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“Dame la mano y caminaremos…”

Breves apuntes de la “Comunión que camina”, Peregrinación a Santiago (Agosto 2011)  
“Dame la mano y danzaremos, dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor y nada más…” Gabriela Mistral difícilmente imaginaría su poesía encarnada en tanta fuerza y aliento colectivos, capaz de impulsar a tantas almas en una misma senda. Hay instantes vedados a la más apurada crónica. Nada podrán estas letras para evocar aquellos momentos mágicos, aquellos vibrantes cantos, plenitud en cada arranque de estrofa inundando las almas. Hay abismos a no salvar, estampas a no poder rescatar. Son los mismos cantos que asaltan ahora nuestros días en el instante inesperado, que vienen a nuestros labios sin llamarlos, como si la columna no se hubiera desecho, como si nadie nos hubiera dado la espalda y montado en su autobús y mentado “adios” alguno... (Crónica gráfica de la peregrinación en : http://www.portaldorado.com/in.php?doc=8018 )

Una vez desperdigados nosotros por el mundo, quizás sean esas melodías y toda su carga de valores y recuerdos los que nos mantienen unidos. Cantamos mucho, pues el canto nos daba la inmediata oportunidad de hermanarnos, ya con el plato en la mano, ya con el alba despuntando, ya con los caminos recién abiertos, ya en el inicio de cada uno de los múltiples círculos... Ahora, en cada rincón del día en que se posa el canto en nuestras ya resecas gargantas, volvemos a sentir cercano al grupo, en realidad nunca desperdigado. Aquellos cantos nos devuelven hoy la sensación de que algo del Cielo y su bendita unión, quedaron anclados en nuestros corazones.

No tardó en aparecer la nostalgia de las flechas amarillas, de los pasos aunados, de los cuerpos estrechados en tantos círculos… Nostalgia incluso de aquel gallo de Juan Carlos que fulminaba nuestros sueños a las 7 de la mañana. Nostalgia sobre todo de cuando dormíamos juntos en los grandes polideportivos, como si los sueños tejieran bajo el mismo techo de uralita una suerte más profunda de fraternidad. Unen los cantos, une también la oración que recitábamos con nuestros cuerpos apretados por el frío matutino. Unen las danzas de profunda y gozosa paz a la luz de la luna. Une la senda tantas veces santificada, une el sudor, la perola grande de cous-cous con curry, la sopa caliente compartida al término de tantos días, pero sobre todo une descansar sobre el mismo y duro suelo, culminar el día juntos, sumando alientos, sumando sueños. En varios polideportivos dormimos en medio de la cancha, formando con colchonetas y esterillas gran círculo, como si nos resistiéramos, al dejar nuestros cuerpos y emprender vuelo nuestras almas, a distanciarnos unos de otros.

Así no es de extrañar que muchas lágrimas se fueron a reunir con el rocío de cada alborada. Era el abrazo matutino cuando, después de la oración, despedíamos a tantos que nos fueron dejando a lo largo de las jornadas. Esas lágrimas eran condensada expresión de la fraternidad gestada. Caminaron, sirvieron y marcharon. Entre la niebla de la joven mañana buscábamos la silueta de sus cuerpos, olvidando que esa fraternidad es marea siempre en marcha que no conoce apegos.

El laberinto de fuego que veis en la imagen, nos preparó para los desafíos más empinados. La belleza de aquella noche que nos ofreció Mariana y su equipo, nos acompañó por los altos y verdes senderos gallegos. Con Miyo vino la explosión de la alegría colectiva, como si hubiéramos esperado ese momento para que él pusiera en nuestros labios los más bellos cantos (“Dame la mano…”, “Que la dicha de la Diosa te acompañe...”, “Que sea por la paz y por la unión…”), para que marcara a nuestras piernas aquellos frenéticos ritmos concheros. Con Nuria Aragón vino el recuerdo de una vida más sana y más pura a la que estamos llamados a sumergirnos. Celsa y Carolina nos trajeron el llamado del grano y todo su universo de integridad y de vitalidad. Nos invitaron a sumergirnos en otra danza también intensa ligada al recuerdo del “Corazón único”. Lola y el equipo de Byakko nos iniciaron en mitad del bosque en la ciencia, hasta hace poco oculta, de los mudras. En medio de todo ello nunca dejamos de cantar y danzar, ya danza espontánea con Carmen Paz (Biodanza), ya danzas sagradas, sublimes con Victoria.

