí muy metida en el inconsciente colectivo. Todo se mueve de una forma más orgánica. Las cosas tienen a menudo que suceder en el momento oportuno y no cuando uno quiera.

Occidente tiene que aprender de la India que la espiritualidad no es una actividad más, una práctica más, sino una forma de vivir. Cuesta que toda esta nueva conciencia progrese, pero por poner sólo un botón de muestra, ya hay grandes empresas que han introducido la meditación en sus descansos de trabajo.

¿Oriente tiene algo que aprender de Occidente?
Oriente está tomando muchísimo de Occidente, pero no siempre toma lo mejor. Para tomar lo bueno de Occidente no ha de abandonar su propia cultura y espiritualidad, sus propias costumbres.

¿Las mujeres ocupáis un lugar importante en la organización de Brahma Kumaris?
Nuestro fundador Prajapita Brahma fue un gran defensor de la igualdad entre hombres y mujeres, ya en la India de comienzos del siglo XX. Al principio vivieron 14 años en comunidad sin contacto con el exterior. Fue tiempo de mucho recogimiento en el que se preparó el liderazgo femenino. En el año 1951 se trasladaron a Mount Abu, en la región de Rajasthan, cerca de Pakistán.

Él quería dar a entender que la mujer también tiene habilidades de liderazgo. Eso era un salto impresionante casi 75 años atrás. Cuando Prajapita Brahma falleció en 1969, una mujer, Dadi Prakashmani tomó las riendas de la organización hasta que murió en 2007. Desde entonces, otra mujer, Dadi Janki, es la directora internacional.

¿Me consta que cuidáis mucho todo lo referido a la alimentación?
La dieta vegetariana también ha sido importante para mí. En casa no comíamos carnes rojas desde que yo tenía diez años. Nuestra alimentación tiene una directa influencia sobre nuestros pensamientos y sentimientos. En este aspecto hemos también de intentar ser coherentes. No me parece justo que me experimente a mí misma como un ser de paz y sin embargo tenga que matar a un animal para comer o pagar para que lo haga otro. Consumir carne es, por lo demás, contribuir en mayor medida al calentamiento global. Ahí están los estudios que lo atestiguan. Tampoco como huevos.

¿Y sin huevo os salen tan ricos vuestros pasteles?
(…risas de nuevo) Sí. Los huevos se pueden sustituir. Incluso hacemos tortilla de patatas sin huevo y nadie se entera de que no lo lleva…

¿Cómo pintas el mundo de tus sueños…?
Sobre todo me planteo retos más pequeños y personales: ¿Qué es lo que yo hoy puedo aportar en el mundo? Los pequeños cambios son los que a la larga posibilitan un mundo mejor.

Aspiro, por lo demás, a un mundo en equilibrio, de respeto, amor y entendimiento. Sobre todo un mundo en el que los seres humanos y la naturaleza vivan en armonía. Cuando le demos lo mejor de nosotros mismos a la naturaleza, ella hará también lo propio.

 
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