El "lío" nos mide, nos gradúa y seguramente estábamos aquí para ello. Los “líos” pueden ser positivos, a la postre emancipadores, si son conducidos de forma racional, amable, civilizada. Son los "líos" los que posibilitan nuestra evolución, si no permitimos que se perpetúen y cristalicen, si no descalificamos y perseguimos al contrario. Cerrados en nuestros sentimientos y convicciones, blindados ante el diferente y la posibilidad que nos brinda de renovarnos, clavados donde siempre hemos estado, nunca habrá recorrido. Una sociedad no puede colectivamente progresar, si no resuelve pacífica y dialogadamente los conflictos que le salen al paso. Tarde o temprano, habrá de afrontar esos retos insoslayables. Huir del "lío" es hacerlo del desafío que trajimos al tomar carne en este gran gimnasio de constantes pruebas que representa la vida compartida. Logramos alcanzar unidad en diversidad cuando superamos los conflictos, no cuando los sorteamos. Los "líos" nos empujan a crecer, si logramos ponernos en el lugar del otro, si intentamos ver su razón, su argumentario, si nos posibilitan desprendernos de nuestros aspectos más polarizados y extremos. Los "líos" serán siempre bienvenidos, si nos permiten movernos de nuestra posición habitual, si nos ayudan en definitiva a ceder, consensuar, llegar a un centro ponderado y allí por fin poder hermanarnos. Artaza 12 de Mayo de 2018 |
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