Como era de prever el Camino iba por dentro, de manera que los retos más duros afloraban cada mañana más en forma de desprendimiento, de servicio, perdón… que de kilómetros ya cuesta arriba, ya cuesta abajo. El Camino colectivo se manifestó como lo que es, un excelente gimnasio de donación, una bendita posibilidad de conocernos un poco más. Desde Astorga a Santiago, la intensa convivencia de 18 días nos proporcionó un relato más certero de nosotros/as mismos/as, de nuestras debilidades y aciertos.

Así hasta que un día las torres de una gran Catedral se plantaron orgullosas ante nuestra mirada agradecida en el Monte del Gozo, hasta ese momento en que dudamos si seguir las flechas amarillas, o volver a empezar ya no desde Astorga, sino desde algún extremo lejano para que aquello no acabara nunca, para que la familia peregrina perdurara, para que nuestros pasos no se dispersaran.

En Santiago dimos el resto. Primero el sábado en la misma plaza del Obradoiro y al día siguiente en la de la Quintana. Con toda la fuerza y la fe acumuladas en el camino, nuestros cantos se derramaron sobre esa planta adoquinada, sobre esa urbe sagrada. Los círculos de celebración y danza, los propios corazones se ensancharon en su máximo diámetro. La bandera de la paz de Roerich, formada por flores, constituyó nuestra ofrenda a la ciudad, al mundo. Las 170 grandes banderas de todos los países que trajeron las amigas de Byakko, multiplicaron nuestro compromiso de paz, extendiéndolo a tantos países. La tarde del sábado nos reunimos en el camping de San Marcos del Monte del Gozo, las diferentes familias espirituales concitadas para explorar las posibilidad de promover iniciativas conjuntas de cara al próximo e importante 2012.

Gracias al centenar y medio de peregrinos que unieron sus pasos a la “Comunión que camina”. Gracias de corazón a los facilitadotes y a los líderes de los grupos y movimientos que nos acompañaron. Gracias a Manuel (Proyecto Risa), a Miyo y los concheros, a Mariana y las Hijas de Gaia, a Nuria Aragón y a Ben, gracias a Arminda Jack y su equipo, a Celsa y Carolina del movimiento del Corazón único, gracias a Carlos Descalzo y Anita de la Red gallega de Luz, a la gente de Byakko Internacional, de Amalurra, a Carmina Paz (Biodanza), a Victoria Etxenike (Danzas de Paz Universal), a Mari José de Maíz, así como a la familia del Santo Daime. Gracias por supuesto a Don Alvaro (El becario), nuestro guía infatigable e incombustible, que supo como nadie sacar adentro de aquellos cuerpos, fuerzas de la nada, adentro de aquellas almas, gozo cuando amenazaba desencanto. Gracias a Trini que puso canto, brío y concha, bajo el sol y la lluvia, en los primeros y últimos pasos de cada jornada, siempre en los momentos más oportunos.

¿Quién ha escondido aquella bandera blanca tan unida a nuestros sudores, a nuestros horizontes? No tarde en desplegarla quien ahora la custodie en su baúl de recuerdos. La Tarea continúa. Juntos podemos.

La felicidad que hemos gozado estos días la queremos también para el mundo. De los beneficios obtenidos en la peregrinación, 1.300 euros han ido a parar a las siguientes ONGs: Colores de Calcuta (500), Calcuta ondoan (400) y Educanepal (400). Así mismo otros 2.600 euros de esos beneficios serán invertidos en el futuro en la continuación de la tareas de aliento de la unidad en la diversidad espiritual y de fomento del encuentro interreligioso, labores con las que estamos comprometidos.

 
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